Jueves, 26 de noviembre de 2015 | Hoy
MUSICA › FERNANDO OTERO PRESENTARá RITUAL ESTA NOCHE EN EL TEATRO DE LA COMEDIA
El pianista y compositor está radicado en Nueva York, pero disfruta cada vez que vuelve a su Buenos Aires natal a mostrar su música. Su último disco estuvo nominado al Grammy como Mejor Album de Música Clásica y Mejor Composición Clásica Contemporánea.
Por Cristian Vitale
Hace más de veinte años que Fernando Otero, pianista y compositor argentino, vive en Nueva York. Allí, cerca del Town Hall, anidó, y desde allí se explica casi todo lo que lo identifica hoy: las piezas que arregla, escribe y compone para él, para orquesta o para cine, teatro y ballet; los discos que graba, los premios que gana y las giras que arma. Pero hay algo que no puede olvidar, pese a 8500 kilómetros de distancia: su cuna. “La Argentina tiene para mí la magia del reencuentro, de los abrazos con seres queridos, y ese afán especial que me provoca ofrecer lo que estuve haciendo últimamente a tanta gente a la que aprecio muchísimo”, dice él, que cumplirá tal propósito hoy a las 21 en el Teatro de la Comedia (Rodríguez Peña 1062), cuando presente Ritual, su último disco. “Este país me conecta con una infinidad de sensaciones que no podría describir, como si tuviera que definir al amor o a la música. Estando en Buenos Aires me siento en casa, nunca se me hace presente el hecho de que la vida me trajo a Nueva York porque tenía una novia, ya que esa fue la única razón, viva en la ciudad que viva”, confiesa.
Respecto al disco, que le valió nominaciones para el Latin Grammy 2015 como Mejor Album de Música Clásica y Mejor Composición Clásica Contemporánea, basta decir que su ABC es un compendio de composiciones para orquesta, voces, ensambles de cámara y piano solo que encuentra sus principios motores en la música contemporánea y en el tango. “Para mí es inevitable que sea así, porque la música de Buenos Aires es un lenguaje materno, ya que la música que escribía en mi adolescencia era también porteña... Vivía en Lavalle y Callao, en uno de esos edificios grandes de la esquina, que tienen departamentos con techos altos y puertas de hierro gigantescas. Mi punto de partida sigue siendo siempre emocional y busco darle forma usando varias herramientas expresivas que fui aprendiendo en este camino. Siento que acudir al uso de formas orquestales me puede remitir a lo que generalmente se rotula como académico y que por tanto los resultados se encuadrarían dentro de la música clásica contemporánea. Pero el puntapié inicial aparece en el sonido de mi infancia, la música popular porteña, en forma visceral, involuntaria”, desarrolla el pianista, que también ha trabajado con el Kronos Quartet.
–¿Cuáles serían, en este sentido, las rupturas y continuidades entre Ritual y sus obras anteriores?
–Siento que perdura la misma raíz melódica con la que vengo caminando de la mano desde siempre y que ése es el mayor rasgo de continuidad. Las vestiduras en este álbum son orquestales o de cámara, en mucha mayor proporción que otras producciones discográficas en donde hay menor cantidad de piezas con orquesta. Trabajar con orquestas siempre fue una actividad importante para mí, especialmente escribiendo obras y para conciertos en vivo, pero a la hora de hacer mis álbumes, casi siempre elegía vehículos que me dieran otro tipo de movilidad como intérprete. Esta vez estuve más abocado a las texturas y la búsqueda de bloques sonoros, y no al énfasis rítmico que abunda en trabajos anteriores. Para algunas piezas tuve la necesidad de incluir voces de soprano y corales, vientos, timbales y percusión sinfónica, todos elementos que definitivamente formaban parte en mi repertorio en vivo, composiciones y arreglos, pero era sólo una pequeña parte en mis producciones discográficas.
–¿Por qué Ritual?
–Porque me identifico con la idea de un ritual y con la premisa de concentrarse en el “aquí y ahora”. Diría que hasta con cierta solemnidad, siguiendo una serie de acciones en la búsqueda de un encuentro con uno mismo al desnudo, con el único desafío de simplemente disfrutar de estar vivo y respirando. Un momento en el cual uno deja de mirar en el reloj cómo transcurre el tiempo, poniendo toda atención sólo en aquello que está ocurriendo en ese instante, en el cual las ilusiones del pasado o el futuro están descansando. Y además me apasiona que un ritual habla de una práctica cotidiana, dentro de un contexto de ceremonia, con calma, sin inercias ni pilotos automáticos. Al hacer este último álbum tuve muy presente esta forma ceremonial, ya fuera en el momento de escribir, tocar, grabar y también en el diseño de la ruta a recorrer.
–¿Hasta qué punto importan las nominaciones a los Grammy?
–Recibir Grammy o nominaciones es reconfortante, al igual que lo es toda vez que alguien dice que disfruta de la música que uno hace. Es un momento alentador, que agrega motivación y dispara además un sentimiento tan placentero como la gratitud, tanto para con el público que acompaña los pasos que uno va dando como también para con los compañeros de ruta, que forman parte del equipo necesario para concretar proyectos. Todo estímulo que proviene de personas que les gusta lo que uno hace es una inyección de alegría. Además, ver las listas de los nominados en diversas categorías es encontrar cantidad de artistas que van hacia adelante. Ese también es definitivamente otro instante que aporta inspiración. Como decía mi mamá: “cuando veo tanta gente nadando, me dan todavía mas ganas de zambullirme a la pileta”.
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