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Lunes, 10 de agosto de 2015

MUSICA › HOMENAJE A CHARLY GARCíA EN EL FESTIVAL PIANO-PIANO

La gran estrella fue la música

Haydeé Schvartz con Elías Gurevich, el trío formado por Juan Cruz de Urquiza, Sebastián de Urquiza y Hernán Jacinto, la cantante Lidia Borda acompañada por Daniel Godfrid y el Trío Aura se alternaron para rendir un tributo a Charly que conmovió al público.

 Por Santiago Giordano

La música como el gran palimpsesto sobre el que a través del tiempo se han ido acumulando sucesivas escrituras sin que una supere a otra. Tal vez sea esa una de las más bellas ambiciones de cierto imaginario musical que, reafirmando una dimensión genética del sonido organizado y sus circunstancias, entiende la música como cultura. Desde los compositores del Renacimiento que componían misas a partir de canciones seculares hasta las más actuales posiciones de un jazzista ante un estándar, la idea de música compuesta sobre música atravesó el tiempo en puja con otra idea: la que amparaba la pureza original del acto creativo. Sin caer en aquello que en los umbrales del siglo XX sedujo a Ferruccio Busoni, de que toda música al final no es sino la transcripción de una anterior, sería útil en este caso recordar a Luciano Berio, que algunos años después reivindicó la transcripción como acto creativo original. El compositor italiano entendió que, inevitablemente, cualquier transcripción decía más del transcriptor que del transcripto.

Desde un lugar cercano a Berio, lo que se escuchó el sábado en el auditorio La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner, en ocasión del tributo a Charly García en el marco del Festival Piano-Piano, puede considerarse un concierto notable. Músicos que no necesariamente tienen que ver con esa parte del espectro musical que las coordenadas de la industria y cierta pereza conceptual que condiciona el consumo musical ubican como “el rock”, rindieron homenaje a uno de los compositores más arraigados en el inconsciente sonoro de los argentinos: Charly García.

Haydeé Schvartz (piano) con Elías Gurevich (violín); el trío formado por Juan Cruz de Urquiza (trompeta), Sebastián de Urquiza (contrabajo y voz) y Hernán Jacinto (piano); la cantante Lidia Borda acompañada por Daniel Godfrid (piano) y el Trío Aura, que integran Popi Spatocco (piano), Facundo Guevara (percusión) y Ricardo Cánepa (contrabajao), se alternaron sobre el escenario para rendir tributo a la obra de García, según la inteligente curaduría de Diego Schi- ssi: hasta donde fue posible separar la obra del personaje creador, el del sábado fue un homenaje a la música de García. En ese rasgo se apoyó la solidez de la propuesta: el gran mérito de Schissi y los músicos convocados fue el de escuchar y proyectar al García músico.

Schvartz y Gurevich, destacados intérpretes de los repertorios que –otra vez la pereza conceptual– se suelen llamar clásico y contemporáneo, inauguraron el programa con una versión de Spatocco de “20 trajes verdes”. El Erik Satie –otro en el que se hace difícil separar el músico del personaje– que se insinúa en el título del tema se prolongó en el sonido y en el gesto preciso de una interpretación que sobre la mesurada quietud del piano de Shvartz dejaba brillar el violín de Gurevich. Eso de que la transcripción, la traducción, puede ser una obra en sí misma, rondó todo el concierto y tuvo su momento más evidente en la versión bartokiana de “Demoliendo hoteles”, un arreglo de Schissi que el dúo interpretó en su segunda entrada con solidez y sapiencia, además del regocijo que da la belleza de lo que evidentemente sentían como mucho más que una travesura.

Si la música de García pudo dialogar con epígonos de la tradición académica del siglo XX, también lo hizo con gran desparpajo con un trío orientado desde el jazz. Con visiones abiertas de “La grasa de las capitales”, “Zocacola” y “Llorando en el espejo”, Juan Cruz y Sebastián De Urquiza, junto a un inspirado Jacinto, pusieron la música de García en una dimensión en la que los laberintos de la improvisación resultaron fértiles. Enseguida, apuntalada por el piano de Godfrid, creador además de los arreglos de los temas que interpretó, Borda también arriesgó en nombre de García. No lo contempló desde la voz de expresiva delgadez, maravillosamente timbrada, que se le conoce. Más bien fue a su encuentro y a través de versiones de “Total interferencia”, “Necesito”, “Adela en el carrou-ssel” y “Promesas sobre el bidet”, entre otras, cantó más cerca de los territorios de García, sacando el Charly que, de un modo u otro, todos llevamos adentro. Antes del final el trío Aura hizo lo propio con temas como “Viernes 3AM” y “Yendo de la cama al living”, en versiones tan francas como abiertas, que en el trajín de las dinámicas y los diálogos de la ejecución dejaron que se vayan colando, como suspiros de una memoria ilesa, breves fragmentos de otros temas de García.

Al final, todos juntos en el escenario para los bises. “Rezo por vos”, “Inconsciente colectivo” y el aplauso interminable de una sala repleta, que durante casi dos horas escuchó a Charly García, un compositor al que atentos e inspirados intérpretes de su obra supieron descubrirle y sacarle más de lo que se cifra en el nombre. Como suele suceder con los clásicos.

El Tributo a García fue otro buen momento del Festival Piano-Piano, que más temprano reveló, en la Sala Argentina del Centro Cultural, otra maravillosa sorpresa: Hércules Gómes, joven pianista brasileño, que en la ocasión compartió el escenario con el paraguayo Giovanni Primerano. Sobre un repertorio de páginas breves que combinaba obras propias y de Edu Lobo, Radamés Gnatalli y Ernesto Nazareth, entre otros, Gómes mostró una técnica original e implacable, al servicio de una expresividad encantadora. La gran musicalidad, junto al marcado sentido de su propia tradición y de la historia que reflejaba cada una de sus ejecuciones, redondearon una presentación que fue tan fácil de escuchar como conmovedora.

El Festival Piano-Piano prevé dos conciertos más a lo largo de agosto: el sábado 22 actuarán Luis Mucillo, Susana Caligaris y Philip Salmon, y el 29 Alan Kwiek junto a la violinista Cecilia Isas.

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Un concierto notable en el auditorio La Ballena Azul, del Centro Cultural Kirchner.
 
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