MUSICA › IGNACIO VARCHAUSKY HABLA DE LOS VEINTE AñOS DE LA ORQUESTA EL ARRANQUE
El contrabajista es la cara visible del combo, que como parte de la celebración del aniversario grabó un disco en vivo en Vinilo y ahora lo presenta allí los próximos dos viernes y sábados.
“Cuando empezamos con el grupo yo tenía 19 años y no me crecía la barba; hoy no solo me crece, ¡sino que me crece blanca!”, se ríe Ignacio Varchausky, contrabajista y cara visible de la Orquesta El Arranque, que desde enero celebra veinte años con el tango y es referente de la actualidad del género. Los festejos arrancaron en mayo y junio con una serie de recitales en Café Vinilo durante los cuales grabaron en vivo su octavo disco (eso sin contar los hechos junto a Lidia Borda y Noelia Moncada, claro) y pudieron plasmar su nueva formación estable. Ahora presentan el disco con una nueva serie de recitales en Vinilo (Gorriti 3780) los viernes 7 y 14 y los sábados 8 y 15 de octubre a las 21. La celebración, cuenta con entusiasmo Varchausky, los encuentra en uno de los mejores momentos de la orquesta gracias a la incorporación de dos jóvenes violinistas, Emanuel Teper y Manuel Quiroga, quienes se unieron a Camilo Fererero, Marco Antonio Fernández, Martín Vázquez, Ariel Rodríguez, Juan Pablo Villareal y el propio contrabajista. “Ellos llegaron con mucho hambre de música, de tango, de hacer, y cuando en un grupo que tiene ya veinte años se inyecta un renovado interés, eso se contagia”.
Para Varchausky, 20 años / Vivo en Café Vinilo es “una postal muy honesta y muy linda de lo que la orquesta es hoy”. La nueva placa oficia también de síntesis de la trayectoria del grupo y sus intereses artísticos de siempre: la línea musical gobbiana (“¡recontra gobbiana!”, promete el contrabajista), la comprensión de los clásicos y la incorporación de las nuevas voces (hay temas del guitarrista Vázquez, del bandoneonista Ferrero y de otros músicos, como el cantautor Fernando Cabrera y Lucas Martí). En estos veinte años, El Arranque tiene muchos trajín a cuestas. Más de 300 ciudades en todo el mundo, escenarios compartido con tipos que fueron sus ídolos como Leopoldo Federico, Nelly Omar, Julio Pane, Néstor Marconi, Víctor Lavallén, Raúl Garello y otros, muchos discos y mucho trabajo para convertirse en un puente generacional entre esos maestros y la nueva sangre que inunda el tango. Hace ocho años, cuando El Arranque presentaba Nuevos y completaba el tríptico discográfico con Clásicos y Maestros, Varchausky se preguntaba qué lugar les correspondía en el circuito. Con el aniversario encima, ya es evidente que no son los eternos jóvenes, sino ya referentes de muchos que recién arrancan.
“El proyecto artístico que nos unió en 1996 fueron las ganas de estudiar el género, de aprender de qué estaba hecho, interiorizarnos en su lenguaje musical y estilístico para poder tener una aproximación real a esa música que tanto admirábamos, que tanta calentura nos generaba y nos sigue generando hoy”, recuerda Varchausky. “En ese momento, nosotros escuchábamos a las orquestas que nos gustaban, las de Gobbi, Troilo, Pugliese, Salgán, y cuando escuchábamos lo que tocábamos nosotros, ¡nos parecía una porquería! Nos preguntábamos cómo hacían, de qué estaba hecho todo esto. Entonces, el grupo un poco fue de estudio y otro poco iniciarnos en la profesión, todo junto”. Empezar fue, también, ir a tocar el timbre de los maestros, preguntar, observar, aprender y también enseñarlo a otros. Y en el medio, confirmarse “recontra gobbianos”.
Es que –Varchausky no se cansa de repetirlo– la de Alfredo Gobbi es “la orquesta que tiene dentro todas las otras orquestas”. Según explica, “ahí escuchás a Troilo, a Pugliese, a D’Arienzo, a Di Sarli y con cada elemento usado oportunamente”. El Arranque, señala, busca aprovechar todo ese lenguaje centenario para tocarlo desde el hoy, sin limitarse al espíritu evocativo, evitando la copia de lo que ya fue, y a la vez mantener “el aroma de eso que tanto nos gusta, nos seduce y nos emociona de las orquestas del ‘40 y del ‘50” (el truco, jura, está en el marcatto en cuatro y en las síncopas anticipadas). “Después, todo eso se elabora desde la perspectiva de uno y se trata de hacer algo personal”, dice.
La evolución del grupo va acompañada por un cambio de paradigma en el tango, considera Varchausky. Si en 1996 la cosa estaba dura (Ana Sofía Stamponi lo señalaba hace algunos días respecto de su abuelo Héctor) y la mayoría cuidaba su quintita, hoy hay un “cambio de paradigma” en el ambiente que lleva, por ejemplo, a que versionar a los contemporáneos sea algo habitual. “Durante muchos años, el artista de tango era muy celoso de lo poquito que podía conseguir y, en esa mentalidad, hacer las cosas de otro era relegar las de uno. Por suerte, hoy eso cambió y se entiende que lo que va, vuelve; es algo más fresco que sin dudas está circulando entre los artistas de hoy”, celebra. Tanto es así que, en este disco, El Arranque versiona “Yuyal”, de Juan Serén, quien cuando la orquesta comenzó apenas tendría 12 años y hoy es una figura destacada que atrae la escucha de sus colegas.
Con veinte años a cuestas y otra generación empujando detrás, difícilmente puede decirse que los de El Arranque son los “jóvenes” del sector, rol que el circuito les asignó que durante muchísimo tiempo. Pero Varchausky prefiere esquivar la etiqueta. “Autorrotularse es una cosa muy penosa. Lo que no podemos negar viendo la construcción que hicimos, es que a algunos les generó algo, a alguien entusiasmamos, y eso lo veo cuando los músicos vienen a la radio y te dicen que tal o cual disco de la orquesta les significó interesarse por un tipo de tango”, reconoce. “Cuando uno hace cosas con mucha fuerza y mucha honestidad, causa algún tipo de impacto en los demás. Nosotros fuimos trabajadores incansables de esto y somos parte de este reverdecer del tango”.
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