“No se trata de medir el éxito por las cantidades. No importa si se metieron 2500 personas en el Dorrego o se programaron veinte grupos por día. Lo que interesa es que haya un concepto artístico”, dice Adrián Iaies a Página/12. El notable pianista y compositor, que acaba de ser designado director del Festival de Jazz de Buenos Aires, aclara que “debe haber cuestiones que estén por encima del mero número. Me interesa cambiar la forma de funcionamiento de este festival, tanto en relación con las visitas internacionales como con los músicos locales”.

Iaies comenta que en cuanto lo llamaron dijo que sí. “Me entusiasma este festival y siempre me interesó trabajar en todo lo que está alrededor de la música; lo hice en el sello (S’Jazz, que comenzó como subsidiario de EMI) e incluso con mi propia carrera, que durante años manejé solo. La condición que puse es que esto no interfiriera con mi condición de músico. Yo necesito tiempo, para estudiar, para tocar, y no puedo ni quiero estar ocho horas en una oficina. Y lo que me dijeron es que eso estaba absolutamente en sintonía con lo que están buscando, que es que haya artistas al frente de los festivales.” En cuanto a las particularidades del festival, el pianista cuenta: “Estuve en distintos festivales en el mundo. Y lo que los caracteriza es que son profesionales. No digo el de San Sebastián, que hace cuarenta años que existe y que funciona con muchísimo dinero. Estuve también en Quito, en marzo, y, en octubre, en Venezuela, en el medio de convulsiones políticas. Y eran festivales donde todo funcionaba a la perfección. Las salas eran adecuadas, los pianos eran buenos, todo estaba bien organizado. Hay que lograr que si viene un músico de afuera, cuando vuelva a su país le diga a otro músico: ‘Che, tratá de que te inviten al Festival de Buenos Aires porque está buenísimo’. Y para eso hay que tratar de hacer algo más que eventos y fiestas para que salgan en los diarios”.

Una de las primeras decisiones de Iaies fue cambiar la fecha del festival de mayo a octubre. “En mayo o junio, que son los meses en que suceden los grandes festivales europeos, no tenemos ninguna chance de competir. No puede haber público internacional ni, tampoco, músicos extranjeros. En el tiempo que les lleva bajar a Buenos Aires, actúan en tres o cuatro festivales allá. En cambio, en octubre los músicos de primera línea están con tiempo y con posibilidades. Además, eso nos da la posibilidad de coincidir con el Festival de San Pablo y abaratar costos. Además, daremos preeminencia a quienes no han venido nunca. Trataremos de que quienes vengan signifiquen un nuevo estímulo para el público de Buenos Aires. En relación con lo local, más allá de que, obviamente, tienen que estar los mejores, quiero que haya cosas que trasciendan los shows. Lo que ya está confirmado son tres encargos. Mariano Otero orquestará un homenaje a Walter Malosetti, que es un músico muy particular porque hizo algo que no era frecuente: formó gente, unió generaciones, siempre tocó con músicos más jóvenes y les enseñó. Guillermo Romero que, además de ser un excelente pianista, es un compositor que ganó premios de composición escribiendo tango, hará un homenaje a Astor Piazzolla, arreglando sus temas o escribiendo piezas propias que impliquen una mirada personal sobre el bandoneonista. Y Pepi Taveira, que a su vez convocó a Enrique Norris, escribirán música para que sea bailada. La idea es que quede algo de sustancia artística una vez que el festival pasó.”