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Sábado, 5 de diciembre de 2015

MUSICA › EL SONAR FESTIVAL, EN EL COMPLEJO AL RIO DE VICENTE LOPEZ

Temporal de agua y de ritmos

Las 25 mil personas que se acercaron al encuentro electrónico debieron capear las consecuencias del temporal, pero tuvieron su premio: Hot Chip exhibió una precisión de relojería, pero los que se robaron todas las miradas fueron The Chemical Brothers.

 Por Yumber Vera Rojas

A diferencia de su debut en Buenos Aires, en Costa Salguero, nueve años atrás, donde falló la traducción del discurso del festival (al convertir la gran cumbre de las vanguardias sonoras en una mera fiesta electrónica), el pasado jueves, en el Complejo al Río de Vicente López, el público local saboreó finalmente lo que significa ser parte de una de las experiencias sensoriales más populares del mundo. Y es que el Sónar no sólo es un evento que reúne a los mejores DJ, productores y grupos de la última generación de tendencias, sino que es una plataforma cultural que refleja y articula la interacción entre música, creatividad y tecnología. Lo que bien supo demostrar The Chemical Brothers a través de una performance con una puesta visual increíble, y en la que abundaron los clásicos. Quizá demasiados, considerando que la dupla británica volvía al país, a ocho años de su presentación en la Creamfields porteña, con nuevo disco, Born in the Echoes, en el que confirma su vigencia.

Pese a que el octavo trabajo de estudio de los precursores del big beat incluye temazos como “Under Neon Lights” (para el que prestó su voz St. Vincent), el laboratorio sonoro de Ed Simons y Tom Rowlands sólo rescató “Go”, primer single del disco. Si bien la selección de los temas decepcionó a buena parte del público, a lo que se sumó la infinita previa de DJ Tennis (por más que el italiano hizo alarde de su maravilloso techno de matices psicodélicos y oscuros, sus dos horas de set fueron una exageración), a los demás poco pareció importarle que The Chemical Brothers comenzara su show con su himno “Hey Boy Hey Girl”. Al que le secundaron los éxitos “Do it Again”, “Star Guitar”, “Setting Sun”, “Saturate” y “The Golden Path”, que mecharon con viejos tracks del calibre de “Sometimes I Feel for Desert”, “It Began in Afrika” y “Elektrobank”, para cerrar su hora y media de actuación, tras un amague de despedida, con la efectiva fórmula de “Galvanize / Block Rockin Beats”.

A horas de que The Chemical Brothers se subiera al escenario principal, el Sónar Club by Movistar, el aluvión que cayó en Capital y el Gran Buenos Aires despertó los fantasmas de su show de 2004 en Pachá, del que sólo pudo llevar adelante un tramo a causa de la tormenta que se desató. No obstante, al momento del recital de Hot Chip, un rato antes en el mismo espacio, sólo quedaban las secuelas de la lluvia. El quinteto londinense de música dance regresó al país en esta oportunidad en calidad de cabeza de cartel del festival, rol que compartió con sus compatriotas químicos (aunque la dupla sumó lejos más público). Al tiempo que ambos, junto al tándem conformado por el productor alemán Atom TM y el realizador australiano Robin Fox (se presentó en el Sónar Hall), fueron los únicos de los 37 artistas que participaron en el Sónar Buenos Aires que intervinieron en junio pasado en la edición central del festival, celebrada desde 1994 en Barcelona.

Además de regresar a la Argentina con nuevo álbum, Why Make Sense?, Hot Chip, en contraste con los mancunianos, sostuvo parte de su recital en el festival con sus flamantes canciones. Pero no cautivaron del todo a la audiencia, pese a que el show en vivo de la banda es todo un relojito del ritmo. Por lo que fueron sus hits, entre los que destacaron “One Life Stand”, “Over and Over” y “Ready for the Floor”, al igual que su cierre, con un cover bien tirado para la pista de baile de “Dancing in the Dark”, de Bruce Springsteen, los que terminaron de prender la fiesta. Sin embargo, lo mejor del Sónar no estuvo en el Sónar Club by Movistar, aunque Poncho merece un apartado (con el mal tiempo en contra, supo hilvanar una puesta tan potente que hasta exorcizó a la lluvia), sino en los otros tres escenarios del evento. Allí se desarrollaron, apenas se abrieron las puertas, poco luego de las 16 hs, e incluso hasta la clausura, a las 3 de la mañana, las propuestas más distintivas, experimentales e incluso osadas.

Con el DJ set del francés Brodinski de fondo, un notable porcentaje de las 25 mil personas que asistieron al festival abandonaron el Complejo al Río, apenas acabó The Chemical Brothers. Mientras que otra parte sorteó el pantanal en el que se convirtió el predio, y que afectó al espacio más bonito, el Sónar Pub, ubicado en el medio de una arboleda, y dedicado enteramente a los exponentes argentinos, para hurgar en el resto de la oferta del evento. Despuntó en especial la de Kiasmos, que se estrenó en el país con la chapa de revelación de la electrónica de baile, al punto de que hubo forcejeos con el personal de seguridad para ingresar en el Sónar Hall (el único techado), por su capacidad limitada. Y se entendía la desesperación, pues esta dupla de chiquitos islandeses emocionó y desconcertó por su manera tan elegante de entender el techno. Todo lo contrario a los ingleses Gorgon City, quienes detonaron en el Sónar Village su arsenal de house corporal y sin rodeos.

Allí mismo, donde además Babasónicos presentó en el albor de la noche su espectáculo BBS Tecno (una propuesta en la que la banda deconstruye sus hits a partir de la manipulación electrónica), el público esperaba ansioso a Totally Enormous Extinct Dinosaurs, quien debutaba en Buenos Aires con un DJ set (a contramano del live, que se limita a temas propios, en ese formato se elige de todo un poco). Latía la duda sobre su performance: tras un despegue lejano a la sensibilidad housera del proyecto de Orlando Higginbottom, el productor y DJ alemán Recondite sellaba la programación del Sónar Hall con su techno minimalista, mientras que sus compatriotas de Modeselektor lo hacían en el Sónar Club by Movistar con un DJ set que supo a poco, salvo por algunos arrebatos. Pero en el momento justo, el laboratorio dance inglés con nombre jurásico se vistió de héroe al sacar de la galera en el Sónar Village su himno “Garden”, con el que despidió a un Sónar que reconecta a la Argentina en la órbita de las vanguardias sonoras.

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El dúo de Ed Simons y Tom Rowlands levantó al público con un set plagado de hits llenapistas.
Imagen: Joaquin Salguero
 
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