Sábado, 9 de mayo de 2015 | Hoy
MUSICA › LUIS BORDA ACTUARA ESTA NOCHE EN PISTA URBANA
El guitarrista radicado en Munich desde hace casi veinte años tocará junto al ensamble Tango Moderno y su hermana Lidia. “Lo que hice y lo que haré es una cosa relacionada con el tango, pero no fanáticamente, porque se abre hacia otros sonidos”, subraya.
Por Cristian Vitale
David Gilmour tenía 24 años cuando, siguiendo las señales experimentales, obsesivas y lisérgicas de Roger Waters, atacó con su guitarra las entrañas de “Mother fore”, una de las partes más lúcidas de Atom heart mother, pieza interminable del disco epónimo. Salvando tremendas distancias, claro, uno podría cerrar los ojos y escuchar algo parecido a aquel solo, en esta noche fría y porteña. El que lo toca también andaba por esa edad cuando integró Ave Rock –especie de pedacito de Pink Floyd, instrumental y por colectora criolla– y se nota que algo le quedó de tal intento “prog”: tras un set de tangos con guitarra acústica, y ciertos arrebatos eléctricos, Luis Borda solea algo que lo saca de la norma. Que driblea al tango y lo reubica en una rémora esencial. “Lo que hice y lo que haré es una cosa relacionada con el tango, pero no fanáticamente, porque se abre hacia otros sonidos”, afirma él, sobre lo que hizo –lo contado– durante su concierto en la Casa del Bicentenario y lo que hará hoy a partir de las 21.30 cuando, junto al ensamble Tango Moderno y su hermana Lidia, se vuelva a presentar en Pista Urbana (Chacabuco 874).
Es decir, un mundo de músicas que parte del tango –veta Astor Piazzolla, especialmente– pero que puede besarse con el rock progresivo, con el free jazz, con alguito de folklore (el tema “Atahualpa” que compuso para el disco homenaje a Yupanqui que grabó Lidia), con piezas casi inclasificables (“Estampa del norte”, por caso) y hasta con músicas para chicos, como una bien movida, llamada “Baiongo”. “La verdad es que en este proyecto toco un poco de todos mis temas, los que más me divierten de mi historia musical. Ojo, sé muy bien que mis temas no son populares, pero los toco porque son los que me gustan”, sincera el guitarrista radicado en Munich, Alemania, desde 1996, y con una historia musical que abre un mundo de posibilidades: desde sus inicios con Ave Rock, hasta sus codeos con el jazz rock, y con el mismísimo Thijs Van Leer (aquel flautista de Focus) y Zaida Saiace, con quienes grabó el disco Nouveau Tango; o desde sus Tangos Brujos hasta la música para chicos, como muestra su obra de teatro musical La nota mágica. “Yo no creo que exista lo mejor o lo peor en la música... eso es para el deporte. Para mí en la música se necesita variedad, y en esa variedad, lo que más me pega es la gente que ha cultivado y curtido su propio lenguaje, y que lo ha podido desarrollar... que ha creído en eso”, señala el compositor nacido hace casi sesenta años en Lincoln.
Una variedad que se extiende en Alelí, disco sobre “un amor desaparecido” que grabó en Salónica junto a la cantante griega Georgia Velivasaki; en la música de un film argentino-alemán sobre la vida de la pareja de baile que formaban María Nieves y Juan Carlos Copes, en el musical Don Juan Milonga (“una zarpada total”, se ríe él) y en la conclusión de El perrito petitero, un audiolibro para chicos que completa la mencionada nota mágica, y que tiene como narradores a Brian Chambouleyron y al ex Almendra Emilio del Guercio. “Empezó siendo un cuentito para que durmiera mi hija en mi casa de Munich, y terminó transformándose primero en un libro, y luego en un musical”, cuenta Borda, que no registra antecedentes como músico para chicos, más que una participación en un disco “de rock” que hizo Pipo Pescador allá lejos en el tiempo. “Jamás hice música para chicos, excepto esa vez y como intérprete... me dieron una partitura y la toqué. Ahora, en cambio, compuse sobre la historia de un perrito que se encuentra con Carlos Gardel, le entrega una nota de amistad y se transforma en un cantante, que después es acosado por brujas y magos que le quieren robar la famosa nota mágica. Así se desarrolla una historia”, señala el guitarrista, sobre la obra de doce piezas que integra rock sinfónico, balada, cumbia, chamamé y tango, claro.
“Siento que toco bien tango, no tengo nada que envidiarle a nadie, y lo entiendo como es. Cuando lo toco con guitarra no tengo ninguna duda de lo que estoy haciendo, pero también me atraen el rock y otros géneros, por supuesto. A veces siento la sensación de que lo que estoy haciendo es un poco raro, pero no lo puedo evitar. Puedo tocar las dos cosas, mezclarlas y es cierto que es difícil de lograr trascendencia, así. Y, aunque no soy un tipo que desborda de gente que lo va a ver, en Europa me va bien... sé eso, y sé muy bien lo que hago”, determina Borda, quien pese a un amplio universo de referencias posibles, tiene dos inevitables: Ubaldo De Lío y Roberto Grela. “Los dos me vuelan la cabeza por su creatividad y su lenguaje tanguero... dos monstruos.”
–¿Y los eléctricos de Piazzolla? Oscar López Ruiz, Horacio Malvicino...
–Sí, claro, pero sobre todo Cacho Tirao. En el disco que grabó con el quinteto de Piazzolla, en 1971, el tipo toca unos solos muy difíciles de tocar, súper creativos y perfectos. No sé por qué no siguió con él, porque fue “el” guitarrista de Piazzolla. No sé, yo creo que la guitarra argentina es algo maravilloso. Como decía mi abuela, hay más caciques que indios (risas).
–¿Y Gilmour?
–También, un genio. Yo creo que a todos esos tipos lo que los destaca es la experiencia. Es eso que sale de cuando los escuchás y te da la sensación de que son tipos únicos, y eso pasa cuando ya tenés un par de pirulos encima. Por eso digo que en la música no hay “bien y mal”, sino músicos que han podido desarrollar un lenguaje propio, y luchan por él, porque creen en lo que hacen.
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