MUSICA › NATALIA LAFOURCADE HABLA DE HASTA LA RAIZ, SU NUEVO DISCO
Conocida por su militancia filantrópica, en esta ocasión la cantautora mexicana regresó a Buenos Aires para defender su último CD, en el que volvió a componer, tras seis años. “Necesitaba una evolución como artista”, sostiene.
› Por Yumber Vera Rojas
“Por más que se comente que es malo lo que dijo, la circunstancia la vivimos”, afirma Natalia Lafourcade, mientras espera su almuerzo en el barrio de Palermo, ante la pregunta obligada a todo mexicano en este momento: ¿Cómo cayeron en México los comentarios del magnate y precandidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, acerca de los inmigrantes de ese país que se encuentran en Estados Unidos? “Es muy triste no sólo que tanta gente intente cruzar la frontera, sino lo que padecen para hacerlo. Se trata de un mundo paralelo al que vivimos. Es una situación que forma parte del lado negativo de México, al igual que las mujeres que desaparecen, los narcos y los robos. Todo eso sucede. Pero tiene un problema de raíz: y es que el pueblo no está conforme, no se puede vivir bien. A pesar de que somos muchos los que deseamos que esto cambie, seguimos a la espera de que los que tienen el poder produzcan la transformación. Nuestra esperanza es que se respeten los derechos de estas personas, y que el escenario cambie”.
Aunque Natalia Lafourcade es conocida por su militancia filantrópica, en esta ocasión regresó a Buenos Aires, pero para defender su nuevo álbum, Hasta la raíz (2015), con el que purgó el dolor que le causó el fin de una relación amorosa de cinco años. “Es un disco que coincide con un momento de desamor y de sanar. Sin darme cuenta, ni planearlo demasiado, conforme iba componiendo las canciones, lo manejaba de una manera muy personal. Hasta que eventualmente me di cuenta de que era un disco íntimo”, explica la cantautora veracruzana de 31 años, quien convocó al argentino Cachorro López para que se encargara de la producción de su sexto trabajo, junto al mexicano Leonel García (ex integrante de la dupla Sin Bandera). “Son canciones de un período de dos años, y no todas tienen que ver con lo mismo. Algunas son del antes, y otras del después, al igual que de muchas situaciones que se vuelven inspiración. ‘Hasta la raíz’, el tema que le dio título al álbum, fue uno de los últimos que compuse. Cuando lo terminé, dije: ‘Estoy lista para grabar’”.
–Aunque los títulos de las canciones del disco establecen una línea narrativa, ¿se trata de una obra conceptual?
–Fue a propósito que los pusimos así, pese a que los temas vinieron de diferentes maneras. “Hasta la raíz” es el resumen del disco, es la mamá de todas las canciones. Fue la conclusión. Así que abrimos un ciclo, comenzamos a atravesarlo, y luego lo cerramos.
–El tema “Hasta la raíz” se presta a confusiones geográficas. ¿Está influido por la música altiplánica, es propio del mapa sonoro mexicano o es un híbrido?
–Esa canción es muy poderosa. Desde que la hicimos en el estudio, teníamos una idea de lo que queríamos decir y contar, y la inquietud era hablar justamente de la importancia que tiene encontrar todos esos aspectos que te construyen como ser humano. Y es que no hay que olvidar el origen de uno para poder trascender fronteras. Así que le hablé a Leonel de mi pueblo, de mi casa, de mis experiencias, y eventualmente sacó la guitarra, y le pedí que hiciera algo con la cadencia del huapango. Por lo que la canción solita empezó a tomar vida, y nos dijo dónde poner cada verso. Fue una cuestión mágica. Nuestra intención era hacer una fusión de lo folklórico con algo pop y actual, y que lo volviera atemporal, de esta época, para darle fuerza al tema.
–“Vámonos negrito”, la otra canción de raíz del álbum, parece influida por el candombe uruguayo. ¿Cuál es su eje?
–La comencé en Colombia, durante una gira en la que no paré de escuchar al folklorista venezolano Simón Díaz, de cuya música me enamoré. Despertó un universo de posibilidades en mí, y en mi manera de componer. Fue otro gran descubrimiento, al igual Agustín Lara, Mercedes Sosa y Violeta Parra. Estaba con esa conexión con Latinoamérica, viajando mucho por estos lugares, y absorbiendo ideas de aquí y de allá. El disparador de la canción fue que, mientras caminábamos por la calle, un chico nos dijo: “Vamos por esta vereda”, lo que me encantó, porque en México no se dice así. Apenas lo grabé, me fui a Cuba, por un viaje personal, donde la terminé. Es una historia que habla del amor, de la manera en que invitas a caminar a quien quieres por una vereda y tu mundo, y de cómo a partir de eso se despierta un universo conjunto.
–A pesar de su aproximación a la música popular latinoamericana en esta ocasión, no abandonó su veta pop. ¿Cómo mantuvo el equilibrio?
–Lo interesante era hacer esa mezcla. Quería un disco muy conectado con mis emociones, y con aquellos aspectos de México que me inspiran, y, al mismo tiempo, respetar esta línea del pop, donde a veces se puede caer en lo simple, pero que es difícil de encontrar. Lo que más deseaba con este trabajo era conectar con el público. Por eso fui cotidiana en mi lenguaje, por más que hubiera metáforas fáciles de entender.
–¿La canción “Nunca es suficiente” es un guiño a “Por qué te vas”, el clásico de José Luis Perales?
–Mucha gente me lo comentó. Lo sentimos una vez que empezamos a instrumentarla, pero no era la intención. Siento que las canciones toman su propia fuerza y esencia, y así lo fue con varios de los temas del disco.
–Hasta la raíz es la vuelta a los tema de su autoría, tras seis años. ¿Siente que algo cambió en su manera de componer?
–Tenía la necesidad de explorar algo distinto, de tener una evolución como artista, de no volver a hacer lo que hice previamente. Antes de hacer el disco de Agustín Lara, sentí que podía repetir ciertas cosas que ya me eran fáciles en ese momento. Hacer un homenaje a él me permitía aprender, tener un reto distinto, porque de entrada pensé que iba a ser fácil, pero no. Me costó mucho encontrar cómo hacer que los invitados se sintieran bien con los arreglos, implicó que cambiara mi manera de cantar, y todo eso me dio nuevas herramientas al momento de componer.
–¿No le parece que maduró prematuramente tras hacer Mujer divina, el disco tributo al bolerista mexicano Agustín Lara?
–Si bien lo conocía desde pequeña por mi abuelita, le comenté a una de mis tías que tenía ganas de versionar a un compositor mexicano. Entonces me dijo: “Busca la canción ‘Azul’, de Agustín Lara, pues sería muy bonito escucharla en tu voz”. Y eso me llevó a un tema y a otro, y comencé a conmoverme muchísimo. Se me hacía un equivalente mexicano a Edith Piaf. La música de los ’20 y los ’30 siempre me llamó la atención. Hay muchos artistas de esa época que escucho, y que disfruto. La textura sonora de esos años me coloca en un estado de paz muy peculiar.
–¿Cómo se ve dentro de la escena musical mexicana, que hoy disfruta de un gran momento?
–No tengo ningún interés en cantar en inglés o en hacer algún crossover ni nada. Lo que quiero es fortalecer mis lazos con el público mexicano, y luego con Latinoamérica.
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