MUSICA › FRAN HEALY Y ANDY DUNLOP, LA VOZ Y LA GUITARRA DE TRAVIS
El cuarteto escocés se presenta esta noche en Vélez, en el festival Yeah!, que incluye a Starsailor y The Killers. Conocedores de los vaivenes del éxito y sus bajones posteriores, Healy y Dunlop vuelven una y otra vez al costado humano: “Todavía estamos aprendiendo, tratando de llevarnos bien e intentando hacer discos”.
› Por Roque Casciero
“Los escoceses somos muy honestos, no sabemos mentir”, suelta Fran Healy, cantante de Travis, sin una pizca de ironía. Entonces habrá que creerle cuando le dice a Página/12 que la carrera del cuarteto “ha sido un viaje magnífico”, pese a que el momento del estrellato y los millones de copias facturadas ya haya quedado atrás. “Arrancamos viviendo todos juntos en una casa, sin un centavo”, repasa Healy. “Luego nos mudamos a Londres, conseguimos un manager, hicimos un primer disco (Good Feeling, 1996), que funcionó más o menos, y cuando publicamos The Man Who (1999) recibió las peores críticas posibles, pero pasó algo mágico: la gente lo escuchó y lo compró.” “No se pueden hacer planes para tener éxito, simplemente no funciona así”, completa el guitarrista Andy Dunlop. Ambos se ven cómodos en el cuarto de conferencias –en otro están el bajista Dougie Payne y el baterista Neil Primrose– del hotel en el que se alojan durante su primera visita a Buenos Aires. Esta noche tocarán junto a The Killers y Starsailor en Vélez, como parte del festival Yeah!, pero no hay nervios ni pose de estrellas, y los dos miran a los ojos del entrevistador con la seguridad de quienes no tienen nada que ocultar. Así también son las canciones de Travis, con los hits “Sing” y “Why does it always rain on me?” como buenos ejemplos: sin dobleces ni segundas lecturas, sostenidas casi exclusivamente en las melodías sólidas y entradoras.
–Healy, usted dijo en una entrevista que habían estado en la cima y que ahora estaban empezando de nuevo. ¿De verdad se sienten así?
Fran Healy: –Así es como tenés que sentirte: debés ubicarte en un punto en el que sentís que todo es posible nuevamente. Si no hay nuevas alturas por alcanzar, tenés que inventarte otros objetivos. Es como si subieras el monte Everest, ¿qué podés hacer después? No sé, construí una nave espacial y viajá a la Luna, explorá el fondo del mar... Nosotros creemos que todo es posible. Y no tiene que ver con el negocio, porque no debería tratarse de eso, sino de cuatro tipos en una habitación tocando y divirtiéndose. Con un poco de suerte, algunos centenares de miles de personas se interesarán y nos acompañarán en el camino.
Andy Dunlop: –Cuando llegás a cierto punto como banda es fácil empezar a aburrirte, entonces hay que crearse nuevos desafíos.
–Pero hay bandas como U2 o los Stones que siempre se mantuvieron en la cima.
F. H.: –Nosotros somos una banda orgánica, entonces somos diferentes a esa clase de bandas. U2 está manejada como un negocio, mientras que Travis sigue siendo una banda. Todavía estamos aprendiendo, tratando de llevarnos bien e intentando hacer discos. Hemos tenido mucho éxito, pero seguimos siendo reales: Travis no se trata de hacer negocios. Durante un tiempo hubo algo de eso y era horrible. Cuando The Man Who y The Invisible Band vendieron millones de copias, llegó a pasarnos que ya no nos divertíamos: todo el mundo estaba muy serio. Fueron años fantásticos para nosotros, aunque nos sentimos como en medio de un tornado que nos levantó por el aire y que cuando nos depositó, cuatro años más tarde, nos dejó preguntándonos dónde estábamos y quiénes éramos. El problema del éxito es que quedás desgastado y terminás sin saber para qué estás haciendo las cosas. Es una buena lección en la vida, porque no son muchos los que pueden pasar por el éxito. Es muy difícil encontrar tu propio centro en esos momentos.
–Usted dijo que no era fácil hacer canciones simples y hermosas. ¿Dónde radica la dificultad?
F. H.: –Las canciones simples y maravillosas vienen de un lugar en el que no hay pensamiento, y tratar de no pensar es muy difícil. Se los sugiero a los lectores: intenten no pensar durante diez segundos, van a ver qué difícil es. Las ideas simples vienen del silencio que está entre los pensamientos.
–Entonces, ¿la composición es encontrar esos silencios que hay entre los pensamientos?
F. H.: –Algo así. Uno toca y toca hasta que sucede algo, hasta que aparece algo que nunca antes había escuchado. Alguien me preguntó hace poco por qué nuestros discos empiezan a disfrutarse más a la tercera o cuarta escucha, y me di cuenta de que es porque las melodías son flamantes, entonces uno no está acostumbrado a ellas. Recién se las incorpora cuando se las escucha varias veces por la radio.
–Chris Martin, de Coldplay, dijo que ustedes habían inventado su banda.
F. H.: –Chris siempre bromea con que juntó el aspecto cool de Radiohead con el aspecto melódico de Travis y que con eso formó Coldplay. Pero la realidad es que Coldplay lo inventaron Chris y sus tres compañeros. De todos modos, es un gran cumplido que él haya dicho eso, porque son una gran banda. Y estaba pensando que mucha gente podría odiarme sólo por haber inventado Coldplay (risas). Chris es un buen amigo, nos vemos seguido. Hay bandas como ellos, Oasis, Snow Patrol, Kings of Lion y The Killers, con las que nos vemos muy seguido y con las que se ha establecido una especie de sana competencia que nos ayuda a todos. Nos mostramos canciones, nos pedimos opiniones.
–¿Por qué tardaron cuatro años entre 12 Memories y The Boy With No Name, el disco que vienen a presentar?
A. D.: –Además de que publicamos un recopilatorio (Singles), decidimos no entregar el disco hasta que sintiéramos que estaba listo. Por otra parte, Fran y yo fuimos padres y decidimos tomarnos el tiempo para disfrutar de eso.
F. H.: –Es lo que decía antes: somos una banda humana. Tener un hijo es lo más importante del mundo, la mejor canción que puedas escribir, y cuando llega ese momento tenés que estar ahí.
–La paternidad inspiró el nombre del disco, entre otras cosas. ¿Es posible eludir que algo tan fuerte como ser padre se meta en la obra de los artistas?
F. H.: –Supongo que sí. Igual, el nombre del disco vino del hecho de que no teníamos nombre para mi hijo y tampoco para el álbum, y uno siempre hace comparaciones entre escribir canciones con tener hijos. También la canción “My eyes”, que fue escrita antes de que naciera, tiene que ver con mi hijo, pero ninguna de las nuevas canciones son sobre él. El tema es que cuando tenés un hijo no podés negar esos sentimientos tan fuertes. Y si Stevie Wonder lo hizo, no está mal que lo haga yo.
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