MUSICA › GABRIELA ANDERS Y WAYNE KRANTZ, ESTA NOCHE EN BORIS CLUB
La cantante argentina y el guitarrista norteamericano son pareja desde 2001, pero nunca habían actuado a dúo, con material compuesto especialmente. “Es música creativa y espontánea, así que definirla más allá de eso sería limitarla”, dicen.
› Por Yumber Vera Rojas
A dos años de su último recital en Buenos Aires, la ja- zzista argentina Gabriela Anders se reencontrará mañana con el público local, en Boris Club (Gorriti 5568), a las 21.30, aunque acompañada en esta ocasión por su marido, el también jazzista Wayne Krantz. “Si bien toqué y grabé con su agrupación, y ella colaboró en los discos de mis proyectos, es la primera vez que preparamos algo para un dúo, sin batería ni bajo. Tampoco habíamos actuado juntos en la Argentina, por lo que siento que se están abriendo nuevas puertas para mí”, manifiesta el experimentado guitarrista estadounidense. “El show estará conformado por canciones originales compuestas especialmente para este proyecto. Es música creativa y espontánea, así que definirla más allá de eso sería limitarla.” A lo que Anders, quien conoció a su pareja en 2001, durante un show, agrega: “Me siento muy cómoda trabajando con él. Es una experiencia muy rica para mí cantar, escribir e improvisar con alguien con el nivel de creatividad de Wayne”.
El dúo viene al país luego de que sus integrantes publicaran en 2014 sus recientes discos solistas. Anders regresó a las bateas con Cool Again, mientras que Krantz puso a la venta Good Piranha / Bad Piranha, trabajo de ocho canciones registrado en dos sets distintos. “Fue un álbum en el que me atreví a llevar adelante varias ideas”, subraya el músico de 59 años, quien junto a su esposa, tras el recital de Boris Club, emprenderá una gira por otras ciudades argentinas. “Además de documentar el show, fue la primera vez que grabé con dos tríos diferentes para un mismo CD, que interpreté covers (incluido uno de ‘Black Swan’, de Thom Yorke), y que invité a Gabriela a cantar en mis discos.” Sin embargo, y pese al paso del tiempo, la décima producción del jazzista de Oregon sostiene el riesgo artístico de álbumes fundamentales de su discografía como 2 Drink Miminum. “Fue grabado en vivo en un club donde tocábamos todo el tiempo”, evoca Krantz. “Una vez que terminó el show, Lincoln Goines y Zach Danziger, los músicos de mi trío en ese momento, y yo sentimos que fue una noche especial.”
Cinco años antes de la aparición de 2 Drink Miminum, Krantz decidió finalmente iniciar su carrera como solista, después de haber sido músico invitado de artistas del calibre de Steely Dan, Billy Cobham, Michael Brecker y Chris Potter, lo que oficializó con su primer álbum, Signals, que en 2015 celebra su primer cuarto de siglo. “Luego de tocar por años como sideman para estos artistas y para algunos otros, me di cuenta de que no iba a sentirme satisfecho si seguía haciendo lo mismo”, rememora el jazzista estadounidense, formado en el Berklee College of Music, y master class en las principales academias y escuelas de música del mundo. “Necesitaba crear mi propio grupo para expresar musicalmente lo que quería”, recuerda. Desde entonces, la obra unipersonal del guitarrista y compositor, con una amplia trayectoria en el jazz fusión, hizo hincapié en la improvisación: “Es la esencia de la creatividad en la música, al igual que el alma de la composición. Es imposible pensar en ella sin un sello personal”.
Aunque comparten el amor por el jazz, Anders está parada en la vereda de enfrente de su esposo, al menos estilísticamente. Lo evidencia su último año de actividad en Nueva York, megalópolis en la que se encuentra establecida, y donde se dedicó a desarrollar una carrera orientada a los ritmos latinos. “Grabé para Disney Japón un compilado de canciones de las películas de esa compañía en estilo brasileño, y en el que compartí repertorio con artistas como Ivan Lins y Joyce. Pero lo más lindo de esta producción fue que nuestra hija Marley, de 10 años, cantó por primera vez conmigo”, celebra la pianista, compositora y cantante. “Este último año también empecé a escribir arreglos para mi nueva banda de latin jazz, Los Dukes, en la que toco la música de Ellington con arreglos latinos, junto a músicos de la talla del baterista Bobby Sanabria y del trombonista Chris Washburne. Nos presentamos una vez por mes en 55 Bar (este club es el cónclave del jazz en Manhattan). Además, en la primera parte de este año, nació la idea de este dúo con Wayne.”
Y en medio de todo este trajín, la artista de 42 años continúa promocionando Cool Again, su más reciente producción discográfica. “Con ese álbum quise documentar la música que estaba tocando en Nueva York en este último tiempo”, explica esta fan del saxofonista de bop y hard bop Dexter Gordon. “En la grabación de ese repertorio me acompañó mi trío, conformado por Jim Ridl, Cliff Almond y Edward Pérez, al igual que Anthony Jackson, en bajo, y Wayne.” Hija del legendario jazzista argentino Jorge Anders, la vocalista asegura que la relación con su padre es muy buena. Aunque enfatiza: “A él le gusta más mi trabajo relacionado con el jazz. Si se aleja del género, ya deja de agradarle. Así que veremos qué dice de nuestro show en Boris”. No obstante, si bien es cierto que su padre fue influyente al momento de darle rienda suelta a su vocación, Gabriela traza la diferencia conceptual entre ambos. “Yo le agregué mi interés por la música latina, por los ritmos brasileños. Tal vez lo hice para separarme de lo que hacía él.”
En contraste con otras épocas, en las que los instrumentos o ritmos latinos en el jazz eran una faena exclusiva de los músicos originarios de esa vasta región que abarca del Río Grande hasta la Tierra del Fuego, hoy la cultura latinoamericana está tan arraigada en el género que atraviesa toda su inmensidad. “De hecho, hoy ves a muchos músicos jóvenes buenísimos en el jazz que pueden tocar sin problema un montuno o un bossa nova con buen swing brasileño”, asegura Anders, quien en 2004 grabó el disco Last Tango in Rio y en 2008 publicó Bossa beleza. “Sin embargo, los músicos latinos siguen siendo muy importantes en la escena del jazz estadounidense. Y eso enriquece al movimiento”, dice la cantante. Esto sucede al mismo tiempo en que los noveles artistas argentinos de jazz ganan terreno en el circuito norteamericano: “Existe un gran respeto por la música argentina en Nueva York, por el tango moderno, porque se conoce la obra de Piazzola, como por las propuestas experimentales y de músicos jóvenes, entre los que destaco a Leo Genovese. Me gusta mucho lo que hace”.
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