MUSICA › MáS DE SIETE MIL FANS PARA EL RECITAL DE CARAJO EN EL ESTADIO LUNA PARK
Durante casi tres horas, el trío utilizó como excusa la presentación del disco doble Frente a frente para repasar su trayectoria y, de paso, celebrar su vigencia en la escena heavy local.
› Por Mario Yannoulas
Cuando el patrioterismo fogoneado por empresas extranjeras atesta al mercado de los símbolos –como pasa con cada Mundial de Fútbol–, agitar una bandera argentina puede ser apenas una muestra de lo que Laclau pretendía explicar con aquello del “significante vacío”. Sin embargo, la noche del sábado, cuando tras casi tres horas de show los tres miembros de Carajo se apiñaron en el centro de la escena para despedirse de un Luna Park completo, el pequeño lienzo celeste y blanco que sostenían parecía haberse colmado de significado. “¡A ver si ponen huevos los pendejos millonarios!”, gritó Marcelo “Corbata” Corvalán pensando en el partido con Bosnia, una de las pocas veces en las que se dirigió a la audiencia.
“La cuestión no es llegar, sino mantenerse” dice un proverbio no tan célebre a propósito de los grandes escenarios. Y si bien no es la primera vez que el trío se muestra en el Luna Park –donde debutó en 2011 para celebrar sus diez años–, esta segunda oportunidad, con la presentación del disco doble Frente a frente como coartada, significó la ratificación del sólido camino que emprende Carajo junto a la música. “Las bandas argentinas no suenan como las de afuera”, formula otra máxima más difundida. Y la noche del sábado, el trío demostró que en lo sonoro está al nivel, o incluso por encima, de muchas de las propuestas que visitan Buenos Aires. Además de recrear el comienzo de su último disco, Trágico mundo caído y Drama bastaron tanto para reafirmar una identidad artística –de poco anclaje en “lo nacional”, pero personal, al fin– como para lucir el impecable sonido que recorrió el set de punta a punta. Así, Carajo empezó a demostrar que el Luna Park no le queda grande ni en convocatoria –con el escenario sobre una de las populares se veía completo, con más de siete mil personas– ni en propuesta, y que más que un punto de inflexión en su carrera, se trató apenas de un eslabón más para una banda que pervive, aun sin estar de moda.
Otras ocho piezas sellaron el primer segmento dedicado exclusivamente a su último trabajo, que se incorporó rápido al repertorio celebrado por sus seguidores. Pocos matices tiene Carajo. Como el bajo y la batería prefirieron siempre la contundencia, momentos como “Promesas” y “Andante” fueron claves para develar una de sus armas más eficaces: el trabajo de Hernán “Tery” Langer en guitarra, capaz de jugar entre el groove metal y el nü metal, de pasar sin problemas del arpegio al riff gutural –algo aprendió de Dimebag Darrell–, hasta cosechar un par de ovaciones. Sin pegarse a las escuelas del virtuosismo o del minimalismo para obtener el resultado, la contundencia del trío partió de los golpes milimétricos de Vilanova, afirmado por la experiencia de Corbata, aunque la responsabilidad de darle matices a la música recayó sólo sobre Tery. Y si bien muchos recursos se repetían, el resultado nunca fue aburrido.
A partir de entonces se sucedieron tres bloques más, en un parejo repaso por sus anteriores discos. En “Histeria, TV, canciones de moda” apareció el fondo de pantallas led irregularmente dispuestas, para agregar un factor visual que se perdía con el simple banner de fondo de la primera parte. “Ironía” y “Pura vida” demostraron por qué Carajo es un gran disco, y después de más de una hora de descarga casi ininterrumpida, Corbata le habló a su público: “¡Ey, carajeros!”, fue el grito que anticipó un mini bloque de Atrapasueños, con “El error” y “El llanto espiritual”.
Como en sus comienzos, cuando Corvalán rearmaba planes tras salirse de A.N.I.M.A.L., la banda volvió a ser independiente, al terminarse el contrato que la unía a un sello multinacional. Por eso, la puesta del show en el Luna tuvo un valor extra: el de una banda que, además de no atarse a modas, ya no tiene apoyo corporativo. Sin aparatos constructores de sentido que adornen la expresión artística, el hecho de llenar el Luna Park de esta forma se leyó como un gran logro. “¿Valió la pena todo esto?”, preguntó ante el micrófono el bajista y cantante. Preparando los rollos de papel higiénico para terminar de celebrar con ese primer gran clásico que es “Sacate la mierda”, su público respondió, por supuesto, que sí.
8-CARAJO
Lugar: Sábado 14 de junio, Estadio Luna Park.
Músicos: Marcelo “Corbata” Corvalán (bajo y voz), Hernán “Tery” Langer (guitarra y coros), Andrés Vilanova (batería).
Público: 7500 personas.
Duración: 160 minutos.
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