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Domingo, 7 de junio de 2015

MUSICA › BILLY COBHAM ARRANCA HOY SU GIRA POR VARIAS LOCALIDADES ARGENTINAS

“Supe tomar las decisiones correctas”

A pesar de haber sido señalado varias veces como “el mejor baterista del mundo”, Cobham descree de esas etiquetas y señala que simplemente supo elegir bien sus proyectos y compañeros de ruta. Su visita sirve para celebrar 40 años del legendario disco Spectrum.

 Por Santiago Rial Ungaro

Apenas suena el timbre del teléfono una vez y ahí está Billy Cobham diciendo “Hello” desde Suiza. El motivo de la charla no podía ser mejor: su próxima visitar al país para volver a tocar los temas de Spectrum, su brillante álbum debut en 1973, hace más de 40 años: “¡¡¡Sí!!!”, grita Don Billy como si metiera un corte con la batería: “Es asombroso todo lo que generó ese disco en su momento, y que aún hoy siga llamando la atención del público. Otros discos míos, como Crosswinds o Total Eclipse, se vendieron muy bien en su momento (ambos salieron en 1974), pero Spectrum siempre se reedita y tiene buena prensa”. Su álbum debut sigue siendo aún hoy un disco soberbio e influyente, capaz de seguir inspirando versiones de sus temas (como las de Jeff Beck o Herbie Hancock o el propio Cobham) así como rendidoras apropiaciones como la que hicieron en 1991 Massive Attack sampleando el bajo, la guitarra y la batería de “Stratus” en “Safe From Home”, de su disco Blue Lines.

Pocas veces un disco debut alcanza tal repercusión, pero hacia 1973 Cobham (nacido en Panamá en 1944) ya era un referente de la batería progresiva, prototipo del baterista de Jazz Fusión. Sus colaboraciones previas y simultáneas con Miles Davis (el Gran DT del jazz de los ’70 lo convocó para clásicos como Bitches Brew, A Tribute To Jack Jonhson y el genial Get Up With It de 1974) y John McLaughlin (con quien armaron la Mahavishnu Orchestra) ya le habían permitido a Cobham encarnar, en palabras del alemán Joaquin Berendt, a un “nuevo tipo de baterista”, al sintetizar “el emocionalismo y poder comunicativo del rock con la complejidad y flexibilidad del jazz”. La originalidad y el virtuosismo de Cobham ya lo habían convertido en una figura, pero la clave que lo distinguió fue justamente su talento como compositor: “Nunca me creí eso de ser ‘el mejor baterista del mundo’. ¡Es algo simplemente ridículo! Sí, creo que soy muy afortunado por haber tomado las decisiones correctas y haberme cuidado lo suficiente para sobrevivir. En este negocio a veces te pasa que te pueden ofrecer millones para hacer algo, pero el artista capaz que necesita como prioridad descansar un poco y cuidarse. Muchos artistas tienen ese problema en algún momento de su carrera, porque quizá están ganando dinero y no pueden parar”.

Por cierto que Cobham sabe de lo que habla: Tommy Bolin, el guitarrista que luego de grabar Spectrum pasó a Deep Purple en reemplazo de Ritchie Blackmore, murió en 1976 de sobredosis. Cobham cuenta que así como en su momento no podía literalmente dejar de tocar ahora vive en Suiza y se puede hacer un momento para parar un poco, “oler las rosas” y disfrutar de lo hermoso que es “tener tiempo”. Algo merecido y paradójico para alguien que les marcó el tiempo y les dio exuberancia rítmica a casi todas las grandes figuras del jazz de su tiempo: desde sus primeras colaboraciones con Horace Silver y George Benson a fines los ’60 y sus primeras sesiones como baterista de estudio para el sello Atlantis, pasando por colaboraciones con Quincy Jones, el grupo Dreams juntos a los hermanos Becker, Milt Jackson, James Brown, Sonny Rollins, Chick Corea, Santana, Jack Bruce, George Duke y Peter Gabriel.

Todos quisieron a Billy, pero resulta imposible no preguntarle sobre su experiencia tocando con Miles Davis: “El decidió que le gustaba lo que yo hacía. Yo lo respetaba mucho, más que él a mí, pero él también me respetaba bastante y si no podía participar de un proyecto porque tenía que hacer mis cosas lo aceptaba. Miles tenía sus ideas y a veces me gustaban y a veces no tanto, pero siempre terminamos en buenos términos”, dice. Lo que lleva nuevamente a Spectrum, el clásico que grabó junto a los por entonces futuristas sintetizadores de Jan Hammer (antes compinche musical en Mahavishnu) y el bajo de Lee Sklar en los estudios Electric Lady. “Fue un acto de amor, me acuerdo de estar escribiendo las melodías en el piano tocándolas con dos dedos. Tuve que cambiar mis planes para animarme a hacer ese disco y dejar proyectos importantes de lado, pero creo que la situación ayudó a que todo encajara: yo tenía escrita esa música y solo necesitaba que se convirtiera en un disco. Tengo otros discos importantes para mí, como Magic (1977) y Observations and Reflections (1982), pero esa grabación siempre va a ser especial”.

Acompañado ahora por Ric Fierabucci en el bajo, Otmaro Ruiz en teclados y Dean Brown en guitarra, el cuarteto Billy Cobham Spectrum 40 Band ofrece la oportunidad de hacer un viaje musical hacia un disco histórico. “¿Que mi estilo siempre fue original desde mis inicios? Sí: algunas de las cosas que aparecen en mis primeros discos ya las venía haciendo con Horace Silver cuando salí de la Armada en 1968, o con George Benson. Mi padre era pianista y era realmente un músico con muchísimo oído: podía tocar la canción que fuera en la tonalidad que le pidieran. A los 8 años empecé a tocar en vivo acompañándolo”. Desde entonces, casi no paró de tocar: “Sí, la verdad es que sigo teniendo mucho trabajo, pero no tanto como antes: durante los ’70 y los ’80 tuve demasiado trabajo. Como líder de banda, pero también tocando para otros artistas, grabando discos o jingles, siempre haciendo cosas a deshoras: me acuerdo que grababa dos comerciales por día, siete días a la semana, todos me querían para hacer algo, todos los días, ¡todo el tiempo!. Y como me encanta tocar no podía decir que no, pero eso te lleva a no comer adecuadamente y hasta incluso a olvidarte de que tenés una vida. La verdad es que hubo un momento en el que me dije a mí mismo: ¿Por qué hago esto? Hasta que finalmente me enfermé y decidí irme a vivir a Europa en 1985. La verdad es que necesitaba un tiempo para mí mismo. Estar tranquilo en mí casa, no trabajar y respirar buen aire. Creo que por esa razón es que disfrutaba tanto de tocar con Miles, George Duke o Jack Bruce: está bueno también no ser siempre el jefe, estar atrás y no tener que tomar tantas decisiones”, dice desde las afueras de Berna este hombre que parece haber sabido asimilar los múltiples cambios en los modos de producción y hasta composición musical que hubieran en estas últimas cuatro décadas: Billy siempre se mantuvo vigente.

–¿Le gustó lo que hizo Massive Attack con “Stratus”?

–Me gustó, quedé muy conforme con esa colaboración. Lo primero que les dije cuando lo terminamos fue si querían hacer otro tema. Cuando alguien se me acerca con la intención de hacer algo juntos para mí la situación es simple, sólo hago tres preguntas: ¿Quién sos? ¿Por qué querés hacer algo conmigo? y ¿qué podemos hacer juntos? Por eso siempre pude hacer tantas colaboraciones, pero el problema es que ellos tenían a la gente del managment siempre en el medio y esos tipos siempre pretenden controlar todo. ¡Y no es posible controlar a Billy Cobham!

–¿Cómo ve el actual panorama de la música, con el streaming y las descargas ilegales?

–La posibilidad de escuchar y bajarse música gratis es un cambio muy importante, pero no tenemos otra opción. Capaz que antes vos ganabas el 5 por ciento del porcentaje de las ganancias de un disco, y capaz que pasaba más de un año y si el disco no se vendía bien ganabas muy poco dinero, pero si el disco funcionaba tenías una ganancia importante. Ahora se pueden escuchar todos esos discos gratis, sí. Pero capaz que después tenés un concierto, ¿no? Y si la banda es buena, la vas a querer ir a ver en vivo...

* Billy Cobham toca esta noche en el Teatro Don Bosco, el martes 9, en la Sala Lavardén (Rosario); el miércoles 10, en la Sala de las Américas (Córdoba); jueves 11, en el Teatro Español (Neuquén); viernes 12, en el Teatro Coliseo (M. T. de Alvear 1125); y el sábado 13, en el Teatro Auditorium de Mar del Plata.

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“En este negocio a veces te ofrecen millones para hacer algo, pero el artista debe cuidarse.”
 
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