Martes, 11 de diciembre de 2007 | Hoy
MUSICA › RAUL CARNOTA Y EL PROYECTO SANLUCA
El músico porteño, referente de un folklore arriesgado y creativo, explica las motivaciones del nuevo grupo que integra con Rodolfo Sánchez y Franco Luciani. “Me voy provocando a mí mismo con proyectos distintos”, señala.
Por Cristian Vitale
Raúl Carnota se apropia de una frase anónima y la convierte en un autolema. Podría, tranquilamente, sintetizar su relación inquieta y cambiante con la música: “Para no aburguesarse hay que desafiarse a sí mismo”. Así lo vivió, así lo siente. Porteño como el tango (nació en Almagro, vivió en Balvanera, coqueteó con Mar del Plata, pero regresó a los 18), emerge como una de las figuras más significativas del folklore contemporáneo. Sus canciones, que se reparten entre once discos propios de 1983 a la fecha, hablan de salamancas y vivencias rurales, de ranchos y cacharpayas, de decires quechuas, cuyas palabras siempre terminan en diminutivos: copladita, resbaladita, acollaradita, peñita, del país rural y profundo, en suma, que parece llevar en sus venas. “Como decía Atahualpa ‘el rodar no será ciencia pero tampoco es pecado’”, define él, a punto de presentarse (hoy a las 21 horas en Velma Café) con un nuevo desafío: el proyecto Sanluca. “Siempre anduve haciendo experimentos, porque juntarse con otra gente sirve para crecer. Si toco solo, me anquiloso... necesito mover mi corazón.”
Sanluca deviene de la primera sílaba del apellido de quienes lo integran: Rodolfo Sánchez (percusión), Franco Luciani (armónica) y el mismo Carnota en voz y guitarra. “Es un proyecto en ciernes, estamos desarrollando la gestalt entre los tres. Esto no es como el jazz, en donde vos tenés tu momento para improvisar. Acá hay que hacerlo entre tres, sobre la marcha, y para eso necesitás conocer mucho al otro”, define. No es el caso de Sánchez, compañero eterno de Carnota en todos sus proyectos, pero sí del armoniquista. Carnota y Luciani se conocieron durante el recital que determinó la grabación de Retrospectiva (su último disco) y allí quedaron pegados. “Yo no me tiro a hacer algo con cualquiera, pero siempre es un riesgo. Soy desastroso en detectar qué se vende y qué no: el último proyecto que armé con Lucho González fue un fracaso en ese sentido: la gente no nos dio bola.”
–Claro, tiene que lidiar con el escollo que conlleva eso de desafiarse a sí mismo...
–Y con que nunca fui un vendedor de discos. Por eso voy probando, me voy provocando a mí mismo con proyectos distintos. Lo hago para mantenerme vivo, porque uno se aburre si hace siempre lo mismo.
Retrospectiva implica, precisamente, un acabado muestrario de todos esos virajes que Carnota dio esquivando la abulia. Además de abarcar una amplia gama de géneros (chacarera, zamba, gato, canción, vidala, huayno), contempla una recorrida por sus diferentes formaciones: piano-percusión-guitarra, misma fórmula más teclados, bajo-percusión-guitarra y piano-percusión-flauta traversa-quena-guitarra, más un plus –pronto a editarse en DVD– con la aparición de amistades que el compositor fue cosechando en todos estos años de música: Daniel Maza, el dúo Orozco-Barrientos, Juan Quintero, el Mono Fontana. “Ameritaba que hiciera una síntesis, una especie de cuadro sinóptico de todo lo que grabé hasta hoy”, sostiene.
–Pese a lo ecléctico del repertorio, hay una chacarera que pinta muy bien sus intenciones: “La asimétrica”. ¿A quién le apunta con la frase “A algunos con razón les puede disgustar / mi estilo de tocar / moviendo el compás”?
–Hay una discusión bizantina, y para mí gusto estúpida, sobre qué es ortodoxo y qué no. Hay un grupo de gente que defiende una forma que no es muy antigua... no sé, será de los ’50 o ’60, pero nadie se preocupa por averiguar cómo se tocaba antes, hace ciento y pico de años. Al no haber registros grabados, nadie puede opinar sobre eso. Eso es considerar que la cultura es estática, no dinámica..., pero en todas las músicas existe el cambio, una vuelta de rosca que ciertos tipos no computan. Siempre me pareció una pavada.
–De ahí lo irónico de la letra. La suya es una chacarera “sin red”.
–Claro. Y asimétrica, porque en el idioma musical la primera frase está hecha por un cuatrillo de negras. Es cierto, es una letra burlona.
–En Retrospectiva recorre varios géneros. ¿Todos son dinámicos en el mismo grado o algunos pueden renovarse más que otros?
–Todos son dinámicos... el problema es que hace unos años hubo una convención para que los bailarines puedan bailar. La chacarera, por ejemplo, tiene que tener tres estrofas y un estribillo, y así. Los viejos santiagueños contaban que había un tipo de chacarera que se llamaba “sin final”, y por ahí duraba media hora. Se tocaba en el campo, pero se ve que para la forma disco no funcionó y hubo que adaptarla con el fin de lograr una coreografía cierta. Lo mismo pasó con el gato.
–La pregunta parte de que las vidalas y los huaynos, en sus manos, suenan más a tales que zambas y chacareras. ¿Está de acuerdo?
–En todos los estilos hay un estilo que se respeta, pero después juega la imaginación mayor o menor del músico para colorear como quiera. Yo no tengo un método, soy totalmente anárquico.
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