MUSICA › GLORIA CARRá PONE EN PAUSA LA ACTUACIóN PARA DEDICARSE A CANTAR
La actriz dejó salir a la cantante que siempre fue en el ámbito privado y ahora lidera Coronados de Gloria, banda con la que acaba de publicar el álbum Sagrado. “Mi pasión a la hora de expresarme en estos momentos pasa por la música”, afirma ella.
› Por Emanuel Respighi
Gloria Carrá vivió casi toda su vida dentro de un set de televisión. La mayoría de los argentinos la reconoce por su faceta actoral, desde su temprana interpretación de Meche en Señorita maestra, cuando apenas tenía 8 años. A partir de aquel recordado personaje, la actriz supo construir una prolífica carrera en televisión y teatro. Una larga trayectoria a la que, sin embargo, hoy tiene el deseo de poner en pausa para dedicarse casi exclusivamente a cantar en Coronados de Gloria, la banda que formó el año pasado. “No me retiro de la actuación, pero este año me voy a dedicar de lleno a la música”, cuenta la actriz y ahora cantante, sin ocultar un entusiasmo que se asemeja con el que invade a los adolescentes cuando rebozan de alegría. “Me encanta actuar y disfruto mucho hacerlo, pero mi pasión a la hora de expresarme en estos momentos pasa por la música. Nunca me siento más liberada que cuando canto”, confiesa Carrá en la entrevista con Página/12.
La pasión por componer y cantar no es nueva para Carrá. De hecho, la música es un modo de expresión en el que la actriz se refugia desde hace mucho tiempo. La diferencia, en todo caso, es que esa necesidad artística que desplegaba puertas adentro de su hogar y se reducía a los oídos de su familia, paulatinamente fue tomando fuerzas como para estimular otras plateas. “Solía cantar mucho en casa y componer canciones. Cuando escribía, guitarra en mano, siempre me decía a mí misma: `Algo voy a tener que hacer con todo esto, ¿o voy a esperar a cumplir los 40 para animarme a cantar en público?’. Y bueno, la vida hizo que a los 44 años encuentre en la música al proyecto artístico y personal que tanto anhelaba desarrollar”, cuenta Carrá, que en el primer disco de Coronados de Gloria, Sagrado, demuestra su talento para cantar pero también para tocar el ukelele en varias canciones.
–¿Sagrado marca el comienzo de su carrera musical o no es más que el modo de expresión artística que mejor le sienta en la actualidad?
–Me dejo llevar por las ganas de hacer, pero también soy muy consciente que quiero ir por este camino. Ahora sólo pienso en darle rienda suelta a mi carrera musical. Sólo me interesa componer y cantar. Tengo muchas ganas de empezar a mostrar lo que siempre hice entre cuatro paredes y que se escuchen las canciones que antes me guardaba para mí. Tengo una banda divina. Nos gusta mucho juntarnos a tocar y que la gente nos escuche. Estamos muy contentos.
–¿Esta nueva etapa está relacionada con cierto hastío con la carrera de actriz o no tiene nada que ver?
–La pulsión de cantar estuvo siempre en mi vida. Esa pulsión, que estaba presente en mi hogar, finalmente salió a la luz. Nunca imaginé, de cualquier manera, que iba a armar una banda. Alguna vez tuve la fantasía de poder agarrar la guitarra y tocar y cantar para alguien que me escuchara. O tal vez acompañada de alguien más, pero nunca me imaginé armar semejante banda. Tampoco nunca había hecho nada para que la música superara la condición de fantasía.
–Hasta que apareció ¿Qué será de ti?, ese espectáculo que realizó junto a Antonio Birabent, con dirección de Javier Daulte, en el que conjugó música y actuación.
–Fui yo la que convoqué a Antonio y a Javier. Fue una decisión estratégica. ¿Cómo hacía para animarme a cantar en público, ante los ojos de todos? Se me ocurrió que la manera era estar contenida y cubierta por un personaje, escrito por Daulte. Me cobijé en mi casa, primero, y después detrás de un personaje, para poder cantar. Ese espectáculo fue un primer paso, menos expuesta, para cantar al público. Fue una primera prueba para saber si me animaba a cantar.
–En aquel espectáculo, el canto se escudaba detrás de un personaje y apenas había participado de la selección del repertorio de las canciones. En Sagrado, la que canta y la que compuso las canciones es usted. ¿Ese fue otro paso?
–Componía canciones hacía tiempo, pero seguían hibernando en la esfera privada. Siempre fui muy musical. La música está siempre presente, nunca me abandona. Es una compañera fiel y liberadora. Mi casa era un hogar muy musical. Mi mamá y mi hermano, Luis, estaban todo el día escuchando música. Me crié escuchando rock argentino de la mano de mi hermano, que era más grande que yo. En el disco hay dos canciones que hablan de él, Luis y Los monitos. Gracias a él escuché Moris, Vox Dei, Pastoral, todo Spinetta... Y mi mamá me inculcó la música más melódica, como Nino Bravo, Roberto Carlos, Julio Iglesias, Pimpinela, Valeria Lynch... En cierta manera, de todas esas diferentes músicas se formó mi cabeza.
–A la hora de animarse a desarrollar su faceta musical, ¿pensó conformar una banda sobre la base de un género musical en particular, o decidió salir a plantarse frente al mundo con todas esas amplias y variadas referencias?
–Prefiero que las cosas vayan surgiendo con naturalidad. La pulsión artística debe estar acompañada más por el corazón que por la cabeza. Al menos eso creo. Nunca hemos pensado para dónde ir. Nos dejamos llevar por lo que nos pasa, donde cada uno hace su aporte. Coronados tiene su propio sonido, hemos encontrado la sonoridad. Si bien cada canción es distinta, el grupo se reconoce en cada canción.
–El disco combina una sonoridad alegre y rica en colores, que contrastan con las historias tristes que cuentan las letras. ¿Esa fue una búsqueda consciente?
–Las letras surgen naturalmente. No hay una intencionalidad definida. Cuando uno se sienta escribir, tal vez apenas tiene una imagen, una frase o una idea. No más que eso. La canción tiene vida propia. Puede que empieces con la idea de ir para un lado y después la letra te puede llevar para otro. Me ha pasado muchas veces de a mitad de composición, preguntarme “¿de qué estoy hablando?”. A veces pasa que direccionás una canción y la podés llevar al destino que te había prefijado. Pero a mí me gusta dejarme llevar. Nunca hay que limitar la magia que surge cuando uno está componiendo una canción. Pero para que eso ocurra, no hay que ponerle límites a lo que surja desde la cabeza o el corazón.
–Como artista, parece muy predispuesta a dejarse llevar por lo que la vida disponga.
–No soy de quedarme encerrada en ningún molde. Creo que todo pasa por algo. Y que de cada cosa que nos pasa, una saca un aprendizaje. Uno no puede controlar todas las variables.
–Lo sabe usted, que cuando debutó en Señorita maestra supongo que no había “elegido” ser actriz. Más bien la actuación la fue llevando.
–Cuando empecé a actuar, es verdad que no había elegido seguir la carrera de actriz, pero la actuación era algo que me divertía. La pasaba bien. No sufrí haber empezado a trabajar como actriz de tan chica. En ningún momento sentí que un tsunami me pasara por arriba. Evidentemente tenía el don para la actuación. El mismo que hoy veo en Angela, mi hija. Era lo que tenía que hacer.
–¿Pero sintió que decidió ser actriz?
–No, no en un principio. La elección se produjo de grande, pero por la misma formación que fui tomando. De grande, estudié con Gandolfo, con Chávez, con Daulte... Ser actriz, sentirme actriz, fue algo que se dio naturalmente. En cambio, sí tuve que tomar la decisión de empezar con mi carrera musical.
–De hecho, no tiene una formación musical académica.
–No, soy autodidacta. He tomado algunas clases de guitarra. Pero nunca tuve constancia.
–¿Es vaga para el estudio?
–Soy un poco vaga. En realidad, soy más colgada que vaga. Me cuesta todo lo que tenga que ver con atarme a una estructura. El tema es que ahora me empieza a pasar que, para componer, necesito contar con más y nuevas herramientas. Quiero empezar a estudiar para que poder agregarle a la intuición una base musical que pueda contenerla. Por eso este año quiero no sólo dedicarme a tocar sino también a formarme.
–¿Es raro que alguien como usted, que es una figura reconocida, acepte públicamente sus carencias y miedos alrededor de la música?
–Mi miedo a cantar en público tenía que ver con algo interno. Nunca me puse a pensar en el riesgo artístico que asumía por cantar. Simplemente que no me animaba. No es tan simple. No todo es blanco y negro. Uno tiene sus mambos. No es que porque una es actriz le es más sencillo ponerse a cantar. Por suerte uno va creciendo, va haciendo terapia, puede romper con viejos patrones...
–O sea que, lejos de complejizar o profundizar esos miedos, el paso del tiempo la liberó.
–Cantar me gustó siempre pero tampoco de chica me animaba. A mí me sucedió al revés a lo que les pasa a muchos, que cuanto más chicos, más mandados. Los años me resolvieron muchos problemas internos, me liberaron de antiguos miedos, me ayudaron a comprender lo que soy y lo que quiero hacer. Me di cuenta de que no pasa nada si a alguien no le gusta como canto, porque lo relevante es lo feliz que me hace a mí cantar. No soy el centro del mundo. Soy menos que una hormiga. Ahora quiero hacer lo que quiero.
–¿La incomodaba, por ejemplo, la exposición de cantar sin estar camuflada detrás de un personaje?
–Sí, pero ya no me siento expuesta. Estoy muy contenta de haber podido dar este paso. Me gusta que escuchen mis canciones, que lleguen mis letras. Ya no me molesta desnudarme. Estoy muy contenta. Siento que libere algo que tenía trabado dentro mío. Actuar ya no es novedoso. Cantar es muy liberador. Cantar y componer. La música me ayudó mucho el año pasado.
–A la hora de componer, ¿expresa experiencias propias?
–Por lo general, suelo expresar en mis canciones mis propias experiencias. Que tienen que ver con momentos de mi vida, pero también con cuestiones muchos más cotidianas. Por ejemplo, “Marta-Elena” es una canción que surge a partir de lo que me genera un cuadro que tengo en mi casa. No hago psicoanálisis con mis canciones, pero la mayoría surgen de cosas muy internas, mías.
–Tal vez el miedo a cantar no sea sólo a la cuestión de su voz sino también a que su propia existencia está representada en las canciones.
–Mmmm, no sé... Me parece que me pasaban otras cosas, que tienen que ver con la voz, con cantar, con tocar... No es fácil pararse frente al público y ponerse a cantar para alguien que no lo hizo nunca.
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