Si bien no conoce al excepcional Oscar Alemán, Rodrigo Sánchez es fan de Astor Piazzolla, al punto de que la dupla que integra junto a Gabriela Quintero le dedicó un track, “Hora Zero”, en su disco 11:11 (2009). “Ese trabajo está inspirado en músicos que nos influyeron a través de los años”, explica el artista mexicano sobre un álbum que también tributa a Paco de Lucía, Al Di Meola, Carlos Santana y Jimi Hendrix. “Cada una de las piezas las hicimos pensando en ellos. Fue una manera muy personal de acercarnos a esos personajes”. Además de incluir este tema en su debut en Buenos Aires, hoy a las 21 en Niceto Club (Niceto Vega 5510), el tándem de guitarristas más famoso del mundo en la actualidad repasará las canciones de sus otras tres producciones de estudio, al tiempo que descargará algunos covers con sello propio de Metallica, Megadeth, Radiohead y Soda Stéreo. “Estamos muy emocionados de ir a la Argentina”, confiesa el instrumentista de 40 años. “De hecho, nunca estuve en Sudamérica, y pensamos que éste era el momento de hacerlo”.

–A pesar de su origen latinoamericano, desembarcaron un tanto tarde en esta parte del mundo. ¿A qué se debió?

–Para mucha gente es extraño que nunca hayamos ido a Sudamérica. Ha sido una carrera rara porque comenzamos por Europa, y luego fuimos a Estados Unidos y Asia. Como estamos grabando el nuevo disco, nos pareció que era una buena idea hacer un break en el estudio para ir a países que no forman parte de nuestro circuito regular de giras. Así generamos una continuidad.

–Llegan a Buenos Aires en el último tramo de la gira de 9 Dead Alive (2014), cuyas canciones están dedicadas a figuras como Sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral y Fiódor Dostoyevsky. ¿Siempre piensan sus discos a partir del concepto?

–Son sólo dedicatorias. Es música que escribimos nosotros, pero como necesitamos tener un concepto, porque contamos historias porque no tenemos letras... Salvo en el próximo álbum, en el que habrá cuatro temas cantados. Lo que hicimos en 9 Dead Alive fue elegir nueve personajes de diferentes culturas y de alguna manera los relacionamos con la música.

–¿Se dividen los roles al momento de componer?

–Gabriela es la que se encarga del ritmo, a partir de la creación de una base que imita a la batería y al bajo, mientras que yo me ocupo de componer las melodías.

–Con los años, la música erudita y sus raíces latinas se palpan más en sus discos que su linaje metalero. ¿Cómo evolucionó el sonido de su guitarra?

–En la época del primer disco, Foc, de 2001 (en alusión al Load y ReLoad de Metallica, su siguiente álbum se llamó ReFoc), tocamos en diferentes pubs y abriendo conciertos para grupos en Inglaterra e Irlanda, y el tipo de música que hacíamos era diferente hasta para nosotros. Pero en 9 Dead Alive tratamos de evolucionar y cambiar el estilo de las melodías. Hice todo los riffs con guitarra eléctrica, a diferencia de los otros discos en los que no había esto, sino melodías.

–¿Así que están volviendo a las bases?

–Es que el metal ha estado presente en nuestras vidas y es una influencia vital para nosotros. A pesar de que se abrió el abanico de influencias, porque nos gusta sorprendernos con cosas nuevas, Megadeth, Metallica y grupos así siempre estuvieron dando vueltas.

La popularidad de Rodrigo y Gabriela es tan potente que tocaron en la Casa Blanca en 2010 y fueron parte de la banda de sonido de la cuarta entrega de Piratas del Caribe. Aunque la propuesta de la dupla atraviesa el folk, el blues, el flamenco, el jazz y el rock, sus orígenes se remontan a la escena metalera del DF mexicano del inicio de los 90. “Nosotros venimos de otra generación y del metal, donde lo que importa es tocar bien el instrumento, especialmente en la rama del thrash metal. Allí debes tener un muy buen nivel de ejecución para llevar adelante un grupo”, asegura Rodrigo, quien integró la banda Tierra Acida, de la que fue parte Gabriela, que no es su pareja sentimental. “Así estuvimos por muchos años en México y practicábamos todos los días, más que hacer shows en vivo. Cuando decidimos dejar la agrupación, porque no pasaba nada, nos fuimos a Europa y ahí se produjo el cambio de la guitarra eléctrica a la acústica, que no fue nada pensado. Se trató de un accidente”.

–¿A qué se refiere?

–Sólo queríamos viajar por Europa, ya que estábamos cansados de hacer la grande con el grupo. Nos propusimos vivir única y exclusivamente de tocar. Y como necesitábamos estar cómodos con el instrumento, con la guitarra acústica encontramos una forma de vida sencilla en las calles de Dublín, a donde llegamos porque un amigo nuestro vivía allá. Fue un momento súper divertido. Estuvimos así un año, conocimos muchísima gente y se dio la propuesta. Lo que aportamos a las actuales generaciones es que no tienes que tener el formato típico de una banda de rock para hacer cosas importantes y dedicarte a ello.

–Si México posee una gran escena musical, ¿por qué les fue tan difícil dedicarse a ello en su país?

–Lo que pasa es que queríamos pertenecer a una escena más internacional que nacional, más que nada porque las bandas de metal nunca pudieron salir del DF. Es un circuito muy underground y estoy seguro de que ninguno hubiera querido quedarse allí, sino hacer lo que hizo Sepultura en su momento. Si no hubiéramos tenido más ambiciones, nos hubiésemos quedado allí. Pero no me interesaba. Gabriela y yo preferimos expandir el horizonte musical. Cuando empezamos a actuar en la calle, tocamos mejor por la cantidad de estilos que juntamos y que también nos gustaban. Además, comenzamos a practicar más. Teníamos ciertas habilidades y en dos años avanzamos mucho. Y luego, con amigos que conocíamos en la calle o en los pubs, tocábamos horas y horas.