MUSICA › ENTREVISTA A GAL COSTA, ANTES DE SUS PRESENTACIONES EN EL TEATRO GRAN REX
“Sólo soy una artista con ganas de hacer mi trabajo”, dice la cantante, un símbolo de la MPB que se resiste, sin embargo, a esa clase de etiquetas.
› Por Karina Micheletto
Gal Costa es una de esas pocas personas que alcanzaron un título nobiliario sin necesidad de una herencia directa. Ella es “la cantante femenina más importante de la música brasileña contemporánea, después de Elis Regina”. Así, con esa larga etiqueta que permanece casi invariable a pesar de las traducciones, la cantante es presentada en todo el mundo. Puertas adentro del Brasil, es una celebrity local. Cualquiera que haya recorrido las costas de San Salvador de Bahía habrá encontrado la referencia obligada: “Esta es la casa de Gal Costa”, anunciará el guía local de ocasión, señalando la envidiable casona que domina el morro frente al mar. Para los bahianos, Gal Costa es uno de sus puntos turísticos de orgullo. Para el mercado internacional de la música, es una de las expresiones más acabadas del fenómeno de la Música Popular Brasileña a nivel global. A los 61 años, Gal Costa conserva un nombre-marca, sostenido a su vez por la perfección técnica de una voz que madura –bien– con los años.
Acceder a la música de la bahiana hoy por hoy es acceder un poco a cada una de estas facetas: la de la pulida show-woman con años de mercado internacional encima, la de la protagonista del gesto fundacional del Tropicalismo, la de la intérprete exquisita de Caetano o Jobim. Mañana y el domingo, Gal Costa estará presentando sus canciones en el Gran Rex de Buenos Aires, tras mostrarlas en Córdoba y Rosario (ver aparte). “Ustedes consumen mucha música brasileña... yo canto en la Argentina desde el año ’70, cuando fui por primera vez a Buenos Aires, y desde entonces nunca dejé de ir. El cariño que hay en su país por nuestra música es una cosa muy fuerte”, destaca en la entrevista telefónica, accediendo con simpatía a echar mano a un fluido portuñol.
–Hace poco festejó sus cuarenta años de carrera. ¿Cuál es el balance, a la hora de marcar los instantes de mayor felicidad y los malos momentos?
–Todo artista tiene momentos de desastre y buenos momentos, nadie se salva de unos ni de otros. Es una regla general de todas las carreras, y uno sabe desde el principio que tendrá que estar preparado para enfrentar los momentos malos y para saber llevar los buenos. Pero, de manera general, creo que mi carrera ha sido victoriosa hasta hoy. Por una sencilla razón: tengo una gran pasión por lo que hago y trabajo con mucha energía.
–¿Cuál es el secreto para conservar esa energía y esa pasión, después de tantos años de carrera?
–No hay secretos. Es algo que se tiene o no se tiene: el placer por lo que haces, esa pasión que, en mi caso, tengo la suerte de poder volcar en mi música. Las ganas, en definitiva.
–¿Y respecto de la voz?
–La voz es el reflejo del alma de las personas y yo me siento muy, muy joven. De verdad, no siento que tenga mi edad cronológica. Espiritualmente, estoy segura de que tengo mucha menos edad de la que dice mi documento. Y mi voz expresa la edad de mi alma.
–Me refería más bien a los cuidados técnicos. ¿Cómo hace para mantener su voz en plena forma a pesar del paso del tiempo? ¿Tiene que tomar cuidados especiales?
–Llevo una vida más o menos normal, no hay demasiados “cuidados especiales”, ¡al menos en el sentido literal!... (Se ríe.) Siempre tuve mucho cuidado con mi voz, siempre fui consciente de que es mi instrumento de trabajo. Por eso no salgo a cenar después de un concierto, no suelo acostarme tarde, tomo la precaución de estar bien descansada antes de cada show. El artista es un poco como un deportista, tiene que mantenerse apto físicamente. Pero nada de empeñar la vida en esto, ¿eh? Yo hago ejercicios, por ejemplo, pero nada exagerado. Me lo tomo de forma normal.
–Usted es reconocida como la cantante femenina más importante de la música brasileña contemporánea, después de Elis Regina. ¿Cómo se lleva una etiqueta tan grande? ¿Le resulta un peso?
–No es pesada, no. Yo hago mi trabajo de manera muy verdadera. La gente puede poner etiquetas, pero eso no quiere decir que uno se las crea. Yo no pienso que soy “la mejor”, “la más grande”; pienso que soy una artista y tengo ganas de hacer mi trabajo, y de hacerlo bien. No me quedo quieta, trato de estar siempre atenta, despierta, de ir cambiando para estar consustanciada con mi tiempo. Es fácil para mí, no es un trabajo pesado. Porque nací para esto. Y, aunque quisiera, no sabría hacer otra cosa.
De hoy y de ayer
Durante buena parte de los años ’90, Gal Costa atravesó una etapa artística en la que ganaron los “grandes éxitos”, las revisiones de clásicos y la canción con brillos y tornasoles varios, desde los vestidos hasta los arreglos musicales. Aquella placidez sofisticada la acercó al gran show business internacional, al tiempo que la fue alejando de la evolución de la MPB, siempre más cercana al riesgo y a la mezcla desprejuiciada. “Puso el piloto automático”; “tomó la decisión de hacer música de crucero”, la sepultó en su momento la crítica. Para colmo, en una entrevista Gal habló de la imposibilidad de superar a su generación de creadores brasileños, aquella “generación imbatible”. Todos salieron a decir que Gal estaba renegando del recambio. Que –¡¡herejía!!– negaba a la nueva generación de MPB.
Justo entonces, la bahiana tomó fuerza con un disco que resultó todo un quiebre en la dirección que había tomado: Hoje (Hoy), su último trabajo de estudio, de 2005, arreglado y producido nada menos que por Cesar Camargo Mariano, quien fue esposo de Elis Regina y es uno de los creadores más reconocidos del Brasil. Allí decidió sumar firmas infaltables como las de Caetano Veloso y Chico Buarque con otras de autores desconocidos por el gran público, y de otros igualmente nuevos pero un poco más conocidos como Moreno Veloso que, además de ser el hijo de Caetano, es el autor del tema que da nombre al disco y hace rato que tiene nombre propio más allá de su padre.
–Cuando grabó Hoje con autores nuevos, ¿fue una toma de postura, una respuesta a las críticas?
–Ni lo uno ni lo otro. Simplemente era un trabajo que había prometido años atrás, y que además tenía ganas de hacer, y lo hice. Yo no tenía que responder a las críticas, porque lo que hubo fue un malentendido. Yo no dije que no había nuevos compositores, jamás diría eso. La prensa interpretó mal. Yo dije que mi generación es una generación muy rica, de grandes compositores, una generación imbatible. Eso no significa que no haya otros buenos compositores en otras generaciones.
–¿Cómo evalúa el panorama de la música popular brasileña más nueva?
–Afortunadamente, la música brasileña es muy rica y tiene diferentes facetas y hay mucha gente y nuevos grupos haciendo a su manera MPB. Yo continúo en contacto con muchos de ellos, como el caso de Moreno Veloso. A la vez, estos nuevos autores e intérpretes coexisten con todos los músicos de mi generación, con Caetano, Gilberto Gil, Maria Bethania o Chico Buarque, y eso es interesante. La MPB actual está muy bien y está ganando un espacio importante dentro del mercado internacional. Este es uno de los grandes momentos internacionales de la música brasileña y estoy muy contenta por eso.
–¿Por qué cree que la música brasileña abrió tanto mercado en el mundo, qué cree que tiene para provocar esa fascinación, aun cuando no se entiende el idioma?
–Su ritmo es muy rico melódicamente, tiene una riqueza que nunca se termina de abarcar. Y luego está la forma en que suenan las palabras, la manera de cantar, tan melodiosa. Como usted dice, uno puede no entender lo que dice una canción de MPB, pero muy probablemente lo atrapen las palabras que escucha. Porque es un idioma muy bonito, muy suave. Las palabras que cantamos son palabras dulces.
–Usted dio a conocer su decisión de adoptar un niño. ¿Lo hizo público como una forma de levantar una causa o porque no tuvo más remedio y la prensa se metió?
–Digamos que no tengo por qué ocultarlo. Puedo contar sin ningún problema que hace más de un año que estoy en el proceso de habilitación para la adopción. Mi sueño siempre fue tener un hijo o una hija, pero no pude, la naturaleza no lo permitió. Ahora mismo estoy en proceso de convivencia, totalmente segura de que quiero adoptar, como una manera de realizar mi sueño de ser mamá. Puedo decir que nunca es tarde para cumplir los sueños, y también que es una oportunidad que tengo de dar amor. Estoy convencida de que las personas que no tenemos hijos debemos pensar en dar la oportunidad a algún niño de ser feliz y también darnos la oportunidad a nosotros mismos de trabajar ese amor maternal. No es fácil: hay que atravesar mucha burocracia, ser paciente y aceptar los tiempos que imponen los trámites legales. Yo pasé por ese proceso durante más de un año y ahora estoy habilitada para adoptar. Si la vida me da ese regalo, será mi gran sueño cumplido.
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