Martes, 26 de septiembre de 2006 | Hoy
MUSICA › CATUPECU MACHU EN EL PEPSI MUSIC
La banda recordó al accidentado Gabriel Ruiz Díaz, reemplazado por Zeta Bosio.
Por Mariano Blejman
El espontáneo grito de “¡Gaby!” al ritmo del tema “Dale!”, la presencia de Zeta en el escenario ocupando un lugar simbólicamente emocionante, la guitarra de Pichu Serniotti, de Cabezones, sobre las tablas, y el abrazo final de todos los integrantes haciendo abuso de ser la banda de cierre entre una treintena de agrupaciones, son acaso las imágenes más claras y contundentes del domingo (“Día 4”) del Pepsi Music, el día más infantil hasta la fecha (al menos en cuanto a público se refiere). Los años, la vestimenta, el corte de pelo al ras y esa voz rasposa, su postura frente al micrófono, su mirada profunda y esa particular situación personal que atraviesa su hermano Gaby (víctima de un choque automovilístico junto a César Andino, de Cabezones); todo eso y su prestancia hicieron de Fernando Ruiz Díaz una especie de hombre recién llegado del espacio, o del futuro. Un tipo carismático, con pinta de iluminado.
Curiosa y potente formación con la que salieron los Catupecu el domingo, frente a 22 mil personas que, esta vez, tomaron el predio desde mucho más temprano que en las jornadas anteriores. Era domingo y había sol. Era inevitable pensar la fecha de Catupecu Machu desde la perspectiva del post shock, rearmando las funciones de los otros dos músicos, Macabre y Javier Herrlein, dejando el bajo en stand by, reapropiándose del sonido profundo junto a esas máquinas que van a mil. “Héroes anónimos” fue dedicado a “los que trabajan en el Hospital Fernández”, luego vendrían “Hechizo”, “Perfectos cromosomas” y “Acaba al fin”.
Entre tanta emoción, el espíritu de la tarde lo había intentado marcar el cantante de Los Látigos, quien dijo: “Acuérdense de que el rock es cultura, y esto es shopping” en alusión al marketinero entorno. Más temprano, la soleada “apertura” de Nerdkids en el escenario central no fue –hay que decirlo– del agrado de casi ninguno de los presentes; más preocupados por hacerse un lugar en la caminata lunar, los metegoles o el bungee jumping. La esperada performance de Estelares, en cambio, dejó en claro por qué sus nuevas canciones del flamante Sistema nervioso central apuntan a convertirse en hits del inminente verano (es sólo cuestión de esperar que los planetas queden alineados). El paso rápido de Juana La Loca dio pie a una seguidilla de hits irresistibles que vinieron a plantar por enésima vez Los Auténticos Decadentes: “Vení, Raquel”, “Los piratas”, “Cómo me voy a olvidar”, un tema nuevo (“Me tiro a la basura”), o la versión de “Gente que no”, tema que en las manos de Todos Tus Muertos adquiría otra consistencia, pero con los Deca se convierte en pura fiesta.
Eso fue el domingo: el día en que más temprano llegaron las huestes a pasar un momento rockero, en que más remeras negras y estampitas de Catupecu había presentes, en que más niños se hicieron un poquito grandes para seguir a los trenes, camiones y tractores de Arbol, quienes ¡por fin! subieron al escenario sin vestimenta infantil, aunque su lista de temas sigue siendo una batería de condimentos que describe las temáticas de la primera adolescencia más básica. Los de Arbol se dieron un lugarcito para los más grandes, con la versión de “Alta suciedad”, algo de “En el país de la libertad” de Gieco o “Emotional Rescue” de los Stones. Y le dedicaron, nobleza obliga, “Ya lo sabemos” a Gabriel Ruiz Díaz.
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