Domingo, 20 de marzo de 2016 | Hoy
MUSICA › GUILLO ESPEL SE PRESENTARA HOY EN EL TEATRO COLON
Junto a su cuarteto, pero también con otros invitados, el guitarrista y compositor volverá al escenario que pisó el año pasado, cuando celebró sus treinta años de actividad. “Me gusta emparentarme con el ámbito en que estoy, redimensionarlo desde mi sonido”, destaca.
Por Diego Fischerman
En abril del año pasado tocó en el Teatro Colón. Y hoy a las once Guillo Espel volverá a hacerlo, abriendo el ciclo de Intérpretes argentinos. “El concierto del año pasado –comenta el guitarrista y compositor a Página/12– se convirtió en una conmemoración de mis treinta años de actividad profesional. La base del recital fue mi cuarteto habitual y el festejo contó con invitados especiales y un quinteto de cuerdas. Esta vez hemos preparado entonces un recital diferente, con otros invitados y variaciones en el repertorio, aunque manteniendo parte del mismo que es la esencia de nuestro sonido”.
Fundador del recordado Trío La Posta y autor de obras de cámara y sinfónicas, hace dos años produjo un disco sumamente original, donde la pianista Fernanda Morello interpretaba sus miradas sobre un repertorio exclusivamente dedicado a mujeres. Con el título 12 mujeres el álbum recorría las lecturas de Espel sobre Spinetta, Björk, Serrat, los Beatles o Jobim. Ahora, acaba de editar un trabajo que recoge, en Cd y Dvd, precisamente la presentación de hace un año en el Colón. Como en esa ocasión, aquí estará el cuarteto atípico de guitarra, bandoneón, vibráfono y cello que integran junto a él Alejandro Guerschberg, Oscar Albrieu Roca y Alfredo Zuccarelli. Y participarán también Agus Voltta en voz, Ignacio Svachka en percusión y vibráfono, Pedro Carabajal en cello, Coti Moroni en clarinete bajo y clarinete en si bemol, Pablo Fenoglio en trombón y Germán Gómez en percusión.
“Estoy muy entusiasmado con el mapa tímbrico que plantea este concierto. Sucede que, a la inusual formación de nuestro cuarteto, le sumamos una sección de metales y vientos y se crea un color muy particular junto con otra mecánica en la emisión de sonido por aire, como es la que produce el bandoneón. En verdad, este esquema instrumental, sumando la frotación o pulsado de cuerdas en mi guitarra y el cello, más la percusión y resonancia del vibráfono, lo vengo trabajando desde hace varios años, ya que hay cuatro temas en los CDs del cuarteto con esas secciones. Justamente retomé esos arreglos, ya que en el concierto año pasado, la sonoridad elegida incluyó un quinteto de cuerdas, que es otro de los formatos que trabajo junto con mi grupo. Como se puede ver, el color instrumental y el contrapunto que busco en esos entramados, son una preocupación y un incentivo muy grande.. Ocurre que estaremos tocando en uno de los escenarios de mejor acústica del mundo y eso se torna esencial para diseñar el concierto. Esto es lo mas significativo de tocar en ese teatro, respecto de otros conciertos o lugares. Me gusta emparentarme con el ámbito en que estoy, explorarlo, redimensionarlo desde mi sonido.
Espel tiene, además, una vasta trayectoria como orquestador y ha sido el socio necesario (no por nada su modelo siempre ha sido George Martin) en el sonido final de artistas tan disímiles como la soprano Anna Netrebko, Pedro Aznar, Abel Pintos, David Lebon, Teresa Parodi y Jorge Fandermole. “Para mí la música es forma”, explica. “Y se desarrolla en todos los planos en los que sucede el tránsito hasta corporizarla. Entonces, componer es pensar en forma, y al interpretar es corporizar esa forma, es darle entidad sonora. Timbre, ritmo y diseño es parte de un mismo proceso. No trabajo por secciones, ni diferenciaciones. De allí que también mi música parece mutar a medida que transcurre, o lo opuesto, parece perseguirse a sí misma. No son enfoques diferentes. Hay una actitud rumiante en ese proceso, que es siempre un primer y único punto de partida, una idea, y que después hago expansiva hacia donde intento plasmarla. Entiendo que esto, a veces, incomode a pares u oyentes: no buscar referentes, no adecuarse a grupos de pertenencia, a estéticas definidas o a caudillos autoproclamados. Parece casi una irreverencia, pero la creación no puede estar disociada de la libertad y menos de la imprevisión. Componer es algo muy lúdico en este sentido, casi brutalmente motriz. Es dar ideas y vueltas sobre el tiempo y los procedimientos que uso para un mismo material. Podría visualizarlo de esta manera: un niño moldeando arcilla, en distintas formas, armando y desarmando mundos creados en cada figura, amorfa o precisa, lo cual produce resultados aunque él no haya previsto que eso pudiera ocurrir.”
Discípulo de Manolo Juárez –y sobre todo en la continuación de su perfil a caballo de distintos géneros y estéticas– Espel remarca: “No hago manifiestos públicos con mi música o con los géneros musicales que transito. Simplemente lo que escribo intenta fluir, en equilibrio, sin preconceptos. Es cierto que una parte importante de lo que trabajo parte de motivos folklóricos argentinos, y también que lo que suena está atravesado por músicas universales o procedimientos de composición venidos de otras músicas. Pero en todo caso me parece muy poco interesante que se intente escuchar lo que hago desde este enfoque. Prefiero sugerir que mí música se convierta en un tránsito, y que se entienda como producto de algunas preocupaciones que derivaron en sonidos. Son pequeñas historias discursivas, y me encantaría que el oyente las decodificara como quisiera, con una sencilla escucha, con emociones, con un recuerdo o episodio hacia alguna otra sensación. Al fin de cuentas, o al principio, la celebración que hacemos, músicos y público en la sala, es parte de nuestras vidas, es un día que elegimos para vivir mejor, en conjunto; para estar cerca del otro, y de uno mismo”.
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