MUSICA › ANDY BELL, CANTANTE DE ERASURE, SE PRESENTA COMO SOLISTA EN CORDOBA Y BUENOS AIRES
Mientras su dupla con Vince Clarke cumple treinta años, el cantante aprovecha para mostrar algunas canciones de la banda, de sus discos en soledad y algunos covers.
› Por Mario Yannoulas
El español nivel intermedio que despliega al atender el teléfono es apenas una de las particularidades de Andy Bell. “Estoy en Mallorca, tengo una casa aquí. Trabajo mucho, ahora es vacaciones antes de los shows en Argentina”, intenta el cantante de Erasure –y lo logra, aun con licencias lingüísticas– al otro lado del teléfono, para explicar que España es una parada más en su itinerario frecuente, que incluye a Miami y Londres.
Si las principales usanzas tecnopop se apoyan en la máxima ochentosa de encontrar un concepto detrás de cierta frivolidad, Bell parece inclinarse por otro tipo de corriente. Por fuera del activismo formalmente declarado, creyó que proclamarse homosexual y comentar en público sobre sus excesos psicotrópicos le confería a su obra un especial vigor, una razón más allá del entretenimiento. Aunque debilitara la facturación, que así y todo no resultó nada despreciable. Vendió 20 millones de discos en treinta años de carrera junto al tecladista Vince Clarke, a quien admiraba por su trabajo en Depeche Mode, y finalmente conoció en persona en respuesta a un aviso en la Melody Maker, en 1985. “No me arrepiento de la vida que llevé, pero hay un mito detrás del artista que se autoinflige dolor para poder crear mejor. Sí pienso que, como artista, uno debe vivir ciertas pérdidas, desprenderse y dejar pasar. Se puede atravesar el dolor, pero no sirve si uno lo provoca para escribir una canción”, avisa.
Después de su última visita con Erasure, en 2011, el británico retorna a la Argentina en menú solitario, para presentarse hoy desde las 23 en Quality Espacio (Córdoba), y mañana a las 21 en El Teatro Vorterix (Capital Federal). Y adelanta: “Por supuesto que voy a elegir canciones de mis discos como solista; alguna de Electric Blue, algo de Non-Stop, algo de IPop, quizás un cover de Queen o cosa por el estilo. El resto, todo Erasure”.
–¿Qué necesidad artística satisface con esta propuesta?
–Las giras con Vince implican mucho trabajo y organización, principalmente en lo técnico. Aunque sacar adelante un tour de Andy Bell también cuesta, los shows son menos en cantidad y más fáciles de armar. Vince ahora es un hombre de familia, tiene un hijo, necesita ocuparse de su casa. Como amo tocar en vivo, prefiero salir del cerco y hacer cosas por afuera de Erasure, como inspiración y fuente de energía creativa, para cuando vuelva a casa y me reencuentre con él.
–Erasure debutó hace exactamente treinta años. ¿Cómo describiría el espíritu del synthpop de entonces?
–Siempre fui un gran fan del estilo; pasé mi adolescencia cuando empezaban los ’80. Al principio mi música era el punk, después fue la new wave con la primera electrónica: Human League, Soft Cell, Gary Numan. La música de esa época te llegaba directo a la sangre. Cuando ibas a un pub o a un club, parecía que esa masa repleta de graves y sonidos electrónicos se te colaba en el cuerpo. Son vibraciones que quedaron para siempre y me siguen pareciendo increíbles cuando estoy arriba del escenario, aun con el retorno en los auriculares. Fue una época muy creativa y naïf a la vez, la gente sólo se fijaba en las canciones. Y había otras ideas: las personas compraban ropa de segunda mano, creaban su propia moda, no existían los “directores creativos” ni nada parecido. Muchos piensan que no abundaban los músicos auténticos porque usaban sintetizadores y no tocaban instrumentos. Para mí, fue un proceso de democratización de la música.
–Durante la última década y media, la cultura pop buscó muchas referencias en elementos de esa época, incluyendo su voz. ¿Cómo se relaciona con eso?
–No lo sé. Todo lo que hago tiene que ver con la distinción de mi voz y mucha gente se siente representada ahí, por sentimiento o calor humano. Creo que todavía consigo atrapar.
–Parte de esa recuperación tiene que ver con el sampleo. ¿Cuál es su visión sobre el elemento rave de la electrónica?
–Trato de mantener una mirada positiva. Cuando vivía en Londres iba mucho a escuchar música a clubes, como para ejercitar los oídos, y me topé con mucho de ese material. Ahora lo escucho y me suena un poco ruidoso, no sé si tengo una personalidad muy rave. Prefiero ir a lugares donde tocan bandas.
–Aun dentro de esa “democratización” de la que hablaba antes, su voz siempre se destacó. ¿La llanura del pop impide apreciar ese tipo de talento?
–Se hace cada día más difícil, el pop es cada vez más comercial. Sé que siempre lo fue, pero la necesidad de shock permanente le hizo perder calidad. Hoy los estudios usan tecnología electrónica para prácticamente todo, hay una enorme manipulación de la voz, que permite grabar sólo una nota y armar una canción. Me frustro cuando me doy cuenta de que un artista no está cantando sus letras. A mí me gustan Aretha Franklin, Elvis, Mahalia Jackson, porque se podía escuchar lo que decían. Hoy todo suena igual; ser cantante parece haber pasado de moda.
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