Miércoles, 18 de mayo de 2016 | Hoy
MUSICA › SILVIA IRIONDO CONTINúA EN BEBOP CLUB
Por Cristian Vitale
Las veladas con invitados eran tres. Todos los miércoles de mayo, menos el primero. Ya pasó uno, con Machi Rufino, nada menos. Ella, que es cantora, toma el rol de crítica especializada para contarla. Mejor dicho, para definirlo a él, que en otra épocas supo ajustar con su bajo los sonidos de Pappo’s Blues, Invisible y de varios antojos spinetteanos. “Machi es también un cantor exquisito, delicado, porta un vibrato sutil, pausado y muy particular con el que cierra cada frase, un sonido que se prolonga más allá de la terminación de cada palabra. Es hermoso acompañar esa cadencia, como una lejanía que queda suspendida en el aire. Una maravilla escucharlo y cantar con él desde ese espacio”, se deshace en elogios Silvia Iriondo sobre el primero de los tres invitados a su ciclo sobre canción argentina que, acompañada por Federico Arreseygor en piano, Horacio “Mono” Hurtado en contrabajo y Fernando Bruno en percusión, continuará hoy las 21 en Bebop Club (Moreno 364). ¿El invitado?: Ignacio Montoya Carlotto, pianista y nieto recuperado. “Con Ignacio ya hemos compartido algunas experiencias musicales. Haremos ‘Los Hermanos’, la milonga de Atahualpa Yupanqui. Y seguramente alguna obra de Jaime Dávalos y Eduardo Falú, porque él acompaña la canción con mucho respeto y a la vez con mucha libertad interior y creatividad. Y escucha, está muy atento a cada palabra, cada sentido, cada silencio. Es una belleza cantar con él, todo transcurre con fluidez y naturalidad”, vuelve a elogiar Iriondo, con un florido uso de adjetivos asertivos.
La idea fuerza de la cantora es participar a tales músicos de conciertos en los que no faltarán canciones de su último disco a la fecha (Anónima), al que define como un tributo al canto anónimo argentino. “Me interesa lo anónimo por su belleza, la vigencia que contiene y el valor cultural que representa. El canto anónimo es inagotable en su profundidad, novedad y libertad. Se respira en él un espacio amplio, donde la voz se expresa libre de toda vestidura, agreste y despojada. Son antiguas canciones que llamativamente sorprenden por su actualidad”, profundiza la también maestra de canto, que lleva en su mochila siete discos grabados y define a su búsqueda estética como “música fugitiva”.
“Lo de música fugitiva tiene que ver con despertar nuevos horizontes, cauces propios donde fluir y andar más allá”, precisa. “Pienso que la canción es un universo completo en sí mismo que describe y completa una realidad cultural, anímica o social. La canción vive en nosotros como una presencia que nos acompaña la vida. Que despierta reflexiones y promueve certezas. Que nace en soledad y convierte ese instante en plenitud, y puede ser denuncia, queja, opinión o compromiso”, detalla ella, que cerrará el ciclo con un cantautor que algo sabe sobre la canción argentina: Jorge Fandermole. “El tiene una obra contundente, rotunda en el tiempo, que desarrolla la canción con un recorrido personal y único, porque conoce la profundidad del folklore argentino, los guiños y características de cada género, y la variedad de ritmos que componen nuestro mapa musical”, concluye la anfitriona, a quien se le ocurrió un ciclo así con un fin preciso y puntual: que la canción sea la protagonista.
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