Lunes, 7 de mayo de 2007 | Hoy
MUSICA › ENTREVISTA A STEVE DIGGLE, GUITARRISTA Y CANTANTE DE LOS BUZZCOCKS
La mítica banda de Manchester está en Buenos Aires. “Eramos la antítesis del entretenimiento” sostiene, el músico, para quien el punk fue cosa de los Pistols, los Clash y... los Buzzcocks.
Por Roque Casciero
Los Sex Pistols eran una bandita apenas conocida el día que los integrantes de Buzzcocks –una bandita absolutamente ignota, y encima provinciana– los invitaron a tocar en Manchester. La escena quedó retratada impecablemente en la película 24 Hour Party People: en el público había apenas 43 personas, pero entre ellas estaban futuros miembros de Joy Division y The Smiths. Ese concierto, que en términos de entradas vendidas fue un fracaso, resultó un germen de creatividad que, entre otras cosas, instaló a la industrial y poco glamorosa Manchester en el mapa del rock and roll. “Fue como si la ciudad hubiera despertado”, recuerda Steve Diggle, guitarrista y cantante de los Buzzcocks, en la entrevista con Página/12. “Desde ese momento aparecieron muchas bandas exitosas, como los Smiths, Joy Division/New Order, Stone Roses y Oasis. Y todo fue porque abrimos el juego, hartos del paisaje pobre de esa época en la que no pasaba nada. Cuando llevamos a los Pistols a Manchester, en una época en la que todavía no eran muy conocidos, todos los periodistas vinieron a nuestra ciudad para verlos. Ahí descubrieron que había una banda local que hacía punk rock. Supongo que los periodistas pensarían que éramos una banda de bar provinciana y cuando nos vieron quedaron boquiabiertos. Eso nos puso en el mapa: abrieron un par de clubs y la escena punk empezó a crecer”. Más de treinta años después de aquel concierto compartido con los Pistols, la leyenda punk de los Buzzcocks está tan viva como la banda, que el sábado tocó en Niceto y hoy repite debido a la demanda del público porteño. El cuarteto, además, llegó a tiempo para ver la edición local de Flat-Pack Philosophy, su último álbum.
–En sus comienzos, ¿tenían conciencia de que estaban creando algo nuevo?
–Sí, porque lo único que había eran bandas progresivas y nosotros queríamos volver a las canciones de tres minutos. Recuerdo haber vivido en una casa en la que todos tomábamos ácido. Mi mente andaba por cualquier lado, todo bien, pero sentía que tenía que hacer algo con mi vida, que algo estaba sucediendo con mi generación. Y cuando lo encontré, eso significó mucho más para mí. Ni siquiera tenía que ver con hacer música, sino con sentimientos, alma, actitud. Teníamos que olvidarnos de esa estúpida idea de hacer discos pop para entretener a la gente y volver a la puta realidad. Y eso fue lo que hicimos: música directa. Nos importaba un carajo si no le gustábamos a nadie. Eramos la antítesis del entretenimiento. Los Stooges y Velvet Underground fueron nuestros padrinos, por más que ahora la gente diga que los Buzzcocks somos los padrinos del punk. Pero lo que hicimos fue crear algo propio, no imitábamos a ninguna de nuestras bandas favoritas. Y todo salió de modo muy natural: nunca nos propusimos hacer algo en especial. La primera vez que nos juntamos con Pete (Shelley) y Howard (Devoto, que enseguida se fue para formar Magazine), tocábamos un acorde y lo que sonaba en los parlantes nos parecía magnífico, era un ruido fenomenal. Y desarrollamos nuestro sonido sin querer parecernos a nadie, lo que nos hizo únicos. En Inglaterra, Los Pistols, los Clash y nosotros teníamos sonidos muy personales, únicos. Y hasta el día de hoy no hubo una banda punk que pueda hacer canciones como esas tres.
–Y en Estados Unidos estaban los Ramones, claro.
–¡Dios bendiga a los Ramones! Cada vez que me pongo a pensar en ellos y en Joe Strummer, no puedo creer que estén muertos. Cuando empezamos, recuerdo haber comprado el primer disco de los Ramones y, sí, fue una gran inspiración. Nos hicimos fans de ellos y después ellos se hicieron fans de los Buzzcocks. Los Ramones eran nuestros fans porque, si bien ellos habían sido una influencia, nosotros habíamos desarrollado nuestro propio sonido.
–¿Qué le parecen las nuevas bandas de punk rock?
–Muchas de ellas se parecen a actores en una obra de teatro que fue escrita por los Buzzcocks, los Pistols y los Clash (risas). El problema de esas bandas es que tratan de ser como otro en lugar de establecer su individualidad. Las bandas norteamericanas dicen: “Vamos a desteñirnos el pelo, nos hacemos una cresta, me cuelgo un par de cadenas y unos pines, y ya soy un punk”. Y no, no es así. Están interpretando un rol, son actores. Eso me decepciona. Deberían ser más sinceros con ellos mismos. Y lo siguiente que sucede es que se meten en MTV y todo deja de tener sentido.
–Ustedes giraron con dos bandas que, pese a que tenían una actitud punk, se hicieron masivas gracias a MTV: Nirvana y Pearl Jam. ¿Hablaban con ellos sobre esto?
–Creo que ellos hacían muy buena música, pero no estoy seguro de que fueran fieles a sí mismos... No, me corrijo, sí lo hacían, pero en un modo masivo. Nosotros no tenemos nada de masivos, sino que vamos por debajo: somos una especie de sociedad secreta. Somos demasiado reales para este juego. No creo que pudieran encasillarnos en un mercado y tampoco lo queremos. Los Pearl Jam son gente maravillosa y hacen conciertos fantásticos, igual que Nirvana en su momento. Estuve con Kurt Cobain dos días antes de su muerte, porque estábamos de gira con ellos. De hecho, todavía le debo dos gramos de cocaína...
–¡¿Cómo?!
–Me metí en el micro de gira de ellos y pregunté dónde estaba la cocaína. Me dieron los dos gramos que tenían y empecé a armar rayas. Me tomé una. Le ofrecí a Dave Grohl, me dijo que no. Ok, me tomé otra. Le ofrecí a Pat Smear, no quiso, me tomé otra. Krist Novoselic, no, otra para mí. Los plomos tampoco... ¡Me tomé todo yo! Entonces llegó Kurt preguntando por la merca... “¡Mierda, Kurt, me la tomé toda! Voy a conseguirte más cuando lleguemos a Londres.” Pero, lamentablemente, él nunca llegó.
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