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Viernes, 30 de enero de 2015

MUSICA › CECILIA TODD SE PRESENTARA HOY Y MAÑANA EN HASTA TRILCE

“Cantar lo que canto me hace feliz”

La cantante venezolana viene de tocar en Cuba y en la Fiesta Nacional del Chamamé, en Corrientes, y se presentará en Buenos Aires junto al pianista Matías Martino. Y su cuatro, claro: “Se puede cambiar de acompañamiento, pero el cuatro tiene que estar”, se planta.

 Por Santiago Giordano

Cecilia Todd habla como canta. Con el mismo tono dulce y descansado con el que tantas veces dijo que “... el cantar tiene sentido, entendimiento y razón...”, puede explicar por ejemplo las dificultades rítmicas del merengue venezolano o denunciar la dinámica perversa de los sectores económico-políticos que desgastan la institucionalidad en su país, en lo que ella define sin medias tintas “una guerra”. La cantante que hace 41 años reveló al público argentino algunos de los encantos de la música venezolana con Pajarillo verde, un disco histórico en muchos sentidos, se presentará hoy y mañana a las 21 en Hasta Trilce (Maza 177), acompañada por Matías Martino en piano y, por supuesto, por su cuatro.

Hace algunos días cantó en la Fiesta Nacional del Chamamé de Corrientes, junto a la Orquesta Folklórica de esa provincia y poco antes estuvo en La Habana, adonde regresará en mayo para terminar de grabar con Liuba María Hevia, cantante y compositora de las más interesantes de las nuevas generaciones. “Imagínate, en pocos días tener que conjugar dos experiencias muy distintas –comenta Todd al comenzar la charla con Página/12–. Con Liuba estamos grabando dos discos. En uno yo canto sus canciones, acompañada por músicos cubanos; en el otro ella canta las canciones de mi repertorio, acompañada por músicos venezolanos. Ahorita me escribió contándome que se va adaptando a los ritmos venezolanos.”

–Los ritmos venezolanos resultan complicados para quien no los conoce bien...

–Parece que sí, no lo sé. El más complicado suele ser el merengue, que es en cinco tiempos. Pero basta frecuentarlos un poco que enseguida se van queriendo. Algo así me pasó con el chamamé.

–¿Cómo fue la experiencia de cantar en la Fiesta Nacional del Chamamé con la Orquesta Folklórica de Corrientes?

–Fue muy divertido hacer cosas que en principio creí que poco tenían que ver conmigo. Sin embargo, desde que comencé a seleccionar lo que iba a cantar, sentí que esa música estaba cerca de mí desde antes. Después, cuando llegué a Corrientes y comenzamos los ensayos con esa orquesta bien tradicional, esa familiaridad tomó otro vuelo. Lo que más me impactó fue la respuesta de la gente. Es increíble que un festival dedicado a un solo género, que es riquísimo, cautive durante doce noches a un público emocionado con su música. Nunca había visto algo así...

–Sin embargo, es un festival al que muchas veces se tilda de “cerrado”...

–Pero es que no hacen más que cultivar las propias raíces y eso me parece genial. ¿Qué otra cosa nos ofrecen los medios masivos en materia de música? La música comercial está sostenida por una maquinaria avasallante que arrasa con todas las características regionales y eso nos priva de muchísimas cosas. Por eso, siempre insisto en que es importante que cada uno conserve sus raíces, las conozca, las cultive. Y las proyecte también, claro, pero sin perder la esencia. En eso los cubanos nos dan una gran lección: uno escucha su música y enseguida se da cuenta de que es cubano. A eso me refiero con conservar la esencia.

–En ese punto su mirada como artista es militante...

–Respetar las esencias es una actitud política y yo soy militante en la preservación de las características de los géneros, en sus particularidades, que son nuestra riqueza. No es casual que la maquinaria del consumo tienda a aplanar todo. Una vez le escuché decir a Atahualpa que el simple hecho de hacer folklore es una posición frente a la vida. Y esa posición tiene que ver con todo el resto. Hoy esa posición es ir contra la corriente, contra una maquinaria comercial. Pero lo más importante es lo que tú haces, no lo que dices; lo más importante es cantar lo que cantamos.

–Sin embargo, aun cantando sola con el cuatro, usted no suena “antigua” como cierta idea de folklore sugiere.

–Justamente por eso. En los rasgos folklóricos hay una gran posibilidad de variedad y eso no envejece. Tengo la gran ventaja de poder tocar con distintas formaciones instrumentales y ese dinamismo me mantiene fresca. En Venezuela tengo mi grupo, con cuatro, bandola, mandolino, instrumentos muy característicos. Aquí me acompaña el piano y yo misma toco el cuatro, que es el rasgo indispensable de lo que canto. Tengo una relación con el cuatro desde que empecé a cantar. Se puede cambiar de acompañamiento, pero el cuatro tiene que estar. Es fundamental: el 99 por ciento de la música venezolana necesita el cuatro.

–Justamente el 2013 fue declarado el año del cuatro en Venezuela...

–Eso fue muy importante, porque sirvió para darle la magnitud que este instrumento tiene en nuestra cultura musical, si bien todavía no logramos que se institucionalice su enseñanza en las escuelas. Como parte de la misma idea, el año pasado fue el año del joropo, y alrededor de las numerosas actividades que se realizaron también se logró impulsar a un género que no entra en la agenda de los medios de comunicación masivos. Este año, desde abril será el año de la bandola, otro instrumento importante en nuestra tradición musical.

–Ya que habla de tradición, hace un año murió Simón Díaz. ¿Su obra tiene herederos, hay una continuidad?

–No me planteo eso como un problema. En la actualidad, en Venezuela hay muchísimo talento. Claro, son otras épocas y cada uno logra su individualidad en función del tiempo que le toca vivir. Simón Díaz fue un personaje muy popular y lo importante es que su obra está presente en nuestra cultura, recopilada y ordenada.

Venezuela ha sido, además, un país señero en el cambio de rumbo político y en los logros sociales de la región en la última década. Por eso, desde hace tiempo resiste la persistente amenaza desestabilizadora con continuos sabotajes económicos y desabastecimiento inducido. “Somos un país productor de petróleo y eso nos hace muy apetecibles –explica Todd–. Los gobiernos anteriores vendieron Venezuela, en cambio desde Chávez hasta aquí existe otra posición y eso les molesta mucho. Por eso, continuamente nos agreden, van desgastando la paciencia, juegan con la salud de la gente desabasteciéndonos de medicinas y de tantas otras cosas. Vivimos lo que vivió Allende antes del golpe en Chile. Hay un saboteo a todo nivel.”

–¿Cómo se resiste desde el ámbito de la cultura a esa agresión continua?

–Con cultura. En Venezuela hay muchísima actividad cultural en todos los niveles, porque el país sigue andando.

Ligada a un repertorio que habla de Venezuela recorriendo nombres y geografías, la voz de Cecilia Todd es parte activa de esa tradición. A lo largo de los años la cantante mantuvo intacto ese timbre tibio y la claridad de su manera de cantar, construyendo así una marca inconfundible que es mucho más un rasgo individual. “No sé cómo hice para mantenerla –se ríe–. Me formé, estudié técnica vocal, nunca fumé, y en general me cuido de no frecuentar lugares ruidosos que me obligan a levantar la voz para hablar o que tengan aire acondicionado. Pero creo que cantar mucho y siempre fue lo que me ayudó a cantar mejor. En definitiva, la felicidad es lo que mejor le hace a una voz. Y cantar lo que canto me hace feliz.

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“En los rasgos folklóricos hay una gran posibilidad de variedad y eso no envejece”, afirma Todd.
Imagen: Pablo Piovano
 
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