Lun 15.02.2016
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MUSICA › RECITAL DE BABASóNICOS EN LA ETAPA MENDOCINA DEL PERSONAL FEST

Un revisionismo de fina estampa

La banda de Lanús ofreció un pantallazo completo de su catálogo. El cantante Adrián Dárgelos explicó el motivo: “Este show celebra nuestros veinticinco años, por eso tiene este recorrido caprichoso entre las canciones”. El público, agradecido.

› Por Joaquín Vismara

Cuando el show de Babasónicos en la capital mendocina promediaba la hora, el vocalista Adrián Dárgelos explicó con cierta demora las reglas del juego para la noche: “Este show celebra nuestros veinticinco años, por eso tiene este recorrido caprichoso entre las canciones”. La explicación fue coherente. Conocida por su tendencia a aferrarse a su pasado más reciente y desestimar su obra más remota, en esta edición veraniega del Personal Fest la banda de Lanús ofreció un pantallazo completo de su catálogo, una dinámica que en otros casos puede sonar previsible, pero que en el suyo ameritó como mínimo una explicación.

“Los calientes” e “¿Y qué?” clavaron los relojes entre 2001 y 2003, pero de a poco el panorama fue poniéndose más amplio. Puestas en diálogo entre sí, “D-Generación” y “Desfachatados” permitieron revivir las épocas en las que Babasónicos era una fuerza en mutación constante. La primera, un cimbronazo distorsionado en sintonía con el anticonformismo de la generación alternativa de principios de los noventa. La otra, una fábula clase B, un corrido mexicano enchufado a 220 voltios. Entre ambas un único denominador en común: un grupo que, en vez de buscar encajar en un universo en particular, decidió crearse el suyo propio.

La cosa había arrancado temprano, cuando el sol cuyano no daba tregua. Mientras los locales Pasado Verde apelaban a un hip hop compacto y preciso, los que llegaban al predio entregaban su curiosidad a las actividades que se desarrollaban lejos del escenario (tinturas temporales, shows de youtubers y demás actividades orientadas a los millennials cuyanos). Con los últimos rayos del día, El Kuelgue, la banda liderada por el actor Julián Kartun, aportó aires circenses con su folk delirante. La jornada sirvió de antesala del Personal Fest devenido en festival itinerante por el país (Salta, Corrientes, Córdoba), y tendrá su acto de cierre el sábado 20 en Figueroa Alcorta y Pampa de la mano de Tan Biónica, Miranda! y Maxi Trusso.

Desde Jessico (2001) a la fecha, Babasónicos redefinió su show como una máquina precisa de hits en sintonía con el pop. En Mendoza hubo mucho de eso, como esa invitación al baile que evocaron “Microdancing” y “Muñeco de Haití”, hasta que un ritmo quebradizo a puro cencerro convirtió el clima en “Sheeva Baby”, de su disco Trance Zomba, de 1994, con Dárgelos y Diego Rodríguez transformados en dos MCs de elegante estampa. El revisionismo continuó con “Perfume casino”, de Dopádromo, una bossa nova lisérgica que, sin preaviso, transforma su cadencia carioca en un funk retrofuturista. Mientras la banda repasaba esta canción de 1996, desde el campo VIP un fan adolescente abría Shazam en su celular para que la aplicación reconociese la canción, quizás la mejor metáfora de la brecha generacional del público babasónico.

El repaso histórico siguió con la oscura “Egocripta”, sostenida por un pesado riff de guitarra de parte de Mariano Rodríguez, y el clima se tornó tan lúgubre que el volantazo hacia terrenos más amenos con “Los burócratas del amor” fue tan radical como necesario para no perder la empatía con el público de un show gratuito. Algo parecido ocurrió pocos minutos después cuando a la vertiginosa “Viva Satana!”, inspirada en el cine sexploitation de Russ Meyer, le siguió “La lanza”, en la que Dárgelos bailó como entregado al trance, para luego rematar sus pasos con un meneo de caderas quizás no del todo apto para el público familiar ubicado en los canteros del centro de la plaza.

Dentro de una lista plagada de golpes efectivos, “Escamas” (de Mucho, de 2008) tuvo una acogida tibia, pero estuvo lejos de ser un paso en falso, porque sirvió de antesala para ese bolero de dudosa moral llamado “Putita”. Con el clima intimista sobrevolando el ambiente, “Malón” fue un sacudón abrupto, un noventismo con hambre de hardcore. De ahí, Babasónicos saltó al medley de “Carismático” y “Yegua”, donde una frase de la primera (“Algunas noches soy fácil, no acato límites”) deriva en estribillo y leitmotiv de la segunda con total naturalidad.

A pesar de que en los próximos días Babasónicos estrenará “Vampi”, el primer adelanto de su inminente álbum Impuesto de fe (una suerte de repaso histórico en formato alternativo intercalado con dos composiciones nuevas), nada de eso pudo paladearse en Mendoza. A cambio, Dárgelos y compañía entregaron versiones respetuosas de los originales, y a nadie pareció molestarle. Prueba de ello fue el cierre de la noche: con el escenario casi en penumbras, la banda comenzó la retirada con el ritmo hipnótico a cámara lenta de “Flora y fauno”, de A propósito. Al igual que en el disco, lo que siguió a continuación fue “Fiesta popular”, un rock intenso que invita a entregarse a la efusividad sin dudar (“No seas infeliz, dejate arrastrar por el carnaval / Noche de máscaras, dejate influenciar por el caos”). Después de varios años de evadirlo, Babasónicos finalmente pudo aplicar ese mismo criterio a toda su obra, y la maniobra tuvo sabor a victoria.

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