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Lunes, 21 de agosto de 2006

MUSICA › JULIETA VENEGAS HABLA DE SU NUEVO CD, “LIMON Y SAL”

“Para crecer hay que abrir más la paleta de colores”

La cantante mexicana cuenta cómo evolucionó hasta convertirse en una de las figuras más populares del rock latino.

 Por Roque Casciero

Antes de hacer su tercer disco, Julieta Venegas pensó que, como compositora, “una manera de crecer es abrir más la paleta de colores”. Hasta ese momento, la diminuta cantante mexicana era el secreto mejor guardado del rock latino, la versión made in Tijuana de Tori Amos o algo así. Pero ella estaba enamorada y, dice, se sentía “femenina, feliz, coqueta”. “Quería hacer canciones que hablaran de coquetearle a una persona. Buen invento, mi disco anterior, era muy melancólico, muy duro y de mucha experimentación, más complejo. Por eso, cuando terminé de tocarlo me fui a hacer lo opuesto. No fue consciente, pero cuando me puse a componer me daba cuenta de que instintivamente rechazaba lo que ya había hecho. Pero por hacer lo opuesto me salió completamente feliz.” El disco se llamó Sí, mostró un costado más pop y cambió la historia para la señorita cantante: vendió más de medio millón de copias, la hizo girar por todo el continente y le valió un montón de estatuillas (Grammys, premios MTV y demás) para poner en algún rincón de su casa de Coyoacán, en el Distrito Federal. Todo eso sucedió desde el 2003 y ahora Venegas ya tiene un nuevo trabajo, Limón y sal, otra vez grabado en Buenos Aires y producido por el argentino Cachorro López, en el que participaron Dante Spinetta y Juanchi Baleirón (Pericos). Y aunque no es monocromáticamente “feliz” como Sí, sus canciones no paran de sonar en la radio. “Es que seguía en la búsqueda de la canción, pero además de las historias de entrega y felicidad quería contar otras de despedidas y de tristezas”, explica su autora.

–¿Buscaba encontrar un balance?

–Sí. Y además el punto de vista de una mujer normal, con logros y fracasos. En cierto sentido, expresar cómo veo las relaciones en este momento.

–En perspectiva, ¿cómo fue pasar de ser una artista “para entendidos” a una popular y exitosa?

–Para mí siempre fue un proceso personal y artístico, más que nada. Todo lo que ocurrió fue algo que vino después de haber hecho el disco. Me encanta lo que pasó, es lo que todos buscamos al hacer un disco... No mientras lo haces, pero sí cuando sale. Yo me ilusionaba con hacer una gira en México, porque nunca había hecho nada como lo que hice con Sí. Tener un disco que te abra puertas es algo muy positivo y lo disfruto.

–En “Canciones de amor”, el tema que abre Limón y sal, usted dice que está cansada de las canciones de amor porque el mundo no funciona así. Es una especie de mentira, porque el disco está lleno de canciones de amor.

–Totalmente. Y, de hecho, esa canción es de amor. De desamor, diría. Pero cuando la hice tenía ganas de ponerle un poco de sentido del humor, no hacerla la canción de un trueno (separación) y triste. Y dije: “Pues bueno, ¿cómo hago una canción de truene pero que me divierta?”. En este disco me divirtió mucho jugar con las palabras. Lo siento como muy de letras, de contar cosas, de letras que tienen su peso. Y cada vez que toco esa canción me río, es como divertida.

–El disco termina con la versión de “Sin documentos” que también está incluida en el tributo Calamaro querido! Cantando al Salmón.

–La hice por el tributo. Me enteré de que estaban haciéndolo mientras estaba grabando mi disco aquí, y casi que rogué que me invitaran a participar. Siempre había estado tentada de hacer alguna canción de Calamaro, y qué mejor ocasión de hacerlo que participar en un homenaje para él. Cuando terminamos Limón y sal nos fuimos de fiesta, y después de haber bailado “Sin documentos” toda la noche dijimos: “Y... metámosla en el disco, es demasiado divertida”. Me encantó hacer una canción clásica en versión cumbia. Además, una canción con ese peso puede ser llevada a cualquier mundo.

–Usted siempre menciona que le gustan Calamaro, Charly García y Juana Molina. Pero además, en sus cuatro discos ha trabajado con productores argentinos. ¿Qué tienen de especial?

–Creo que tiene que ver con el concepto de canción y de rock. Mi música nunca ha sido rock tradicional, pero me identifico con el rock. Y creo que una música personal cabe en la cabeza de personas como Gustavo (Santaolalla) y Cachorro: para mí lo más importante ha sido trabajar con productores que se basen más en la canción que en el sonido, y ellos funcionan de esa manera.

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En sus cuatro discos, Julieta Venegas trabajó con productores argentinos.
 
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