Martes, 24 de marzo de 2015 | Hoy
MUSICA › HUELLA ARGENTINA, ENCUENTRO DE MúSICOS INDEPENDIENTES EN TUCUMáN
Una veintena de artistas, convocados por el compositor Héctor “Topo” Encinar, convivió durante tres días en un espacio alejado de la capital provincial con el fin de compartir ideas y canciones. Y por las noches, ya en San Miguel, hubo música para todos.
Por Sergio Sánchez
Desde San Miguel de Tucumán
Una ronda gigante se arma alrededor de dos velas. Se acaba de cortar la luz. Pero nadie entiende eso como un problema. Al contrario: el contexto parece ser el ideal. Sin más preámbulos, uno saca una guitarra y regala una canción sincera, desnuda. Luego estallan los aplausos y las risas de complicidad. La viola pasa de mano en mano como si fuera de todos y de nadie a la vez. Todos parecen una misma canción. Afuera, cuando las cuerdas y las voces hacen una pausa, sólo se escucha el canto de los grillos y el baile de los árboles. Todo es música en Horco Molle, la reserva natural ubicada en la localidad de Yerba Buena, a 13 kilómetros de San Miguel de Tucumán, al pie del cerro. En medio de un
inigualable paisaje natural –precisamente en una residencia perteneciente a la Universidad Nacional, de Tucumán– se realizó, el fin de semana (del viernes al domingo), el encuentro de músicos independientes Huella argentina, que contó con el impulso del Ministerio de Cultura de la Nación.
Una veintena de músicos, convocados por el compositor tucumano Héctor “Topo” Encinar, convivió durante tres días en un espacio alejado de la ciudad con el fin de compartir, intercambiar y dialogar acerca de todo aquello que gira alrededor de la canción. En este caso, una canción de raíz folklórica y criolla. Y por las noches, los músicos se trasladaban hasta el Centro Cultural Eugenio Flavio Virla, en pleno corazón de la capital tucumana, y mostraban allí sus canciones.
“Ha sido un gran encuentro, porque no conocía personalmente a muchos de los músicos que participaron. Encontrarnos en las guitarreadas y descubrir qué piensan sobre el rol de la música en la sociedad ha sido muy enriquecedor”, hace un balance Juan Piscitelli, un exquisito guitarrista tucumano, radicado en La Plata, que integra un dúo junto a Patricio Gómez Saavedra. Ellos fueron los encargados de abrir el viernes la primera jornada de conciertos. Se lucieron con un repertorio instrumental compuesto por zambas, chacareras, gatos, con arreglos sutiles y composición propia. “Estos encuentros son como un fueguito que se va prendiendo. Para generar realmente un cambio hay que reunirse. Eso permite que el público pueda tener acceso a este tipo de música. Hacer un camino solitario es más difícil”, entiende Piscitelli. “Este encuentro nos une en un pensamiento musical e ideológico. Estamos pendientes de lo que hace cada uno. Por eso es lindo encontrarnos acá”, dijo desde el escenario su compañero Gómez Saavedra.
Luego llegó el turno del cantautor Lucho Guedes. Acompañado por el periodista Alejandro Simonazzi, encargado de introducir lecturas antes de cada canción, Guedes sorprendió con su particular modo de construir temas. Guedes es un contador de historias. En cada pieza, narra historias de personajes urbanos cargados de nostalgia y desolación. Y el humor es una constante en sus creaciones. A su turno, Gerardo Núñez repasó canciones inmortales como “Chacarera del ’55” y recorrió obras compuestas junto a su hermano, el recordado Pepe Núñez. El mismo Pepe, de hecho, revivió en más de una oportunidad en las guitarreadas que sucedían por la tarde o la madrugada en Horco Molle. Pero en el centro cultural Virla que, por cierto, cuenta con una sala con una impecable acústica, se llevaron a cabo conciertos que transitaron diversos climas y estéticas. Jorge Marziali y Marita Londra, por ejemplo, entregaron un repertorio cuyano, con algunas escalas en el norte argentino; el tucumano Claudio Sosa puso el foco en la zamba y la chacarera; el experimentado Jorge Giuliano –quien fuera guitarrista de Mercedes Sosa– hizo hablar a su guitarra; los porteños de Ló Pez le dedicaron una preciosa zamba a Horco Molle; el del quinteto guitarrero de tango Ventarrón fue uno de los momentos más altos del encuentro; el dúo Wagner-Taján cautivó con sus canciones hipnóticas y Martín Neri, entre otros, se robó los aplausos con su canto profundo.
“Me parece que está bueno aprender a verse reflejado en el otro. Es interesante el ejercicio de mirar al otro en una frecuencia parecida. En todos nosotros hay un desamparo similar también. Me parece rico el encuentro, porque uno se va con las inquietudes vistas desde otra perspectiva. Es interesante cómo en los otros se recicla tu propia inquietud y la podés transformar, mejorar”, resume Martín Neri. Piscitelli coincide con esta idea: “Lo que me gusta mucho de esta generación, y espero que las próximas generaciones lo sigan potenciando, es esta idea del encuentro, de dejar de lado los egos y ser solidarios entre nosotros. Noté en estos días que hubo mucha apertura, cada uno escuchó lo que hacía el otro y se generó un intercambio genuino. Las concepciones estéticas de los grupos y los músicos que participaron fueron muy variadas. Y eso es enriquecedor”. Para Alicia Bardón, rectora de la Universidad Nacional de Tucumán, “este encuentro muestra que los argentinos seguimos construyendo, renovando y poniendo esa cuota de creatividad, solidaridad y amor por lo nuestro”.
–Pero, ¿qué pasa en este tipo de encuentros con la relación con el público?
Juan Piscitelli: –Está cambiando la relación con el público, hay más apertura. Creo que las generaciones que vienen son más desprejuiciadas. Se están empezando a desarticular mecanismos impuestos por la dictadura. Nosotros, a los 18 o 20 años, no conocíamos la música de Tucumán, no conocíamos a (Rolando) “Chivo” Valladares. Lo conocimos por otras generaciones, como la de Juan Falú, no por la propia fuente. Tengo mucha confianza en lo que viene.
Martín Neri: –El público es una gran incógnita. Lo que me interesa a mí es tratar de mezclar todos esos colores, todo ese contexto y ese relato en una canción. Y después la canción sale a coincidir con la mirada del otro. Es un diálogo muy complejo. Tomándolo desde la expresión artística, no hay que esperar todo el tiempo la mirada del público. La canción está para que el otro la pueda mirar desde su lugar. El encuentro con el otro tiene que ser una coincidencia. La palabra público es todo un tema. Es un objeto del mercado. No hay que pensar tanto en eso. Mi canción tiene su voz propia, es una inquietud, y no sé si responde a un público en particular. Sí responde a una necesidad expresiva y de sanación. Lo más importante para mí es vivir “con” la música, no “de”.
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