“Río dejame secar mi llanto sobre tu espuma, arena blanda, sombra y barro”, susurra el músico rosarino Martín Neri en “Río dejame”, canción que cierra su primer disco, Matriz del agua (2015, Shagrada Medra). Se trata de una obra conceptual, una decena de canciones bañadas de una profunda sensibilidad poética y musical que narran la historia de una familia de pescadores que ocurre en una pequeña isla llamada La Boca de la Milonga, ubicada en un brazo del río Paraná. Una ausencia, la de Elba, es el eje dramático que motoriza las canciones y que le permiten a Neri hablar de la relación con su propio padre y las influencias del entorno. “El deseo constante de búsqueda es lo que te dispara hacia lugares inesperados. Lo que me genera este paisaje, el río, y la sensación íntima de acercarme a lugares donde mi viejo buscaba, o mejor dicho ‘se buscaba’. Entre todos esos reflejos, fui al río”, cuenta el guitarrista y compositor. En esa búsqueda, conoció a Manuel, de oficio pescador, a su compañera Elba y a la pequeña Rocío, hija de ambos. “Matriz del agua es una historia de amor, está rodeada de amor”, sintetiza Neri, quien presentará el disco hoy a las 20.30 en Uocra Cultura, Rawson 42, con entrada gratuita.

En sintonía con la historia, las canciones entablan un vínculo intenso con el silencio, invitan a una escucha atenta y comprometida, y están construidas con delicados arreglos instrumentales. Entre la trova rosarina, la tradición cancionística del río y la raíz litoraleña, la obra de Neri excede los géneros y se sirve de un universo sonoro amplio. Son esenciales los aportes aquí del percusionista Facundo Guevara, el acordeonista Julio Ramírez, el guitarrista Claudio Bolzani, el contrabajista Fernando Silva o el pianista entrerriano Carlos “Negro” Aguirre. Y su música dialoga también con la obra de Fandermole o el joven acordeonista chaqueño Lucas Monzón. “El sonido es un lenguaje tan inmenso, ¿no? Cada paisaje despierta su tímbrica, como cada uno de nosotros. Somos parte de un paisaje, por ende nosotros mismos tenemos una identidad sonora. Ahí está la búsqueda, ahí me gusta hurgar”, dice.

“El agua es el universo de esta familia, el agua es mirarse a uno mismo, es la soledad. El vínculo con el río es íntimo, intenso. El río te convoca a girar y girar. De repente, quedás enfrente de vos mismo, de tu propia orilla”, dice Neri en relación al concepto de la obra, que también tendrá un formato audiovisual. Entre camalotes, pájaros y canoas, se destacan “La espantamuerte” (con aires de chacarera), la bellísima instrumental “Domingo” y la dolorosa “Despierta”. “Mis días son los que tengo para dar, la pena que quedó dormida, que se quede atrás”, canta y encuentra la calma del río.