Sábado, 30 de abril de 2016 | Hoy
MUSICA › LISANDRO ARISTIMUÑO CIERRA UNA ETAPA Y ABRE OTRA
El músico de Río Negro comenzará este fin de semana, en el Gran Rex, una gira en la que mostrará el material de En concierto. Pero ya tiene grabadas otras diez canciones, muy distintas y con una banda nueva, para un futuro disco. “Quiero seguir creciendo”, subraya.
Por Sergio Sánchez
Lisandro Aristimuño se tomó en serio eso de ser un “músico anfibio”. El músico de Viedma se aburre rápido y necesita cambiar la piel en cada disco. A fines del año pasado, publicó un álbum doble en vivo, En concierto, en el que registró su sonido actual, repasó su obra y le dio un cierre a la extensa gira por todo el país de Mundo anfibio (2012), su último trabajo de estudio. Sin embargo, esa noticia ya parece haber quedado vieja. Es que el músico de Río Negro le adelanta a Página/12 que ya tiene grabadas las diez canciones nuevas que formarán parte de su próximo disco, que saldrá en septiembre. Pero esa no es la única novedad. Fiel a su estilo, decidió dejar descansar a su banda de siempre, los Azules Turquesas, y entrar a grabar con una formación nueva. O, mejor dicho, un seleccionado acorde para la ocasión: Javier Malosetti en bajo, Sergio Verdinelli en batería, Nicolás Bereciartúa (hijo de Vitico) en guitarra y, claro, Aristimuño en voz y guitarra. “Quería cambiar el audio, renovarme, mutar, volver a hacer otras cosas, seguir creciendo. Es como que un director de una peli cambie de actores. Ya hice películas con los mismos actores y ahora me surgió la necesidad de actuar con otros”, explica Aristimuño antes de comenzar una extensa gira por todo el país, que abrirá hoy y mañana en el Gran Rex (Corrientes 857), con entradas agotadas.
–Ya tiene un disco nuevo grabado, con otro sonido, pero al mismo tiempo está presentando los discos en vivo. ¿Cómo define esta etapa?
–Estoy en una etapa artística nueva. Grabé un disco nuevo en ocho días, y sólo falta mezclar y masterizar. Estos conciertos son una especie de cierre de mis discos anteriores. No hace mucho que “sucedió algo” con mi música, no vengo tocando hace veinte años. Fue algo muy fuerte. Ahora quise cerrar esta etapa con los shows. Quiero presentarme en vivo para que vean cómo es el concierto que quedó registrado. Y quiero mostrar eso en todas las ciudades.
–¿Y qué puede adelantar del nuevo material?
–Ariel Polenta es el coproductor del disco, es la primera vez que laburo así. La búsqueda que me propuso Ariel va por un lado despojado, más orgánico. Yo suelo hacer maquetas larguísimas, preproduzco los discos un año antes, pero esta vez no hice nada de eso. “¿Por qué no nos metemos en el estudio con dos cracks como Verdinelli y Malosetti y empezamos a armarlo ahí?”, me propuso Ariel. Yo llevé un par de bocetos grabados en el celu con la viola y no hice maquetas ni arreglé nada. Entonces, es un disco que tiene una impronta cruda y directa. Fue algo increíble, me hizo sentir orgulloso. Siempre fui un arquitecto, pero esta vez fui un albañil, no el maestro de obra. Verdinelli y Malosetti me proponían cosas, intercambiamos un montón. Fue un proceso muy interesante. Yo llevaba la canción más o menos hecha y la armábamos ahí. Improvisación y ver qué sucedía. Quedó un sonido orgánico, no sé si es rockero. Son canciones muy simples, con acordes simples, sin tanto quilombo, sin tanto rollo. Te dan ganas de agarrar la criolla y sacar un tema. Tiene pocos acordes, no tiene máquinas, no tiene electrónica. Otra novedad es que no hay cuerdas. Usé vientos en lugar de cuerdas. Y hay invitados como Fernando Ruíz Díaz, de Catupecu.
–Nadie lo corre para sacar un disco, maneja y autogestiona su carrera, no sorprende que haga un vuelco así con el disco...
–La independencia y la autogestión me dan la libertad de poder laburar de ese modo; me parece que todos la deberíamos tener. Es difícil el sistema de la música, el negocio que hay detrás, y algunos artistas que valoro caen en eso. En mi caso, por suerte, puedo seguir produciendo y haciendo cosas que realmente tengo ganas de hacer y no por un hecho comercial. Busqué un coproductor para tener otra visión. A veces el músico argentino tiene el problema del ego, quiere figurar en todos los créditos. Eso no es crecer, es retroceder. Por eso quise cambiar la banda, buscar un coproductor, seguir investigando, seguir aprendiendo. La palabra aprender debería estar más presente. Tengo la suerte de que mi público es muy respetuoso, le gusta escuchar, siempre me apoyan. Se sienten parte. Valoro un montón eso. Por eso también hice el disco en vivo, porque quería mostrar ese lado, como si el público fuera parte de la obra.
–¿Y las letras de qué hablan?
–Son positivas, son felices, son de “aguantemos” y busquemos en el amor. A mí me surgió eso: tirar ánimo en las letras, que creas en lo tuyo. Tiene ese mensaje. No es introspectivo. Son letras súper directas. Se fue un poco esa melancolía del interior.
Esta noche en el Gran Rex (ya suma ocho conciertos ahí), Aristimuño y su banda, Azules Turquesas, iniciarán una gira que los llevará por Montevideo, Rosario, Santa Fe La Plata (mayo), Bahía Blanca, Neuquén, Córdoba, Santiago de Chile (junio), Salta y Tucumán (julio). En concierto, el disco doble que editó en noviembre, muestra versiones maduras de lo mejor de su repertorio, integrado por cinco discos de estudio. Y retrata también el sonido que construyó durante diez años con su banda. “Fue como hacer una foto familiar, cada vez que lo escucho me emociona, me da felicidad haber trabajado con esta banda. La mayoría toca conmigo desde el primer disco (Azules turquesas, 2004). Poder tener este registro es conmovedor. La idea es que la gente que lo compró pueda ver ese show”, cuenta el músico de 37 años, distendido en su nuevo estudio de Villa Urquiza. En el disco se destaca una potente versión de “Para vestirte hoy”, “Por donde vayan tus pies” (junto a Fito Páez), “Azúcar del Estero”, “Green lover” (junto a Gabo Ferro) y clásicos de su repertorio como “La última prosa”, “Canción de amor”, “Tu nombre y el mío” y “Blue”, con nuevos arreglos y texturas.
–Es una buena carta de presentación para los que no conocen su obra...
–Sí. Incluso hay canciones que me gustan más cómo están ahí que en el disco, porque fueron madurando. El registro del público me parecía que era parte del asunto. Hay una atmósfera que se armó que me encantaba como concepto para tenerlo grabado. Y cuando mi hija tenga quince años lo escuche y diga “qué bueno cómo sonaba la banda, viejo”. Es una fotografía muy contundente de lo que sucedió hasta ahora. Es una recuperación de la obra anterior, pero con versiones muy distintas. Los nuevos públicos van a querer saber cómo eran las canciones originales. Otra cosa que me interesaba era que el mismo concierto del Gran Rex se pudiera ver en todo el país, desde el lado de la producción. Que el escenario se vea igual, que esté la misma banda, la técnica, las consolas, etc. Es un trabajo muy duro y por suerte los productores locales de cada lugar se la juegan.
–¿Cómo fue el proceso de selección y edición? Tenía hasta nueve versiones distintas de un mismo tema...
–Fue caótico el proceso de selección. Quizás el tema iba bien hasta la mitad pero alguien entró desafinado y había que descartar la canción. Pero por suerte quedó bien. Encontré las versiones que me gustaban e inclusive hay algunas que quedaron con algún error. Y hay invitados, como Gabo Ferro, que es un hermano de la independencia y la autogestión. Y el maestro Fito Páez, que es mi ídolo total, lo admiro muchísimo, admiro lo que hizo con el folklore, fue un referente muy grande para mí. Fito sintetiza y me llegó mucho su obra. Hay una pequeña intro de “Av Alcorta” en “Para vestirte hoy”. Soda Stereo y Gustavo Cerati son como libros que no se pueden dejar de leer. Si sos músico, un disco de Soda o de Cerati tenés que tener. Bocanada, por ejemplo, es un manual. Participé del homenaje que le hicieron en el CCK.
–Mencionó al CCK, ¿cómo ve el hecho de que aún no haya abierto sus puertas, que haya despedido a sus trabajadores, y la incertidumbre que hay en torno a las políticas culturales desde el Estado?
–Al ser alguien de la autogestión e independiente, no estoy a favor de las cosas que están sucediendo en el ámbito cultural. Pero hay que seguir adelante, yo soy músico, mis canciones tienen que seguir, por eso mi nuevo disco habla de seguir adelante. Desde mi lugar, desde mi oficio, trato de pasarla lo mejor posible dentro de los parámetros que hay. Veo que este presidente realmente no favorece al país, pero no hay que quedarse ahí, cada uno puede aportar desde su lugar. Hay gente a la que la echaron del laburo y me parece re injusto. Si echás a alguien sólo por su ideología política me parece muy tonto de tu parte, hay gente que trabaja muy bien y no debería ser apartada. No comparto, por supuesto, los cierres de los espacios culturales, que el Estado no financie a la cultura; todo eso me asusta y me tiene preocupado, pero trato de luchar y buscar un camino alternativo. Y seguir trabajando.
–Para un músico autogestionado es más complicado mantenerse porque no tiene una discográfica atrás que garantice, por ejemplo, la rotación en las radios. ¿La fórmula que usted encontró es estar todo el tiempo en movimiento y mutando?
–Es muy raro verme en pausa, me gusta trabajar, amo la música. Si no hubiera sido músico, estaría ligado de alguna manera con la música. Es algo que me ayuda, que me hace bien, es como una terapia. Me ha salvado bastantes veces. Hacer algo musical y moverme todo el tiempo es parte de mí. A la hora de hacer producciones y conciertos, pienso en el público, si va a ir a verme, si les gustará, qué pasa con lo que hago. Pero desde el fondo de mi corazón lo hago más para mi familia, mis amigos, para mí. Siempre hay que pensar en un entorno más chico, no en un millón, porque sino te volvés loco. Si te ponés a pensar en algo masivo, ahí te empezás a enfermar.
–En estos años, logró trascender al cantautor patagónico y que su obra ganara un carácter nacional, federal, ¿Qué siente con esa proyección?
–¿Por qué pensamos que en la Patagonia no hay alguien que pueda hacer eso? ¿Por qué pensamos que solo pueden salir de Buenos Aires? ¿Por qué hay sorpresa cuando alguien es de otro lugar? ¿Por qué en el norte el músico tiene que hacer folklore y no música electrónica? Es algo que fui madurando. No se sale sólo desde Buenos Aires. Es muy difícil que te den bola, es costosísimo, pero es parte de la música. Las crónicas del viento (2009) es como si fuera un libro personal de mi lugar. Si tenés edificio, no hay viento. En el sur hay viento porque no hay edificio, te pega en la cara. Y eso hace que la música sea de otra forma. Yo hubiera sido muy feliz tocando en el sur, aunque quizás no hubiera hecho un Gran Rex. Me encanta mi país entero, Mendoza, Salta, Tilcara. Pero vivo en Buenos Aires, mi hija nació acá, me fui desarrollando acá. Ahora por suerte está lleno de estudios en todo el país. Internet también hizo que todo se abriera un poco más.
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