Domingo, 30 de marzo de 2008 | Hoy
MUSICA › UN CICLO QUE PRETENDE DAR VOZ A LA DIVERSIDAD DE GENEROS Y ESTILOS
Los conciertos programados para la cuarta edición de Música en plural, organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, abarcan desde composiciones argentinas contemporáneas a autores canónicos universales.
Por Diego Fischerman
Podría tratarse, simplemente, de un ciclo de música de cámara a cargo de varios de los mejores intérpretes argentinos. No sería poco. Pero Música en plural, como su nombre se ocupa de anunciar, es más que eso. “Es parte de la concepción misma del ciclo”, explica la pianista Bárbara Civita, junto a la violinista Haydée Seibert, creadora y coordinadora de este emprendimiento que, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la Nación, llega a su cuarto año consecutivo de existencia. “No nos interesa –dice– el concierto tradicional, donde hay un grupo que hace su repertorio durante un poco más de una hora de música. Tratamos de que en todo el ciclo haya pluralidad de estilos, de tendencias, de conformaciones instrumentales, pero, también, de que los haya en cada concierto.”
Una prueba es, desde ya, el concierto que, hoy a las 18, inaugurará la Edición 2008 de Música en plural. En la Sala Carlos Guastavino del Centro Nacional de la Música (México 564), donde se realizará todo el ciclo de nueve conciertos, Roberto Rutkauskas tocará, en violín barroco, una Fantasía de Georg Philipp Telemann, la fantástica Passacaglia de Heinrich Ignaz Franz Biber y la Sonata “Trillo del diavolo” de Giuseppe Tratini. Y un grupo de destacados músicos, conformado por el clarinetista Matías Tchicourei, Haydée Seibert y Alfija Gubaidulina en violines, Verónica D’Amore en viola y María Eugenia Castro en cello, interpretará una de las obras más bellas, concentradas e intensas de la historia de la música, el Quinteto para clarinete y cuerdas de Johannes Brahms. “La pluralidad –completa Civita– pasa también por los intérpretes que tocan en el ciclo. Hay músicos del interior y de la capital y hay gente muy joven al lado de quienes tienen largas trayectorias. Además, claro, hay pluralidad de obras: tratamos de que haya composiciones de autores argentinos y contemporáneos y también obras poco frecuentadas, junto a los grandes clásicos del género.”
Haydée Seibert remarca la colaboración de la Secretaría de Cultura de la Nación y, en particular, el apoyo al concurso de composición tendiente a incorporar nuevas obras y nuevos compositores al ciclo. La inclusión de un músico que tocará obras del Barroco de acuerdo con prácticas historicistas y con un instrumento de época dentro de un concierto de cámara normal habla también de apertura, en un medio donde algunas de estas cuestiones, créase o no, siguen discutiéndose como si hubiera una única verdad. “Ya el año pasado estuvo el grupo La Barroca del Suquía, que dirige Manfredo Kraemer. No querríamos hacer un concierto barroco, desde el comienzo al fin, pero tampoco uno que excluyera totalmente ese repertorio. En cuanto a las maneras de interpretar, un pianista, con un instrumento actual, puede hacer una gran interpretación de una obra para teclado de Bach y también puede hacerla un clavecinista, desde ya. Lo que importa no es qué instrumento toca sino la calidad. Y en ese aspecto sí hay límites claros”. Civita, por su parte, agrega: “Nos parece importante mostrar también esas diversidades. En ese sentido, y más allá de que el gusto personal siempre cuenta, cuando se programa es importante tratar de separarse de la propia percepción todo lo que se pueda. Nosotros sabemos cómo suena una Fantasía de Telemann tocada en violín barroco. Pero mucho de nuestro público probablemente no, por eso es importante poder mostrar esa posibilidad”. El ciclo, que comenzó en este edificio de la antigua Biblioteca Nacional, convertido en Centro Nacional de la Música, luego fue a la nueva Biblioteca y ahora vuelve a la calle México, tiene, según sus organizadoras, un público fiel que los ha seguido a lo largo de esas mudanzas y que confía en lo que ofrece Música en plural. Ante la pregunta de si no exiten posibilidades de grabación de discos o de transmisión de los conciertos a través de alguno de los canales con los que cuenta el Estado Nacional, Seibert y Civita coinciden en que sería “maravilloso” lograrlo. Eso cerraría, de alguna manera, un posible círculo al lograr que el público fuera, también, mucho más plural.
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