La duración exacta del disco es 39 minutos 27 segundos. Haciendo a un lado lapsus hablados en que Machi Rufino, su bajista original, repara en detalles propios de la obra –impacto en la prensa, temas que no quedaron, integrantes, etcétera– más algunos solos libres, el tiempo de su repuesta musical –a 38 años de su publicación– da más o menos igual. Apenas un poco más que menos, en verdad, pero con un veredicto que no varía: ¡Impecable!... Impecable, o cualquier sinónimo amigo del adjetivo que se quiera usar es lo que puede decirse del hermoso lío en que estos cuatro animales de la música (Guille Arrom, Luis Cerávolo, Andrés Beeuwsaert y el citado Machi) se metieron cuando les dio por redimir A 18 minutos del sol, el disco que, lisa, empírica y llanamente más le gustaba a su creador: Luis Alberto Spinetta. “Este disco fue mi clave de conexión a la obra de Luis”, dice el experimentado Arrom, una vez consumada la prueba. El ensayo a puertas semicerradas, dicho de otra forma, que los cuatro arriesgaron antes de la presentación en La Trastienda de hoy a las 23.30, y que arrojó como efecto la absoluta aprobación de todos los presentes, entre amigos, familiares y periodistas.

Y la sensación de que la cosa va a salir bien, con todo lo que ello implica. “Conocí el disco en profundidad este año cuando Machi me propuso sumarme al proyecto. Tenía escuchadas algunas canciones pero no el disco en su totalidad. Ahora comprendo por qué Luis decía que era su trabajo más logrado. La belleza de cada uno de los temas es impresionante, y a la vez propone viajes muy distintos en cada composición. Hay mucha participación de Diego Rapoport –el tecladista original– y en lo personal trato de rescatar ese espíritu y ese sonido con el piano Rhodes y sintetizadores analógicos”, detalla Beeuwsaert, tras la demoledora previa que tuvo a Boris como bar anfitrión, y a los cuatro haciéndose cargo de semejante obra.

Al mismo Andrés, por caso, colocándole una intro onírica, muy fina, a “Toda la vida tiene música hoy” –uno de los clásicos del disco–; cantando “¿Dónde está el topacio?” y bellos pasajes de “Viejas mascarillas” con un registro como para extrañar un poquito menos a Luis; colchoneando al tono las demandas acústicas de “Canción para los días de la vida” o perdiéndose en el vértigo del intrincado, jazzero y elegante “A 18 minutos del sol”. A Guille Arrom –un guitarrista enorme– atacando certero en “¿Dónde está el topacio?”; abrillantando “Viento del azur” a través de un solo impresionante; o reavivando en “La eternidad imaginaria” –otro temazo– su tensa calma original. Al mismo Machi dando la vida, casi, por cantar “Canción para los días de la vida” a la altura de las circunstancias, y la misma “Viento del azur” como una ofrenda misional y afectiva a su gran amigo Luis, o ubicando la versatilidad de un bajo puntualmente refractario –por la positiva, claro– al paso del tiempo. A Luis Cerávolo, sobre cuya solidez y precisión puede descansar tranquilo el resto. Y a los cuatro aunados por un sonido holístico que refleja exacta la impronta de jazz rock de la época (segundo lustro de los setenta), más el rico universo creativo del primus inter pares del rock argentino. Es decir, elegancia y precisión a la Weather Report, Chick Corea o Mahavishnu Orchestra más finura, vuelo, clima y poesía spinetteanas más cortes, enredos, improvisaciones, ternuras y rabias solo posibles bajo esa alquimia.

“Además de recrear lo más fielmente posible sus músicas, al ser este un disco con un tinte muy jazz rock hay mucha improvisación y participación solista de Guille y mía. Por ende, cada show nos permite tocar cosas diferentes cada vez. Un honor y un placer muy grande tocar música de Luis, que es uno de mis héroes de todos los tiempos”, refrenda el tecladista y pianista de Aca Seca y Pedro Aznar, mientras Machi agrega su parte, con sobrada legitimidad: “Como es sabido, yo grabé el disco original. Fue una gran experiencia sobre todo por tocar, además de Spinetta, con dos grandes músicos que venían del jazz: Diego Rapoport y Osvaldo López. El disco se grabó rápido, casi siempre en primeras tomas y con gran clima entre los músicos. Y lo que vamos a hacer en La Trastienda es tocar el disco completo respetando el original, excepto los solos, que son producto del momento. Luego haremos otros temas de distintas épocas de Spinetta”, anuncia al bajista a Página/12, que remarca que A 18 Minutos “no es una banda tributo ni tiene fecha de vencimiento”, lo que significa que esto será un despegue hacia un material propio y una agenda extendida más allá de la cita de hoy.

Otra de las sorpresas de esta noche será la participación de Gustavo Spinetta –hermano de Luis– en “Viento del azur”, tema que grabó originalmente con Marcelo Vidal en bajo, y esas canciones de otras épocas que Machi deja picando, pero que podrían ser “Enero del último día”, de Jade, o “Los libros de la buena memoria”, de Invisible, entre otros. “Vamos a tocar los ocho temas del disco con los mismos arreglos, y con nuestra interpretación y nuestros solos originales”, ratifica Cerávolo que, si bien no grabó en el disco –el baterista en el estudio fue López– sí estuvo en sus escasas presentaciones en vivo. “Spinetta me regaló A 18’ del sol el 23 de diciembre de 1977. Amo esa música y en especial ese vinilo”, sentencia el baterista, mientras Arrom sigue anudando nexos entre ayer y hoy, ahora con palabras: “Lo maravilloso de este disco es que en casi todos los temas hay lugar para la improvisación, y eso hace que estén más vivos y renovados cada vez que los tocamos”.