MUSICA › EL CUARTETO DE NOS DESPIDE HABLA TU ESPEJO EN VORTERIX
Después de los shows del martes y el miércoles, el grupo uruguayo grabará un nuevo álbum, el primero en una década que no producirá Juan Campodónico. “Nos copa la idea del aire fresco”, afirma el cantante y guitarrista Roberto Musso.
› Por Javier Aguirre
Una canción golpea doblemente cuando, además de sensibilidad, tiene malicia. Y en los últimos diez años, con una impactante facilidad de palabra al cantar y rapear, la banda uruguaya El Cuarteto de Nos demostró una habilidad notable para dotar sus composiciones de ese doble juego, emotivo e irónico. Sus próximas funciones en Vorterix (el martes 24 y el miércoles 25), todavía en apoyo de su álbum Habla tu espejo, de 2014, suenan a fin de ciclo. Se trata de sus últimos conciertos porteños antes de grabar un nuevo disco, con promesa de otra etapa: será la primera vez en diez años que entren en un estudio de grabación sin la tutela del productor Juan Campodónico, responsable de la transformación sonora que le cambió la carrera para siempre a El Cuarteto de Nos.
No habrá sido casual que sus cuatro últimos discos, los que grabaron con Campodónico (Raro, Bipolar, Porfiado y Habla tu espejo), conformen ese repertorio homogéneo, inspirado y de alto impacto que los convirtió en una banda internacional. Y resulten algo alejados de la anterior producción del grupo (los nueve discos que grabaron entre 1984 y 2000), también ingeniosa y extraña, pero menos refinada y más punk. Este inminente cambio de timón los encuentra en su mejor momento, tras una gira por distintos países y una localía paralela en la Argentina, donde tocan casi permanentemente y, por estos días, recorren escenarios de Mendoza, San Luis, Córdoba, Santa Fe y Tucumán. Páginað12 dialogó con Roberto Musso, cantante y guitarrista del grupo que lidera junto al bajista Santiago Tavella y el baterista Alvin Pintos.
–Encontraron el éxito internacional cuando ya tenían casi veinte años de carrera. ¿Cuánto han aprendido?
–Es un flash… Estamos muy contentos, es inevitable sentirnos así, después de tantos años de carrera. Empezamos haciendo shows para 25 espectadores y el último fin de semana nos fueron a ver 10 mil personas en Montevideo, donde no tocábamos desde hacía un año. Fuera del Uruguay, todavía seguimos siendo novedosos, en cambio acá nos conocen desde toda la historia y vemos familias enteras, niños pequeños, veteranos que nos siguen desde que éramos una banda universitaria…
–La banda ha cambiado, pasaron de temáticas como “Me agarré el pitito con el cierre” a “21 de septiembre”, una canción personal y familiar sobre la enfermedad de Alzheimer… ¿Cómo explica esa mutación?
–Es que son veinte años de diferencia en una sola pregunta… Las canciones viejas ya no las tocamos, salvo en Uruguay. Son de otra época y siento que no se acoplan artísticamente con la propuesta actual de El Cuarteto. Hemos trabajado para que nuestro repertorio esté muy vigente, el setlist que tocamos ahora está formado por canciones compuestas en los últimos nueve años. Son otra generación de composiciones, que se amalgaman mejor entre sí. Las canciones que hacemos ahora le hablan a una sociedad a la que también le pasaron, ya, veinte años.
–¿Cómo espera que resulte volver a trabajar sin el productor con el que tuvieron la explosión de popularidad, Juan Campodónico?
–Juan es uno de los principales responsables del giro que hicimos en nuestra carrera, con él armamos un equipo de trabajo, él es “el Quinto Cuarteto”. Con él compartimos una época que empezó con el disco Raro (2006), que fue un punto de inflexión. Cuando lo grabamos, no sabíamos si El Cuarteto iba a ser una banda que anduvo bien de Raro para adelante... o de Raro para atrás. Por suerte, permitió que la banda se hiciera conocida fuera del Uruguay, y Bipolar (2009) y Porfiado (2012) lo afianzaron hacia adelante. Pero ahora llevo un año laburando en las nuevas canciones, recién se las mostré al Cuarteto este último fin de semana, y queremos grabar este año. Y como Juan tiene otros proyectos, como Campo, Bajofondo o la vuelta de El Peyote Asesino (para la que me invitó a cantar), sentimos que capaz que está bueno cambiar. Nos copa la idea del aire fresco.
–Recientemente fue invitado a dar una charla TED. ¿Siente que las canciones lo han llevado a un lugar desde el que proyectar algo parecido a la sabiduría?
–Hay aprendizajes. El humor evoluciona, la ironía se convierte en otras cosas, uno madura su capacidad de observación… En Habla tu espejo busqué una óptica diferente desde donde componer e intenté detenerme en vivencias personales, en contar cosas de manera artística. Por ejemplo, los distintos lugares que uno puede ocupar dentro de una misma familia, las paradojas: que a mi madre le diagnosticaran Alzheimer y, al mismo tiempo, tener a mi nena recién nacida… No sé si eso es inspiración, pero lo cierto es que, si la vida me pone esto adelante, ¿por qué no escribir sobre esto?
–¿Tiene un método para escribir canciones?
–Antes de escribir en la hoja o buscar los acordes, quiero un concepto. Si no tengo en claro sobre qué voy a escribir, no me sale nada… Las canciones que más me gustan, las mejores, son las que empiezan con una idea que me tiene que convencer desde el principio. Paso más tiempo pensando sobre qué hablar que componiendo una canción. A veces parece improductivo estar ahí, pensando, buscando conceptos fuertes... Pero soy obsesivo y hasta que no le encuentro la vuelta, no puedo empezar otra cosa. Cuando empecé con la canción “21 de septiembre”, me pregunté: “¿Me voy a animar a cantar sobre la enfermedad de mi madre?”. Me pregunté desde dónde cantarla, cómo hacer que no resultara patético... Tardé más tiempo en animarme que en componerla. Pero después fue rápido: la pensé durante todo un mes, la escribí en un día.
–Algunas de sus canciones, como “Ya no sé qué hacer conmigo”, ironizan sobre las búsquedas personales y la formación académica. ¿Cómo fue su experiencia como estudiante?
–El grupo se armó cuando empezábamos la secundaria y tomábamos la música como un hobby. Nuestro primer público era universitario, yo soy ingeniero en sistemas, el bajista Santiago Tavella y mi hermano Ricky (guitarrista de El Cuarteto hasta 2009) estudiaron arquitectura. Soy defensor de la enseñanza gratuita, pública… Estudié en la Universidad de La República, que es pública. Yo había ido a un colegio privado y llegar a la universidad pública fue una apertura de cabeza enorme… Sus problemas y sus restricciones también forman parte de valorar lo que se tiene, de aprender, de rescatar los logros… Creo que la facultad me formó hasta para escribir canciones.
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