Vie 18.03.2016
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MUSICA › LA JUNTADA DE PETECO CARABAJAL, LUIS GUREVICH Y ANNABELLA ZOCH

Cuando lo cotidiano se vuelve mágico

Sus caminos se han cruzado más de una vez, pero ahora decidieron subir juntos al escenario simplemente “porque somos amigos, por el gusto de tocar juntos canciones que nos gustan de nuestro repertorio como autores”. Esta noche actúan en el C. C. Tasso.

› Por Cristian Vitale

“Hay una estructura pensada, que luego se podría desarmar por completo”, advierte, lúdica, Anabella Zoch, pata femenina del espontáneo trío que se reunirá hoy a las 21 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575). “La idea es que se integren los temas que Luis Gurevich –una de las patas masculinas– hizo con León Gieco, luego parte de la obra de Peteco Carabajal –la otra pata masculina–, una parte especial de los éxitos de Músicos Populares Argentinos y la parte inédita de las canciones que escribí yo con Peteco”, informa la cantora acerca de una estructura que “podría” ser. Y que tal vez sea bastante, claro. Refuerza Peteco, corriendo el eje hacia el repertorio: “Con cinco canciones mías, más algunas de las nuevas que hemos hecho con Anabella, más cinco de los hits que ha hecho Gurito con León ya nos da quince temas. Ya podemos defender una hora sobre el escenario”, se ríe el vate de La Banda ante Página/12, y cuestión consumada. Disfrute asegurado. “Es una juntada inesperada, porque surgió y se concretó por un lugar que no estábamos buscando, que no esperábamos. Nos dimos cuenta que teníamos así nomás, por el hecho de juntarnos, unos quince temas que podíamos hacer entre los tres, que nos involucraban”, refuerza el cantor, guitarrista, charanguista y violinista del clan Carabajal que, precisamente, tocará tales instrumentos esta noche.

Zoch, en tanto, cantará y le entrará a la percusión; otro Carabajal (Homero, en este caso) tocará bajo –en condición de invitado– y Gurevich hará lo propio con lo suyo: el piano. “El año pasado trabajé para un proyecto sobre agricultura familiar para el INTA que se llama Somos la Tierra y que constaba de un libro, una película y un disco con canciones compuestas e interpretadas por distintos artistas”, cuenta Gurevich. “Y ahí grabamos ‘Digo la mazamorra’ con Peteco. En la presentación del proyecto cantamos algunas canciones más, y también vino Anabella que cantó con nosotros. La pasamos muy bien y fue muy natural, tanto que de inmediato vino el “che, ¿y si hacemos algo juntos?.... y acá estamos”, cuenta la mano derecha de Gieco. “Quiero decir: es una reunión de amigos, por el solo gusto de tocar juntos canciones que nos gustan de nuestro repertorio como autores”.

Gurito, como le dicen, elige resaltar entre esas canciones “Cinco siglos igual”, “porque es un tema que siempre me emociona tocar, y lo grabamos con Peteco en vivo para su disco Historias Populares”. Lo mismo hace el pianista y tecladista con “Río y mar”, porque le pareció muy bella la versión que hizo Zoch del clásico de León. “Yo destaco dos de los que seguro vamos a hacer”, se suma al juego la cantora de San Nicolás. “Uno es ‘El ángel de la bicicleta’, de Gurevich y León, y el otro es ‘Domingo’, tema que compusimos con Peteco”, anticipa ella, cuyo último disco (Espejo de amor) radica precisamente en un homenaje a la faceta autoral de Peteco, en el que también, nada casualmente, participó Gurevich. “Fue un momento simple y mágico. Ellos tuvieron un revival de amor que nunca cesó pero que se enciende en cada nuevo encuentro”, sostiene Zoch.

Peteco, en tanto, se para en Antes que cante el gallo, el segundo disco de MPA –el único en el que participó Gurevich– y desde ahí agrega que van a tocar la emblemática “Canción del Brujito”, que Carabajal compuso en honor a Diego Armando Maradona, dadas las probadas genialidades del diez en el mundial 86 (el disco salió en 1987). Y además, igual que Zoch, se refiere a “Domingo”. “La razón es que cada vez que la cantamos gusta mucho. Creo que es un tema importante, lindo. También estoy pensando en ‘Arde la vida’, en ‘Las manos de mi madre’, y en un par de temas nuevos que hemos hecho con Anabella, como una zamba-canción llamada ‘Alas del sol’, que es una historia de ficción. Habla de una mujer norteña que vivía en La Boca, y que su única salida del tedio que significa vivir en Buenos Aires siendo bien del norte, es vender gorritos coyas, azules y amarillos, los domingos que juega Boca, hasta que después vuelve a la desolación de toda la semana”, explica Carabajal sobre la pieza a estrenar.

–Peteco hizo mención a “La canción del brujito”, un clásico de MPA. ¿Cómo llega a usted, Gurevich, el recuerdo de esa agrupación que marcó un hito en la historia de la música de raíz en la Argentina?

Luis Gurevich: –MPA fue una experiencia única. A mí me marcó en todos los sentidos y, sobre todo, en todo lo que luego pude realizar como músico. Con Peteco a través de los años siempre estuvimos presentes... si me llama estoy, si lo llamo está. Para mí es muy importante saberlo cerca, porque nos gusta y nos divierte mucho tocar. Además, hablar de MPA es también hablar del Chango Farías Gómez y de Jacinto Piedra, claro. El Chango fue un verdadero maestro. Yo crecí mucho a su lado y una manera de extrañarlo un poquito menos es tocar con la Orquesta popular de cámara Los Amigos del Chango, que es su último proyecto, y en el que, además de tocar con increíbles músicos, compartimos con el “Mono” Izarrualde, amigo y compañero en muchos proyectos y por supuesto en MPA. Y con Jacinto nos divertíamos mucho tocando... su voz, su cantar y su decir, por supuesto, emocionaba a cada instante.

Anabella Zoch: –Yo quisiera aportar algo sobre el legado de MPA y lo que significó para mí. Cuando salí de San Nicolás a cantar, en 1995, fui revelación del festival de Baradero y después del festival de Cosquín. Antes que esto ocurriera, tuve que elegir canciones de folklore para concursar. Y encontré el disco de MPA, que para mí siempre fue el del arco iris en la tapa (el mencionado Antes que cante el gallo)... entonces me aprendí todas las canciones, concursé y gané los dos festivales más grandes de la argentina. Eso es Peteco y MPA para mí: el comienzo de todo. Y hoy, el hecho de ver a Luis y a él sabiendo que los dos estaban dentro de ese casete del arco iris, me confirman que lo cotidiano se vuelve mágico.

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