MUSICA › IFPI DIO A CONOCER EL GLOBAL DIGITAL REPORT: STATE OF THE INDUSTRY
Por primera vez en una década, la industria musical experimentó un alza de ventas que se tradujo en un volumen de negocios de 15 mil millones de dólares. Con el streaming como nueva estrella, Argentina fue uno de los mercados con mayor tasa de crecimiento.
› Por Eduardo Fabregat
La tendencia no es nueva, pero 2015 fue el año de consolidación: en la temporada pasada, el mercado digital de la música superó al fin al físico, al quedarse con el 45 por ciento de la recaudación total contra el 39 por ciento de las ventas físicas. Así lo dictamina el Global Music Report que dio a conocer ayer la International Federation of Phonographic Industry, el ente que agrupa a 1300 compañías discográficas –multinacionales e independientes– de 62 países. El detallado análisis da cuenta del estado de las cosas en un mercado que, no hace tanto, parecía cercado por la piratería, pero que hoy no puede menos que respirar aliviado. Después de una década de caída o en el mejor caso de estancamiento, el mercado global de la música creció un 3,2 por ciento y totalizó 15 mil millones de dólares. Aún está lejos de los 20 mil que supo cosechar en 2005, pero los números de la venta digital marcan una tendencia alcista que enciende el entusiasmo.
Según lo informado por IFPI, en 2015 la recaudación digital aumentó un 10,2 por ciento y totalizó 6700 millones de dólares, un monto que le permitió compensar la caída de ventas de formatos físicos. En ello tuvo un rol crucial la nueva estrella de la industria musical, el streaming, que gracias a la potencia de plataformas que ofrecen tanto servicios de subscripción como modelos gratuitos basados en publicidad aumentó su recaudación en un 45,2 por ciento (a comienzos de 2016, las plataformas musicales en el mundo llegaron a 400). El cambio de costumbres de los usuarios hace que el streaming –que totaliza un 43 por ciento de la recaudación digital, el 19 por ciento del global– esté cerca de desbancar al downloading, que aún posee el 45 por ciento de ese rubro (el 20 por ciento de la cifra global). Está claro que “bajarse” un disco o un single a un aparato (sea computadora, tablet, celular o reproductor) empieza a ser cosa del pasado. Y aunque los formatos físicos siguen en el camino de la decadencia, esta disminuyó la velocidad: quizá por el reverdecer del vinilo (en 2014 la venta del formato plástico creció un 54 por ciento; este reporte no da cifras al respecto), en la temporada pasada las ventas cayeron solo un 4,5 por ciento, contra la baja del 8,5 por ciento de 2014 y el 10,6 por ciento de 2013.
Las otras fuentes de ingresos de la industria también mostraron crecimiento: los derechos de performance –o sea la recaudación producida por el uso de música grabada en lugares públicos, shows en vivo, radiodifusoras y televisión–, crecieron un 4,4 por ciento, totalizando 2090 millones que le significaron el 14 por ciento de la torta global: en la última década, esos ingresos se duplicaron. Allí también se incluye la recaudación por “sincronización”, es decir el uso de música en películas, publicidades, videojuegos y programas de televisión, que subió un 6,6 por ciento.
Subtitulado State of the Industry (“El estado de la industria”), el informe IFPI hace un recorrido detallado de varios mercados. En la era en que la piratería era señalada como el monstruo que arrasaría con todo, la mayor preocupación pasaba por Asia; incluso hace un par de años, cuando las plataformas digitales empezaron su real penetración en el público consumidor, países como Japón o Corea del Sur mostraban una notoria resistencia a las nuevas costumbres. La marea cambió drásticamente: en 2015 el gigante asiático creció un 5,7 por ciento, con un alza del streaming cercana a los 30 puntos. Los nipones, que concentran el 74 por ciento del mercado del continente, impulsaron una suba en las ventas del 3 por ciento, mientras que Australia creció un 6,1 y Surcorea el 12,4 por ciento. Europa aumentó su volumen de negocios el 2,3 por ciento, con fuerte influencia del streaming (llegó al 43 por ciento del mercado), aunque cada país es un mundo: mientras el 67 por ciento de Suecia consume música en modo digital, en Alemania el compact disc aún retiene el 60 por ciento de las ventas. Estados Unidos, cuyas ventas subieron el 1,4 por ciento, se aproxima a las cifras suecas, ya que un 66 por ciento del mercado musical quedó en manos de lo digital. Allí, el 46,6 por ciento correspondió al streaming, mientras que los downloads cayeron 12 puntos y las ventas físicas, el 8,8 por ciento.
¿Y Argentina? Para IFPI, América Latina es uno de los territorios que más esperanza (y ruido de registradoras) produce. El Global Music Report destaca que, por quinto año consecutivo, la región es la que muestra mayores tasas de crecimiento. En 2015 las ventas de música subieron el 11,8 por ciento, mientras que el mercado digital creció un 44,5 por ciento –”cuatro veces la tasa promedio global”, señala–, con una brutal alza del streaming del 80 por ciento. Los dos mercados principales para la industria son Brasil (a pesar de que sus ventas cayeron el 1,8 por ciento) y la República Argentina, que experimentó una suba en sus ventas digitales del 34,8 por ciento. En ello tiene que ver el pródigo panorama de plataformas dedicadas a comercializar música. En el país funcionan 17 servicios digitales: Apple Music, Cienradios, Claro Música, Daily Motion, Deezer, Google Play, Groove Music Pass, Guvera, iTunes, Larala, Microsoft Music Store, Movistar, MTV, Napster, Personal, Spotify y YouTube.
¿Entonces, todo es color de rosa en una industria tan cercana a la cotidianidad de la gente? Sí y no. La suscripción paga a plataformas como Deezer y Spotify (que aumentaron sus clientes un 58,9 por ciento), Rhapsody/Napster, Apple Music y demás llegó a 68 millones de usuarios. YouTube tiene 800 millones de espectadores mensuales, y el 65 por ciento de usuarios estadounidenses menores de 25 dicen usar la plataforma de videos directamente como servicio de música; de hecho, el año pasado se lanzó YouTube Red, un servicio de subscripción que integra a la web de video con Google Play Music. Pero donde las cifras empiezan a meter miedo es en ese rubro que llevó a que varios músicos eliminaran su material de las plataformas de streaming. El informe lo define como “The Value Gap” (“La brecha del valor”), y es la escasa retribución que en esta danza de cifras reciben los principales responsables del asunto, los músicos. Por vacíos legales, particularidades de cada país y complejos entreveros contractuales, los creadores de canciones –ya que no propietarios de los derechos, que quedan en manos de las discográficas que produjeron el fonograma en sí– se siguen llevando una parte ínfima de toda esa recaudación. Y aun dentro del mundo digital, hay escalas que sorprenden: mientras Spotify le paga a las discográficas 18 dólares por usuario, YouTube desembolsa... un dólar.
Para ponerlo en cifras comprensibles: en un año de Spotify, a Pharrell Williams le quedaron limpios casi 1,5 millones de dólares. Suena bien, salvo por el hecho de que para llegar a esa cifra tuvo que sumar 232.393.728 clicks de “Happy”. El mundo es digital. Los porcentajes siguen siendo analógicos.
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