Viernes, 29 de diciembre de 2006 | Hoy
MUSICA › EL ULTIMO ADIOS A JAMES BROWN
“El rey está muerto, viva el rey”, escribió en un papel un hombre perdido en la multitud que acudió a dar el último adiós a James Brown: Harlem se despidió el jueves de su héroe, padrino de la música soul y cantor del “orgullo negro”. Frente al teatro Apollo, la muchedumbre se apiñó horas antes de la apertura de la sala de conciertos, donde los restos del cantante, fallecido el lunes, día de Navidad, serían expuestos al público. El homenaje buscaba ser digno de la leyenda. El mítico teatro, que hasta ahora nunca había albergado el velorio de ninguno de sus artistas, tenía previsto abrir sus puertas a media jornada, luego de que el cortejo funerario –una carroza blanca tirada por dos caballos blancos– atravesara el barrio.
En la fila, los fanáticos del músico tienen 40, 50, 60 años, y muchos vienen de Harlem. Algunos llevan en pequeñas pancartas la letra de una famosa canción de Brown: “Say It Out Loud - I’m Black and I’m Proud” (Díganlo fuerte: soy negro, y estoy orgulloso de serlo). “Es nuestro Elvis Presley negro y estoy aquí para decirle gracias”, dice Queen McFarland, de 64 años, que vio al cantante por primera vez en 1956, en una disquería vecina. “Nos devolvió nuestro orgullo, nos dijo que los negros debíamos estar orgullosos.” La nostalgia se siente. Algunos evocan el pasado de Harlem, las anécdotas fluyen. Hampton Gould, de 66 años, toma fotografías. Memoria viviente de su barrio, Gould dice que vio a todos los grandes de los años ’60: Gladys Knight, los Temptations... Pero James Brown era especial. “Todo el mundo adoraba la manera en la que bailaba de una punta a la otra del escenario. Michael Jackson no es nada al lado de él. ¡El era Mister Groove!” Margaret Jackson recuerda la histeria que provocaba: “Casi me caigo del balcón (del Apollo) intentando atrapar su pañuelo”. “Cuando lo veías, podías sentir el soul”, añade su amiga Queen McFarland.
Los restos del cantante permanecerían hasta anoche en el escenario donde el cantante hizo sus primeras actuaciones, en 1956. Al final de la tarde estaba prevista una breve ceremonia reservada sólo a sus más cercanos. El cuerpo de la estrella, fallecida de una falla cardíaca producto de una neumonía, a los 73 años, será llevado luego a su sur natal, donde se prevé una ceremonia familiar y el homenaje del público, hoy y mañana. Fue en el lugar donde lo velaron donde Brown grabó uno de sus míticos discos, Live at the Apollo, editado en 1963, que en apenas 31 minutos expresa el vigor y la energía de este cantante y bailarín febril, capaz de fusionar soul, rhythm’n’blues y funk. Desde el martes, la marquesina luminosa del teatro rezaba: “Descansa en paz, leyenda del Apollo y Padrino del Soul, James Brown, 1933-2006”. Hampton Gould, fan de Brown, sonríe: “Soy de aquí y recuerdo las filas que se formaban para los conciertos de James Brown. ¡Miren la fila hoy! Se va de la misma manera en la que vino, y me siento feliz por él”.
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