Jue 01.09.2016
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MUSICA › RODOLFO MEDEROS TOCA EN EL TASSO Y GRABARA UN DISCO A TRAVES DE FINANCIAMIENTO COLECTIVO

“El tango es una manera de ver la vida”

El tercer álbum del bandoneonista al frente de su orquesta típica se llamará 13, porque ése es el número de los temas que traerá, el de los músicos que tocarán y los años que llevan juntos. Y en el que, como en toda su carrera, hará “música que no mienta”.

› Por Andrés Valenzuela

Trece músicos, trece años juntos, trece canciones: 13, por supuesto, es el nombre que llevará el tercer disco que grabará Rodolfo Mederos con su orquesta típica. Lo producirá a través del financiamiento colectivo con un proyecto en idea.me y lo anticipará con algunas presentaciones en vivo en el Torquato Tasso (Defensa 1575) los jueves 1º y 8 de septiembre, y –desafiando a los cabuleros y supersticiosos– el martes 13 del mismo mes. Las “recompensas” que ofrece el proyecto a quienes colaboran van desde entradas a recitales de la orquesta hasta presentaciones privadas y clases con el maestro bandoneonista. Si llama la atención que un músico que promedia los 70 años se vuelque al crowdfunding, es el propio compositor quien defiende la movida. “No debería llamar la atención porque es una propuesta que tiende a lo comunitario”, plantea. “Me parece mucho más humano compartir con quienes comprenden, disfrutan, gustan de esto y lo defienden, que con una transnacional que sólo busca vender discos.” La grabación comienza en septiembre (algunos aportantes al proyecto podrán presenciarla) y en el medio transcurrirán los espectáculos en el Tasso, que el músico define como “poner la mesa para comer después”.

“Como les pasa a muchos músicos de mi generación, nuestros productos artísticos o como los quieras llamar, hechos con sangre, sudor y lágrimas, ya no son nuestros. Es cierto que la compañía pagó los costos, pero se quedaron dueños del producto, entonces uno sobre esos materiales grabados ya no puede tener decisiones. Si el gerente de turno decide discontinuarlo, se discontinúa”, traza el panorama y recuerda una conversación con Egberto Gismonti al respecto. “El me dijo que había que resolver esta situación intoxicada y durante mucho tiempo, quizá dos décadas, produje mis propias cosas, hasta que ahora apareció esta plataforma y me entusiasmó porque es verdaderamente más comunitaria.”

Para el disco promete trece tangos que se repartirán entre los cantados (con las voces invitadas de Ariel Ardit y el Negro Falótico) y los instrumentales. “Los tangos cantados no me pertenecen, son joyas antiguas de los poetas eternos del género”, avisa. Para la sección instrumental anticipa algunos “irrenunciables” y desliza que incluirá alguno de la Guardia Vieja. “Es allí donde uno pone el pie y se asienta, el lugar seguro donde se apoya.” No faltarán tampoco tangos propios, compuestos con ese bolígrafo azul que blande ante la fotógrafa de Página/12 cuando esta le pide que pose con su bandoneón, “su arma”. “Mi auténtica arma es ésta, el instrumento es un intermediario”, le explica.

“En realidad, el tango no es una música, es un universo, una manera de ver la vida y entender las cosas”, asegura Mederos. “Se manifiesta a través de la música, la poesía y la danza; en este disco habrá música y poesía, la danza la harán los que escuchen.” No es la primera vez que Mederos, como tantos otros de su generación, destaca el rol del baile en el género. Formado desde los 13 años en las orquestas, tocando en vivo en bailes, el encuentro del abrazo en la pista sigue siendo parte indispensable del género. En YouTube se encuentra su presentación en el Salón Blanco de la Casa Rosada, donde se lo escucha animar al público a ensayar unos pasos.

Mederos promete para el disco la misma actitud de sus 76 años: “hacer música que no mienta”. Según el bandoneonista, la música actual está prefabricada en las oficinas de marketing de las multinacionales y obtura a “la verdadera música popular”. “La propuesta es la que tuve toda mi vida, que es hacer música verdadera en el género del tango. Podría haber sido cualquier otra música, pero me tocó el tango por suerte en esta vida. Podría ni siquiera haber sido música, cualquier otra acción que hubiese acometido habría sido honesta y sincera, y en algún punto como un gesto de devolución a la generación que me nutrió, porque aprendí todas estas cosas de alguien. Pero esto es de toda la vida, éste es un disco más que hago a los 76 años porque pude reunir trece músicos, escribí trece músicas y se da la casualidad de que llevamos trece años juntos. Podría haber sido dieciocho, catorce, una orquesta más grande, más chica. Siempre la propuesta es la misma.”

¿Por qué, entonces, un disco más? “Simplemente porque me gusta. Pero no digo que esto va a hacer historia ni que va a generar nada. No, lo hago porque me gusta, así como me gusta dormir la siesta o acariciar a mi perro. No estoy pensando en vender millones ni que la gente me aclame. Si ocurre eso, qué bien, me divierte. Mirá, una vez le preguntaron a Fellini por qué ponía un monstruo en La Dolce Vita. Los intelectuales de la época pensaban que había querido representar la ira y no sé qué, y él dijo perche mi piace.”

A Mederos se lo suele tachar de “pesimista” y “nihilista” cuando dice que el tango ha muerto. Sin embargo, no deja de aclarar que eso tiene un contexto, que se refiere a las músicas populares en general y que se debe a que el hombre siguió otro camino en sus elecciones de vida y de sociedad. “En una sociedad líquida –alude a Zigmunt Bauman–, las músicas corpóreas no tienen lugar. No hablo de modas porque no me interesan, pero una música existe en tanto y en cuanto representa algo para la emoción de esa gente. Cuando ya no representa algo porque no surge de esa gente, existe en el pasado, como Bach, Mozart, qué sé yo.”

Sin embargo, aclara que quedan cosas por hacer. “La gran responsabilidad nuestra, y tarea que van a tener los jóvenes, es la de escribir una nueva cosa, aunque no sabemos de dónde”, dice. “Las historias comienzan, evolucionan, los personajes se matan entre ellos, viven, nacen y finalmente terminan. No hay un libro eterno, ni siquiera la Biblia. Lo que hay que hacer es escribir otros libros. Pero escribir un nuevo libro implicaría un estímulo que el hombre actual no tiene. El hombre actual tiene un teléfono inteligente, nada más.”

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