MUSICA › DIEGO FRENKEL PRESENTA SU CD RITMO, ESTA NOCHE EN NICETO CLUB
De su nuevo disco, el ex líder de La Portuaria señala que “tiene temas bailables, que se pueden llevar con el cuerpo, y eso es muy rico verlo en los shows en vivo. Pero no deja de ser un trabajo de canciones”.
› Por Yumber Vera Rojas
“Estoy expectante sobre lo que va a pasar”, dispara Diego Frenkel, después de saborear su cortado, en un bar típico del barrio de Colegiales. Sin embargo, el cantautor de 50 años no se refiere al inminente ballottage, sino a Ritmo, que presenta esta noche, a las 21 hs, en Niceto Club (Niceto Vega 5510). Aunque, a propósito de la circunstancia política en la que apareció su más reciente álbum de estudio, el ex líder de La Portuaria opina: “Los discos no están pensados para ser lanzados dentro de un determinado contexto”. El sucesor de Célula recoge el guante de su último trabajo de obra nueva, tras tomarse un sabático acústico que quedó patentado en dos álbumes, Espontáneas y En vivo en Siranush, ambos fechados en 2014. “Es una continuidad en muchos sentidos, a pesar de que mis nuevos temas son más directos y del presente. Son ánimos diferentes. Pero Célula consagró el sonido de mi banda, por eso se llama Diego Frenkel y Células. Luego de tocar mucho en vivo, y de haber girado, se generó una forma de laburar muy positiva. Me gusta jugar, improvisar y divertirme con ellos. Y a partir de ahí surgió la idea del armado del disco”.
–¿Su nuevo álbum tuvo algún disparador conceptual?
–Cuando estuve investigando para el armado de este material, pensé en el ritmo como eje del universo y forma de vida. Desde el corazón hasta las mareas, todo pasa por éste. De ahí tomé el concepto, y dije: “el disco se va a llamar Ritmo”. Muchas de las canciones que fui incluyendo estaban contenidas por esa idea.
–Por más que el ritmo sea inherente a la cotidianidad, la interiorización de su significado en la música, al menos en la Argentina, es relativamente reciente. ¿Consideró esto al momento de hilvanar la noción del disco?
–La palabra ritmo es mucho más amplia que el sentido con el que se lo utiliza en la cultura afro. Pero es cierto que me interesa también desde ese lugar, porque la tengo incorporada desde que soy chico. Los primeros años de mi vida los viví en Caracas, y desde entonces esa internacionalidad me permitió conectarme con gente de varios países. Mi casa estaba poblada de música brasileña, de rock, y de jazz, que luego hice propia. Incluso, mi padre viajó a Jamaica, y trajo instrumentos de allá. Al tiempo que me enganché con grupos como Talking Heads. Así que tengo mucha conexión con el ritmo y el baile, a partir de un lenguaje profundo. En Argentina, hasta los años sesenta, los regentes culturales fueron el tango y el folclore. Por eso, a causa de la melancolía y de la queja del primero, el rock y el pop surgieron con un aire muy propio que necesitábamos tener. Es cierto que nos destacamos más por el trato a la canción que por groovear. La Portuaria ahondó en eso, al igual que yo. Lo mismo que los Kuryaki, los Cadillacs, la gente de la música electrónica y los que apelaron al mestizaje.
–¿Es de los artistas que investiga a fondo la temática de sus discos?
–Mi investigación no es la de un científico. No me interesa la ciencia como camino hacia lo artístico. Le que busco es vibrar o conmoverme con las situaciones que me emocionan. No es la razón pura la causante de la poesía y la música. Esas expresiones no se encuentran a través de la lógica y la razón cotidiana, sino que para ir hasta allá hay que hacerlo con un vuelo más indefinido y categórico. Hay que ir hondo en las intuiciones.
–¿Eso lo refleja en sus letras?
–Vi un concepto, que fue el ritmo, y fui por ahí hasta que llegaron las palabras y las imágenes. Aunque luego me di cuenta de que todo está concatenado porque estoy inmerso en esa obra. A lo largo de mi trayectoria, mis temáticas siempre fueron las mismas, abordadas desde diferentes lugares. Tengo una visión romántica de la vida, quizá porque creo que la fuerza del amor tiene un lugar esotérico y desconocido.
–¿Y qué pasó con ese Frenkel cronista que bien supo retratar a Buenos Aires?
–Uno es una mutación permanente. Va cambiando todo el tiempo. En el disco Escenas de la vida amorosa, de La Portuaria, que contiene temas como “El bar de la calle Rodney” y “Los mejores amigos”, hay un contorno cinematográfico y documentalista de la Buenos Aires de 1990. Pero el mundo va cambiando, y yo cambio con el mundo. ¿Qué queda de eso? No lo puedo decir todavía. Supongo que está en mi ADN. En Ritmo, las letras son más universales, no están ubicadas en una situación geográfica. No son imágenes para que se comprendan, sino para que despierten un universo rico en tu mente. Son canciones muy abiertas, son poemas filosóficos o palabras que generan cierta excitación, y que te hacen bailar. Son cálidas y afables para ser escuchadas porque no persigo algo rebuscado. Por el contrario, soy amante de la simplicidad.
–El trasfondo de Ritmo es muy similar al de Huija, el último disco hitero de La Portuaria, que celebra dos décadas este año. ¿Coincide con esa cercanía?
–Considero que hay una conexión entre Ritmo y Huija, que es uno de los mejores discos que hice. Tuvo una proyección tremenda en Estados Unidos y Latinoamérica, estábamos dialogando con lo alterlatino. Además, tiene temas de una hondura filosófica grande, entre los que se destacan “Donde hubo fuego” y “Sofía”, y a la vez son puro baile. Y me siento feliz por eso.
–¿La Portuaria sigue pesando en su carrera solista?
–Estoy muy afirmado en mi lugar como solista. Me parece que al público, en general, le cuesta seguir los cambios de un artista. La Portuaria representa para muchos un momento de la vida, mientras que Diego Frenkel solista aún resulta nuevo. Me siento en crecimiento en este período, por lo que me encantaría llegar a las generaciones más jóvenes porque considero que puedo establecer un dialogo con ellas.
–¿Encontró su identidad como solista?
–Me gusta sentir ciertas libertades que vienen de artistas como John Lennon, Caetano Veloso o David Byrne. De alguna manera, estoy atravesado por el rock desde que soy chico, y por suerte abrí mi mente para que fluya. Hay momentos de canciones íntimas, así como discos del temperamento del Día después, el último que hice con La Portuaria, o de una hondura cinematográfica como Célula. Ritmo tiene temas bailables, que se pueden llevar con el cuerpo, y eso es muy rico verlo en los shows en vivo. Pero no deja de ser un trabajo de canciones. La diferencia está en que se encuentra sobre un soporte rítmico potente.
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