MUSICA › FERNANDO KABUSACKI PRESENTARá THE CHAMPION, ESTA NOCHE, EN BEBOP CLUB
Aunque su nombre está asociado a la música experimental, el guitarrista asegura que su banda favorita es The Clash. Sin embargo, afirma que el rock tiene hoy una estética antigua y no puede creer que los músicos del género sigan respetando reglas.
› Por Yumber Vera Rojas
Aunque el triunfo de Chile en la Copa América reivindicó el proyecto legado por Marcelo Bielsa, en este lado de la cordillera desencadenó un tsunami de críticas a otros dos grandes pilares de la familia newellista. “Con la Argentina estoy enojado, y hasta preocupado, por la falta de respeto a Messi”, se lamenta el músico rosarino Fernando Kabusacki, reconocido hincha de la Lepra, desde su estudio en el barrio de Coghlan. “No sé si jugó bien o no, pero de ahí a hacerlos mierda a él y a Martino... Me pareció horrible de parte de la sociedad argentina. Se trata de una gran expresión de ingratitud. No sé si los que lo critican son tan buenos en su trabajo como Messi lo es en el suyo. Se cagan en quien sea, incluso en el mejor jugador del mundo, y eso, a pesar de que pareciera no tener relación, influye un montón en el arte. Muchos artistas no se animan a hacer nada porque la sociedad los destrozaría. Imaginá si Iggy Pop hubiera nacido acá: estaría trabajando en un delivery. Por eso, hermanos músicos, hay que estar muy en guardia.”
Artista de riesgos como pocos en el país, Kabusacki presenta hoy, a las 23, en Bebop Club (Moreno 364) su nuevo álbum, The Champion, trabajo que tiene entre sus disparadores el genio y figura de Muhammad Alí. “Cuando estaba haciendo el disco, un amigo me mencionó que había leído una biografía suya. Lo que provocó que el nombre de The Champion comenzara a dar vueltas en mi cabeza”, explica el guitarrista acerca de su undécima producción, lanzada en 2014, y en que la que colaboraron músicos del calibre de Fernando Samalea, Santiago Vázquez y Gaby Kerpel, al igual que noveles figuras de la escena local, entre las que destacan Marina Fages, Loli Molina y Maxi Trusso. “Esa época coincidió con que Newell’s había salido campeón y con que un día, volviendo a casa, estaban dando en la televisión la película Toro salvaje, en la que Robert De Niro personifica a un boxeador. Así que comencé a samplear oraciones de Muhammad Alí que me gustaban mucho, lo que definió no sólo el título sino la idea y la estética”.
–Si bien su discografía se caracteriza por ser básicamente instrumental, The Champion es el primer álbum en el que incluyó canciones. ¿Por qué decidió hacerlo ahora?
–En mi disco The Flower and The Radio (2006), Charly García canta algunas cosas, pero no llega a ser una canción. Inicialmente, me propuse grabar un álbum de covers de temas de los años ‘70, inspirado en unos compilados de la revista Mojo que revisitaban las raíces de bandas como The Who o Sex Pistols. Eran temas que me influyeron. Me copé con eso e hicimos una sesión de grabación que quedó a medio terminar. Mientras trataba de coordinar con los cantantes, seguí grabando, y aparecieron cosas que estaban buenas. Lo que dio pie a otro disco, que terminé uniendo al que ya estaba en marcha, aunque me salió larguísimo. Por eso llamé a Fernando Samalea para que me ayudara a recortarlo.
–A pesar de que el repertorio de su nuevo disco se desprende de dos procesos diferentes, su resultado no sólo es homogéneo, sino rockero. ¿Se siente cómodo en esa encarnación?
–Siempre me sentí un músico de rock. Mi banda favorita son los Clash, incluso más que Los Beatles. A mí me influyeron mucho, al igual que Television, The Selecter, The Specials, The Who o Elvis Costello. Yo no resueno con la música experimental ni con la electrónica. Aunque lo que toco no es rock, a mí me gusta más Neil Young.
–¿Hizo el camino a la inversa? Porque el punk fue la respuesta a la sofisticación del rock...
–Mis discos surgieron de tocar solo con mi guitarra y con un montón de efectos. Si tuviera una banda de amigos, con amplificadores y batería, a lo mejor serían distintos.
–Entonces su proceso creativo es afín al de iconos de la guitarra como Lee Ranaldo...
–Me encanta Sonic Youth, al igual que Jim O’Rourke. Lo vi en Tokio el año pasado: noise total, al repalo, y todo el tiempo acoplando. Luego escuchás un disco como Eureka, y te preguntás: ¿cómo puede ser?
–¿Qué lugar ocupa la guitarra eléctrica en este momento?
–Tocando con el Mono Fontana, me sorprendió que con nada más pisar un botón en su teclado tuviera tanta variedad de sonidos, mientras que con la guitarra eléctrica sólo tenés la distorsión, el chorus y el delay. Si bien en la música tradicional, en la que cabe el rock, tampoco se puede innovar demasiado, ¿por qué como guitarrista me tengo que quedar con esa limitación de sonido? En ese sentido, Vernon Reid, Phil Manzanera, Robert Fripp y Adrian Belew fueron una gran inspiración.
–¿Piensa que su música se ajusta más a esta época, en la que la consigna es la experimentación?
–Nunca me consideré un artista de música rara ni de vanguardia. Siempre hago lo que me parece que está bien ahora. No estoy en la estética del rock del momento, que es antigua.
–¿Percibe la libertad creativa en la actual escena musical local?
–Salvo excepciones, no puedo creer lo que hace gente de mi edad, respetando reglas. Somos músicos, no estamos para eso. Los pibes son más abiertos, pero no todos. La música es un lugar donde se pueden aplicar la creatividad, y la inocencia. Es para hacer las cosas como nunca se hicieron. Este año cumplí 50 y no me siento de esa edad. Soy más afín con los jóvenes. En Japón me pasa eso, me van a ver chicos de entre 20 y 30 años.
–¿Su carrera se sigue desarrollando entre la Argentina y Japón?
–Más en Japón que en la Argentina. La primera vez que fui allá, fue con Juana Molina, y desde entonces nos sentimos como hermanos. Voy cada año y medio. Iba a ir este año, pero me surgió un proyecto con Fripp en Holanda, en octubre. Voy como músico e instructor.
–¿El mismo que trajo a Mendoza este año?
–Así es. Normalmente, se llama The Orchestra of Crafty Guitarist, pero en este caso cambiará a The Symphony of Crafty Guitarist, pues es más grande. Se trabaja en la capacidad de “extemporizar”, en vez de improvisar. Tocan entre 50 y 100 guitarristas sin ponerse de acuerdo previamente, apelando a su sensibilidad y a su capacidad técnica para responder.
–¿Y cuándo se termina el aprendizaje con Fripp?
–Aunque soy su oveja negra, porque me cuesta practicar, siempre va a ser mi maestro. Es como parte de mi familia, lo conozco desde que tengo 22 años. Su capacidad y disciplina son increíbles. Practica un montón de horas al día. Luego de haber tocado con David Bowie, Peter Gabriel, y de crear King Crimson, a veces me pregunto qué necesidad tiene de hacerlo. Y sin embargo, sus aspiraciones son más altas de lo que pensamos.
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