MUSICA › CHINO LABORDE, CARDENAL DOMINGUEZ, VERONIKA SILVA Y ALFREDO PIRO
Los cantores comienzan a ganar espacio dentro de la escena, pero ellos prefieren no hablar de un “movimiento” y descreen del boom del género. Anda cada uno en la suya, poniéndoles la voz a agrupaciones de “tango joven”, aunque esta noche se podrá escuchar a los cuatro en la apertura de una milonga.
› Por Karina Micheletto
Enrolados en las filas del denominado “tango joven” –aunque algunos de ellos acepten entre bromas que en cualquier momento dejan de tener chances etarias de portar esta etiqueta– los cantores de tango comienzan a ganar espacio dentro de la escena. Si todo empezó con la fiebre del baile, y más tarde se consolidaron los instrumentistas, compositores, arregladores y directores de la nueva guardia, el resurgimiento que se gesta hoy en el tango parece ser el de los cantores. Figura mítica si las hay, el nuevo cantor de tangos devino orgulloso gardeliano, recio a la Julio Sosa, orillero a la Rivero, decidor a la Goyeneche, sentimental a la Magaldi, caballero a la Corsini, compadrito, rockero, dulce cancionista o inclasificable, pero en todo caso alejado de aquel figurín con peluca de Grandes Valores del Tango. Página/12 reunió a Walter “Chino” Laborde, Javier “Cardenal” Domínguez, Verónika Silva y Alfredo Piro, cuatro intérpretes con estilos bien definidos, para indagar en el tema. ¿De qué va el cantor de tangos del nuevo siglo?
Todos ellos encaran carreras solistas, editan discos propios, pero también dejan su sello en distintas formaciones: Laborde es la voz de La Típica Fernández Fierro, Domínguez de Los Cosos de al Lao; Silva del éxito electrónico Gotan Project; Piro, de la Orquesta Típica Imperial y otras. Una milonga con perfil joven que esta noche se inaugura, La Trastienda Tango Club (ver aparte) los reunirá entre sus cantantes estrella. Los caballeros también estarán juntos en el V Campeonato Mundial de Baile de Tango (ver aparte). No es la primera vez que comparten escenarios y experiencias musicales. Pero, ¿se puede hablar de algo en común en los nuevos cantores de tango, o comparten sólo una profesión?
Chino Laborde: –No creo que se pueda hablar por ahora de tendencias comunes: recién nos estamos reproduciendo. Es una etapa de ampliación del abanico, de fusión, de búsqueda.
Alfredo Piro: –Hay un contagio entusiasta, por eso se reproducen cantantes, bandas, orquestas, desde la autogestión. Tenemos algo en común: miramos para todos lados, y tenemos la capacidad de absorber otro tipo de influencias, no solamente las que tienen que ver con las raíces del tango.
Verónika Silva: –Se nos nota que también tenemos otra música escuchada y otros caminos andados, y nadie reniega de eso. Pero, cada uno con su estilo, su historia y su búsqueda, a todos nos gusta el tango y queremos aportar al género.
Cardenal Domínguez: –Cuando yo empecé, me miraban raro cuando decía que cantaba tangos. Se suponía que el cantante de tango era un nerd que había nacido adentro de una victrola. Hoy no nos miran raro porque superamos el prejuicio del cantante aparato y gritón, mostramos que hay otras formas. Pero hablar hoy de un movimiento es extraño, porque el medio no ayuda.
Ch. L.: –Totalmente. El campo no está preparado para ningún tipo de competencia.
–¿A qué se refieren? Se supone que éste es un buen momento para el tango, que los que se dedican al género ganan bien...
C. D.: –¡Por favor! Si en Buenos Aires hay diez casas para turistas que trabajan bien, es porque se llenan de gringos que vienen con el cambio a favor. Ahora, ¿cuántos argentinos pagan una entrada para escuchar tango? Si la décima parte de la gente que va al cine fuera a ver espectáculos de tango, sería otra la historia. Una cosa es la necesidad de hacer tango que tiene nuestra generación, el fenómeno emocional de contagio que se vive; otra es que eso tenga impacto comercial. Hoy cada fin de semana hay 70 ofertas de tango, de lo más variadas, pero si recorrés, salvo excepciones, vas a ver 20 personas en cada lugar.
Ch. L.: –Todos nosotros hemos tocado por dos pesos, en lugares que no tienen ni camarines, hasta hemos terminado pagando para tocar.
A. P.: –El fenómeno del tango hoy no pasa por los pares de zapatos que se venden a los extranjeros. Lo verdaderamente impresionante es que hoy a un pibe de 18 años le seduzca ir a una milonga y sacar a bailar a una chica de su edad. Hace diez años, cuando nosotros empezábamos, eso era impensable.
V. S.: –Vengo de Europa, donde vi lo que se puede hacer cuando hay plata bien invertida en cultura. En Francia, por ejemplo, hay un festival de música en cada lugar del interior. En un pueblito donde no hay nada, montan una carpa para una actividad cultural. ¿A quién se le ocurre acá hacer un festival de tango en el medio de La Rioja, por ejemplo?
–Entonces, ni hablar de un “movimiento” de cantores de tango.
A.P.: –Es algo que se tendrá que medir a futuro, con el tiempo, como todo. Por ejemplo, recién ahora se está reconociendo que a finales de los ’80 Tango Argentino generó algo en el mundo, con sus consecuencias. Y no creo que desde el vamos esos tipos hayan tenido la intención de marcar en la historia algo tan pretencioso como un hito.
Ch. L.: –Lo que huelo –por suerte– en el ambiente, es que no es una época de competencia. Más bien estamos todos en un proceso, indagando, fusionando... Cada uno está armando su camino. Y también hay muchos viejos dinosaurios que se van corriendo de la escena, y van permitiendo que nos demos algunas libertades, porque hace unos años algunas cosas que hacemos hubieran estado mucho peor vistas.
–¿Esos dinosaurios se van corriendo o son corridos?
Ch. L.: –¡Se corren porque ya no tienen ganas de salir de sus casas a ver espectáculos! Ya no les da el mate ni el cuerpo. Generacionalmente está pasando lo lógico.
–Pero todavía existen, y ejercen su influencia.
C. D.: –Sí, claro, el tanguero fundamentalista, el talibán del tango que te va a decir “esto es tango, esto no”, existe, como también existen viejos tangueros que son personajes divinos. Con el tiempo se va a dar una renovación natural, más cantantes, más grupos, y también más tangos nuevos.
A. P.: –Después de la avalancha de orquestas y cantores que se va mostrando, empieza a surgir la necesidad de que aparezca la nueva lírica del tango, los nuevos letristas. Los intérpretes sentimos la necesidad de cantar cosas nuevas, y en algunos casos, como el del Chino, de empezar a escribir letras propias.
–Sin embargo, no se escuchan muchos tangos nuevos. Muchos cantantes prefieren apostar a los clásicos.
Ch. L.: –Pero muchos otros están en la búsqueda de un texto. Lo que pasa es que también hay mucho para revisionar.
C. D.: –Está claro que estamos en una situación de proceso. En el último Festival de Tango se hizo un ciclo para estrenar doce tangos nuevos. Y cada uno de esos letristas tenía más de 50 tangos sin estrenar. Como ellos, habrá muchos otros. Tal vez no estemos al tanto de todas las letras nuevas, ni estén al alcance de todos, pero hay mucha gente escribiendo, componiendo, cantando... el tema es que no hay paño para eso. El ámbito tiene que desarrollarse más para que esos nuevos temas lleguen a cantarse y a grabarse.
Ch. L.: –Para que proliferen letras nuevas, el que escribe tiene que tener al músico a mano, para que haya ida y vuelta. Es como en el fútbol: hace falta el buen pase que te deje al lado del arquero. En la época de oro, compositor y letrista trabajaban juntos. Eran una gran cofradía donde se encontraban y se sacaban los ojos por una letra nueva. Hoy esa escena no está. Igualmente, dentro de la crisis están pasando muchas cosas que todavía no terminan de salir.
–Se supone que un cantante se puede animar a cualquier género, pero no cualquiera canta tango. ¿Por qué esta figura es tan especial?
Ch. L.: –Es cierto, nuestro oficio tiene un costado sagrado, pero también tenemos que empezar a corrernos de eso. Quiero decir, corrernos de ese lado solemne, pero con mucha convicción, y de corazón. En el tango, la figura del cantor es necesaria. Lo comprobé cuando fuimos a Europa con la Fernández Fierro: quizá por prejuicio, yo me imaginaba que en Francia o Alemania iba a ser más destacado lo instrumental, y sin embargo la gente necesita que alguien le hable, le diga la palabra, aun sin entender la palabra. Por eso creo que dentro de un tiempo vamos a ser muchos más, nosotros vamos a estar más curtidos y se va a ver mucha gente nueva que viene empujando. Porque hoy hay cantantes que todavía no son conocidos, pero son aviones.
V.S.: –En definitiva, para cantar tango hay que sentirlo. Si no lo sentís, se nota.
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