MUSICA › LOS SOLDADOS, EN EL COLóN
La ópera “irrealizable” de Bernd Alois Zimmermann está considerada una de las obras capitales del siglo XX.
› Por Diego Fischerman
“Ayer, hoy y mañana”, escribe el compositor en el libreto, para señalar la época en que transcurre la obra. “Es una ópera sobre la mediocridad; está la sociedad de los soldados y la de los civiles, pero ambas reproducen el mismo tipo de violencia”, opina Pablo Maritano, el director de escena de la puesta que sube hoy a escena, en el Teatro Colón. La composición, Los soldados, de Bernd Alois Zimmermann, es una de las obras capitales del siglo XX. Y acarrea una leyenda maldita: la de ser imposible. En efecto, en una primera versión, el director Wolgang Sawalisch opinó que era “irrealizable”. Hubo modificaciones y, si bien la representación es posible, sigue siendo una de las más complejas –e infrecuentes– de todo el repertorio.
Con un libreto propio, basado en el texto de Jakob Lenz, funciona, en gran medida, como un comentario de Wozzeck, de Alban Berg. “Una de las fuentes de Büchner es, sin duda, Lenz. Y Berg lee a Büchner y a su vez es leído por Zimmermann. Suele verse esta obra como una Wozzeck ampliada”, dice Maritano. “Pero creo que es exactamente al revés: se trata de una Wozzeck concentrada, despojada de toda referencia social y convertida en manifiesto abstracto”. Los soldados fue estrenada en 1965. Requiere una gran orquesta, a la que se integran muchos de los sonidos producidos en escena, proyecciones y un trabajo de orfebrería para su montaje que el director de escena describe como “un proceso de lenta tapicería”. Para él, el secreto es “luchar contra la tentación de avanzar rápidamente; se debe ir de a un fragmento por vez”. En esta ocasión, la dirección musical está a cargo de Baldur Brönnimann y, además de la de hoy a las 20, habrá otras tres funciones: el viernes 15 en el mismo horario, el domingo 17 a las 17, y, nuevamente a las 20, el martes 19 y el miércoles 20, ésta última para el ciclo Colón Contemporáneo. El diseño de escenografía es de Enrique Bordoloni y el de vestuario de Sofía Di Nunzio. Participa la Orquesta Estable y en una partitura con tal nivel de dificultad resulta fundamental el trabajo de preparación realizado por el compositor y director Santiago Santero y por el asistente de Brönnimann, Henning Kussel.
“La música es parte de la escena”, dice Maritano. “Todo, incluso el sonido, funciona como una gran obra de teatro”. Los soldados tiene un reparto gigantesco, muy a tono con el trascendentalismo alemán –y con su “dolor de ya no ser”, tan de posguerra–. Entre sus protagonistas estarán, en esta versión, los cantantes Suzanne Elmark, en el papel de Marie, Julia Riley como Charlotte, Noemi Nadelmann representando a la Condesa de la Roche, Ton Randle como Desportes, Leigh Melrose como Stolzius, Frode Olsen como Wesener, Santiago Ballerini en el papel de El Joven Conde y Gustavo Gibert en el de Eisenhardt. “Pensar la obra como un enfrentamiento entre el poder de todos, que es el ejército, y la libertad individual, creo que sería un error”, piensa Maritano. “En Los soldados hay un concepto más hegeliano: la lucha está en todas partes. La historia, por otra parte, cuenta dos cosas al mismo tiempo y, claro, la tensión entre ellas. Por un lado la idea del mal como un hecho anónimo y, por otra, lo que le acontece a Marie. Está la trama y está el tiempo, como un hecho en sí. Casi como un personaje más de la obra.” Escrita y revisada por partes a lo largo de siete años, entre 1957 y 1964, esta es la única ópera de Zimmermann y fue estrenada en forma completa (antes se había presentado una Sinfonía vocal preparada por el propio compositor) en febrero de 1965. La puesta que podrá verse a partir de hoy en Buenos Aires constituye su estreno latinoamericano.
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