Estaba Rodolfo García. Estaban Miguel Grinberg, Ricardo Mollo, Héctor Starc y Ricardo Soulé. Estaba Alberto Fernández no como político sino como amigo personal. Estaba Raúl Porchetto… algo habrá hecho Emilio del Guercio, entonces. Algo habrá hecho y no solo para que estén todos ellos sino para recibir, de paso, tal reconocimiento. “Me costó mucho convencerlo... se negaba a ser declarado como personalidad por encima de sus pares. Por suerte lo logré”, lo presenta Gabriel Fuks, el diputado porteño por el FPV, que impulsó el proyecto de nombrar Personalidad Destacada de la Cultura al músico, que lleva en su hermosa mochila bandas como Almendra, Aquelarre y La Eléctrica Rioplatense. “Llegué a la puerta, me enteré de lo que pasaba y me quise ir, pero la gente de protocolo no me dejó” ironizó él, ayer, en la salón dorado Hipólito Yrigoyen de la legislatura porteña, al recibir el diploma.

“Quiero decir que los artistas luchamos contra la mediocridad, y esta es una lucha perenne que implica la preservación de la vida. Almendra y Aquelarre, que fue uno de los primeros grupos autogestivos del rock argentino, fueron eso. Con García, Starc, y el querido Hugo González Neira cruzamos muchas barreras para llevar a cabo nuestro proyecto. Con Luis Alberto Spinetta también. Nos costó sangre, sudor, lágrimas y amor, pero esto es lo que produjo que seamos visibles”, sostuvo Del Guercio, mientras llegaban salutaciones de Horacio Malvicino, Litto Nebbia y otros ausentes con aviso. “Después tuve un trayecto solista algo desarticulado, pero que puedo explicar”, sonrió. “Hace 33 años que grabé Pintada –su único disco solista– y la gente me sigue reconociendo”, explicó nomás, el también conductor del documusical de Canal Encuentro Cómo hice.

Antes de subir a tocar temas emblemáticos como “Camino difícil”, de Almendra y “Aves rapaces”, de Aquelarre, el homenajeado también habló de la música como arte. “Para mí, la música es una forma metafórica de representación del fluir de la vida, porque expresa zonas insondables del ser humano… por lo tanto no necesita ser legitimada como un bien de valor”, cerró, tal vez como una manera implícita de por qué hace lo que hace: “construir un mapa de la emocionalidad de todos los argentinos”.