MUSICA › DANIEL BARENBOIM EN BUENOS AIRES
“La música nos enseña que cada uno es parte de un todo”
Barenboim llegó al frente de la orquesta West-Eastern Divan, integrada por jóvenes israelíes y de distintos países árabes.
Por Diego Fischerman
En el centro de la escena estaba Daniel Barenboim. Junto a él, Jeanette Arata de Erize, presidenta del Mozarteum Argentino, que es la sociedad de conciertos que organizó sus actuaciones en Buenos Aires, y Mariam Said, viuda de Edward, el ensayista que ideó junto al músico la West-Eastern Divan Orchestra. Y, en los extremos, cuatro de los jovencísimos integrantes de esta orquesta: una israelí, una palestina, un egipcio y un sirio. La primera, hija de argentinos, contó una anécdota y esa historia, la suya, tuvo el valor explicativo que miles de palabras no habrían logrado.
“Cuando vivía en Israel quería la paz, por supuesto. Me parecía mal la guerra pero, al mismo tiempo, pensaba que los árabes debían estar en un lado y los israelíes en otro. Y en lo posible, lejos. En realidad, creo que nunca había conocido a ningún árabe de cerca”, comenzó diciendo. “Cuando entré en la orquesta, mi compañero, el otro oboísta, era palestino. Y antes de darme cuenta de lo que pasaba, charlábamos durante horas. Hoy es mi mejor amigo. Ambos vivimos en Alemania, donde estamos becados, y él alquila un departamento junto con tres israelíes.” Otra frase, dicha por Mariam Said, fue el complemento exacto: “No pretendemos solucionar los problemas de la humanidad. No podríamos. Pero hay cosas que podemos hacer y las hacemos”.
Barenboim llegó a esta ciudad para dar dos conciertos al frente de esta orquesta conformada por jóvenes israelíes, palestinos y de diversos países de Medio Oriente. El primero fue ayer y hoy actuará nuevamente en el Colón, para el ciclo del Mozarteum. En esta ocasión interpretará la Sinfonía Nº 5 de Beethoven y la Nº 1 de Gustav Mahler. Mañana a las 12, en los Conciertos del Mediodía que organiza esa misma institución en el Gran Rex, Barenboim se presentará, con entrada gratuita, junto a algunos de los integrantes de la orquesta en un programa de música de cámara: el sexteto Noche transfigurada de Arnold Schönberg y, de Franz Schubert, el quinteto La trucha, para violín, viola, cello, contrabajo y piano (que tocará él). “Esta orquesta no es política sino parapolítica”, definió Barenboim, refiriéndose a la West-Western Divan, que toma su nombre de una colección de poemas de Goethe. “Y de la misma manera que la metafísica necesita de la física, la metapolítica necesita de la política. Este es un hecho musical, ni más ni menos. Pero la música es la mejor enseñanza posible de la interdependencia. De que cada uno, sin ceder en sus convicciones y con la personalidad más fuerte, sabe que es parte de un todo en que la resultante es más que la suma de las partes. El hecho de que la orquesta tenga su sede en Sevilla, además, es un símbolo excelente. Porque ése es un lugar donde hubo una época en que judíos, árabes y cristianos convivieron en paz. La música enseña a escuchar al otro y, en un conflicto en que todos tienen razones para sostener la posición que sostienen, es indispensable poder reconocer que la postura del otro también es racional. Y es fundamental aceptar, también, que ese conflicto no puede tener una solución armada. Es decir, que cualquier supuesta solución de esa índole simplemente no solucionará nada.” Entre las próximas actividades de la orquesta está una actuación en Ramalá y el músico dijo que “seguramente hay muchos, tanto israelíes como palestinos, a los que eso les molesta y mucho”. El embajador de Palestina en la Argentina fue quien tomó la palabra para decir que “éste es un ejemplo de convivencia y además de darle la bienvenida a la Argentina también quiero darle la bienvenida a mi país, a Ramalá, donde mi pueblo lo va a recibir con los brazos abiertos”.