Jueves, 12 de mayo de 2016 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A LA CANTANTE BRASILEñA HéLI, ANTES DE SU PRESENTACIóN EN CARAS & CARETAS 2037
El “puente aéreo” que unió Río de Janeiro y Buenos Aires le dejó un acento carioporteño que delata su pertenencia a las dos ciudades. Esta noche en Sarmiento 2037, la vocalista que se crió al calor del gospel mostrará las canciones de Brasil Deluxe.
Por Karina Micheletto
En un ir y venir constante entre Río de Janeiro y Buenos Aires, todo un “puente aéreo” que le dejó un hermoso acento carioporteño, Héli grabó un disco con ritmos, influencias y músicos brasileños y argentinos, con canciones en portugués y en español, en el que muestra un pulso poético propio y una afinada voz en la que inevitablemente se cuelan aquellos coros gospel en los que comenzó cantando. Se llama Brasil Deluxe, lo editó en Brasil el sello Scorpion Show y en la Argentina la Unión de Músicos Independientes, y se presenta hoy a las 21 en Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037). Acompañan a Héli una cantidad de músicos que convierten al encuentro, dice la cantautora, en una “jam de amigos”. “Es gente muy talentosa y también grandes amigos: Juan Valentino; Ariel Hernández, gran bandoneonista; Kubero Díaz, una leyenda del rock nacional; Ivonne Guzmán, cantante colombiana de excelencia y gran amiga que hizo los coros del disco; Virginia Marques, que forma con ella Savia”, enumera la carioca. A estos invitados hay que sumar los músicos de la banda, Ezequiel Ricas en bajo, Ariel Vergara en guitarra, el bahiano Blue y Carlos Casas en percusión, Sergio López en batería y producción musical, también productor del disco. Y al teólogo y multi instrumentista Helio Paulino, padre de Héli, que llegó ayer para la ocasión (“Todavía no sabemos dónde lo vamos a ubicar, por suerte tenemos muchas opciones”, se ríe la artista).
Nacida en Río de Janeiro y asidua visitante a la Argentina durante años, Héli estableció finalmente “una casa de cada lado”. Y así se entiende el arte de tapa de su disco, que la muestra en un aeropuerto, munida de su guitarra y su valija: “Mis dos compañeras inseparables”, analiza ella con humor. “Fui y volví muchas veces, y ese ir y venir me dejó este acento y muchísimos amigos, gente con la cual comparto también este camino musical”, cuenta. “Este nexo con la Argentina es algo que me viene de chiquita, mi abuelo tocaba el acordeón y le gustaba muchísimo el tango, Mercedes Sosa. También a mi papá, que toca varios instrumentos. El tango además tiene su tradición en Brasil, en las escuelas de piano a los principiantes se les da un tango para aprender, y a nosotros se nos quedó pegada esa tradición, nos volvimos fanáticos del tango. Así que todos me decían: tenés que conocer la Argentina. Cuando la conocí, conocí también a muchos músicos argentinos, y quedé para siempre con un pie de este lado”.
Ya antes de este “puente aéreo”, cuenta Héli, su vida estuvo marcada por los viajes. “Desde los 17 años comencé a viajar, fue cuando grabé mi primer long play. Ya entonces viajaba, primero acompañada por mis papás, y después, habiendo cumplido los 18, de a poco sola. Así que toda mi vida, mi mayor compañera fue la valija. También ese es el sentido de las fotos del disco”, repasa en diálogo con Página/12.
–Usted es licenciada en teología y música, al igual que sus padres. ¿Cuánto de esta primera formación se relaciona con su carrera de cantautora?
–Estudié, pero nunca llegué a ejercer. Lo que ocurrió fue que tanto mi mamá, que ya no está, y era teóloga misionera, como mi papá, que tenía un posgrado en teología, tenían hecho ya ese camino. Y el momento de elegir una carrera a mí me agarró en una etapa en la que ya estaba trabajando a full con la música, así que lo más fácil para mí fue elegir el camino de mis padres. Pero ni bien terminé, seguí mi camino con la música. No diría que esta formación se relaciona con este trabajo, pero sí que la aplico en mi vida personal. Esa formación me abrió la cabeza, y la aplico para muchas cosas a nivel personal. En lo musical, quizás la única influencia más o menos notoria es que yo empecé con la música gospel, cantando en los coros de las iglesias, y mi formación en canto viene de ahí. Entonces, más allá del estilo que después desarrollé, siempre se va a notar alguna cosita de esa formación, porque crecí cantando gospel, y mi primer disco tuvo esa marca.
– Hay mucha poesía en su música, ¿cuál es el lugar que le da a las letras en las canciones?
–¡El primer lugar! Me parece que una canción es un mensaje, y tiene que tener un sentido, está para decir algo. Y hubo un momento en mi vida, entre los 15 y 17, en que no quería cantar ni tocar, solo quería escribir. Fue ahí que participé de muchos concursos, tuve algunos premios como poeta, tengo cosas publicadas por el Municipio de Río. Fue una etapa de mucha producción, de la que guardo muchas cosas escritas que hasta hoy uso. Siempre voy a los cuadernos viejos buscando poesías cuando hago mis discos, les pongo música y aparecen las canciones. “Acireh”, la que abre el disco, habla de un momento muy especial de mi vida, cuando perdí a mi hermana y empecé a viajar, necesité alejarme. De hecho es el nombre de mi hermana al revés, Herica. “Sozinha” también habla de esa búsqueda de soledad. “Hoje eu vi voce” es la canción más vieja del disco, una poesía de amor que estaba guardada en uno de esos cuadernos. También “Falou demais” es de esa época, de ese chico que te dice: “bueno, llegamos hasta acá, yo no quiero compromisos”, ¡y después vuelve solito! (risas).
–¿Y esas poesías de la adolescencia la siguen representando?
–Claro, siguen reflejando lo que soy. Porque cuentan parte de mi vida, hablan de cosas que me formaron, me hicieron crecer, de pérdidas y aprendizajes, también de momentos graciosos. A mí me gusta ese ejercicio de agarrar los cuadernos y poner música a esas viejas palabras. Porque son las que formaron lo que soy hoy también. ¡Soy bastante retro!
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