Si donde hay una necesidad hay un derecho, entonces hay que chocar los cinco con el Comando Luddista. Un comando que va por el lado del rock and roll. De una cultura rock cuya necesidad –entre otras necesidades, claro– era hacer un documental sobre los Redondos; y el derecho... hacerlo, pues “¿Cómo era posible que no hubiera una película documental sobre los Redondos?”, se pregunta de entrada uno de los comandantes luddistas, Miguel Funes. “Era algo que siempre nos preguntábamos y no podíamos entender. Queríamos ver esa película y la espera se hacía eterna, porque todos sufrimos de ‘ricotitis aguda’, con lo cual la situación se agravaba... entonces hubo que tomar cartas en el asunto: como venimos del palo del cine y la comunicación decidimos hacerla por nuestra cuenta”, comienza a contar este hombre sobre el viaje que encaró con la otra pata del comando (Walter Blanco, Hidromán y el Capitán Balurdo), que duró nueve años, y cuyo resultado se verá en Buenos Aires hoy y el 25 de abril, el 16 de mayo y el 20 de junio a las 23 horas en el Teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875), y el sábado 18 de abril a las 19 y 21 horas en el Teatro Auditorium de Mar del Plata, ubicado en Boulevard Marítimo 2280.

“Es una película que muestra una faceta totalmente distinta al imaginario construido sobre los Redondos. Se van a encontrar con muchos personajes desconocidos dando testimonio. También imágenes inéditas, archivos y ‘joyas patricias’ especialmente cedidas para esta película”, informa Hidromán, sobre un tentador contenido de El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que arroja luz sobre los orígenes de la banda. “Qué mejor que el relato de un mito representado por una banda que nunca hizo alarde de sus orígenes y cultivó un perfil subterráneo, a partir de retazos de historias que conforman, en conjunto, un viaje alucinante”, sostiene Funes, acerca del nudo de una historia que incluye los testimonios de Enrique Symns, Rocambole, Donvi, Alfredo Rosso, Claudio Kleiman, Isa Portugheis, Kubero Díaz, Eduardo Fabregat, Jorge Pistocchi, Willy Crook, Guillermo Beilinson, el Mufercho y Lalo Mir, entre muchos otros.

La historia se desgrana a través de cien minutos y nueve secuencias, entre las cuales cuentan el tempranero viaje a Europa de Skay Beilinson y Guillermo Beilinson; la posterior decisión de Skay, Poli y el Beilinson brother, de irse a vivir al campo en comunidad; los primeros ensayos de Patricio Rey; las imágenes del mítico viaje a Salta en 1979, y la grabación del disco debut (Gulp!), de la que se cumplen treinta años. “Gran parte de las entrevistas las hicimos en La Plata. Como en un film negro, llegábamos a bordo del mugremóvil –el auto del comando– a conocernos con personas que habían formado parte de la historia de los Redondos, pero de los que se sabía muy poco sobre su participación en aquellos años. En algunos casos, nos contaban su historia fácilmente y en otros, nos medían hasta soltarse. Son experiencias al borde del abismo porque, en muchos casos, la búsqueda de la libertad no es un camino asfaltado”, relata Hidromán, sobre uno de los puntos fuertes de la exhaustiva investigación periodística, que llevó al comando a develar ciertos giros desconocidos de los primeros Redondos.

El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, como se dijo, se alza también con imágenes inéditas y sonidos de archivo (poco conocidos) que le dan una perspectiva histórica casi inexplorada, al menos con tal onda sistémica. Aparece, en este sentido, la formación extendida de los “pre” Redondos, que incluía violinista, tecladista, tres guitarras, varios cantantes, bailarinas, maestro de ceremonias, actores y artistas plásticos. “Lo nuestro fue más bien un trabajo de arqueólogos, porque la película ayuda a entender de dónde vienen los Redondos, cuáles son los cimientos sobre los que se sostienen ciertos lineamientos como la autogestión, la independencia o el espíritu libertario. En última instancia, los mitos se mantienen vivos porque todavía somos muchos los que creemos en él”, asegura el comando, en conjunto.

La película, dicho está, llega hasta la edición de Gulp! y su estreno público en Cemento, y la justificación que los hacedores hacen de tal recorte temporal se vincula con la pretensión de echar luz sobre una época poco revisada. “A medida que nos adentramos en la investigación, nos fuimos convenciendo cada vez más de la importancia y la riqueza de aquella época. Es la etapa menos conocida, en la que cobra vida Patricio Rey como algo medio informe, o multiforme más bien. Como se sabe, era un colectivo multiartístico, que duró mucho. De hecho, llegan a grabar Gulp! después de ocho años... creemos que es un momento clave, un buen punto final para lo que se cuenta en este primer volumen”, cierran los realizadores. O más bien la dejan picando... habrá más derechos, claro, porque –ya mismo– hay más necesidades.