MUSICA › LA MARI, ANTES DE LOS SHOWS DE CHAMBAO EN EL OPERA
“Yo no me considero una artista”, dice la cantante, que cuenta cómo un encuentro de amigos terminó seduciendo a la industria.
› Por Karina Micheletto
“Flamenco chill” es la etiqueta que ellos mismos se pusieron, para explicar a la discográfica a qué género pertenecía el demo que estaban mandando por correo. La compañía lo escuchó y les avisó que se pusieran a hacer más temas, porque al parecer habían creado un estilo que no estaba en las bateas y que podía funcionar. Así fue. La de Chambao es una de las nuevas maneras de presentar el flamenco a las que últimamente apuntan los sellos grabadores, con éxito en el mundo. Se trata, en realidad, de una evocación de la tradición del género, en el gesto de tomar sus trazos gruesos reconocibles para mezclarlos con lo más pop, lo más melódico o lo más chill out de lo actual. La Mari, la simpática y verborrágica cantante que ahora está al frente del grupo, se preocupa por aclarar que lo suyo no es flamenco. Que, aunque sienta al género como buena andaluza, lo que hace está en otro territorio. Hoy y mañana Chambao se presentará en el teatro Opera dando a conocer su nuevo disco, Con otro aire.
La Mari y su grupo se hicieron muy muy conocidos después de participar en el MTV Unplugged de Ricky Martin, entre otras colaboraciones trans-género. “Me largué con este tipo de invitaciones desde que estoy sola, no creo que mis viejos compañeros de Chambao lo hubieran recibido muy bien”, comenta la malagueña. “Siempre he tratado a la música como una manera de enriquecerme, profesional y personalmente. Y vaya si me he enriquecido cantando con Cesaria Evora (¡Y el miedo que me dio aquella vez antes de cantar!) o con Ricky Martin. De él he aprendido de la gran capacidad de trabajo que tiene, que es exagerada, también de su generosidad y su transparencia.”
La Mari, que hace poco atravesó un difícil período de su vida con un cáncer de mama del que se recuperó –una etapa que ahora narra como de aprendizaje y cambios profundos–, tiene su propio relato encantador de los inicios: “Vengo de una familia obrera corriente y moliente, como decimos nosotros, madre ama de casa y padre albañil, no hay ni artistas ni músicos”, cuenta. “Pero sí aficionados a la música. Es una pasión inevitable para todos los que nacimos en Andalucía. Mi madre dice que ya está vieja, pero canta increíblemente, es super aficionada al flamenco y a las coplas. No es algo especial en Andalucía, se vive así. Lo de Chambao fue estar en el lugar indicado, en el momento indicado. La vida me lo ha regalado.”
–Lo narra como golpe de suerte más que un esfuerzo personal.
–Es que yo no me he especializado en cantar o bailar, de hecho no me considero una artista. Me gusta, claro, porque es una manera de sacar pa’ fuera mogollones. Pero nunca he anhelado esto ni he dicho “el día de mañana voy a ser artista”. He intentado ser feliz con el trabajo que tenía, sea limpiar casas, cuidar niños o en el apartado de contabilidad de una agencia de viajes, con mis siete horas de oficina. Cuando todo esto llegó, el esfuerzo personal ha sido estar a la altura de este regalo de la vida.
–¿Y cómo apareció el “regalo”?
–Con mis dos ex compañeros de grupo vivíamos en un barrio pesquero de Málaga y creamos una bonita amistad. Cada vez que teníamos un huequecito nos largábamos a hacer canciones, sin público, porque nos daba vergüenza. Hasta que grabamos un demo, sólo para poder guardarlo. Ahí nos dimos cuenta de que no conocíamos músicos que nos acompañasen y dijimos: hostias, podemos poner electrónica sin necesidad de tener una habitación llena de gente. Después a alguien se le ocurrió que lo mandásemos a una discográfica. Tú estás chalao, le decíamos. Pero lo mandamos e increíblemente lo que llamó la atención en el sello grabador era ese toque electrónico que tenía, nos dijeron que habíamos creado un estilo que no estaba en las vitrinas y que por qué no seguíamos buscando por allí.
–¿Cómo se llevan con la ortodoxia del flamenco? ¿Alguna vez los acusaron de “desvirtuar” el género o algo por el estilo?
–No, porque siempre hemos dicho que nosotros somos otra cosa, que lo nuestro es la fusión. Mientras no te metas en un terreno que no te corresponde, marcha todo bien. El flamenco no es un estilo de música, es una manera de vivir, se nace flamenco y se muere flamenco, o se come flamenco. Así de grande es. Yo no me considero una cantante de flamenco, estoy muy lejos de ello. Así que, para los puristas del género, estoy en otro plano, hablo desde otro territorio. Por eso de parte de ellos hay un “bueno, vale, te dejo”. De todos modos, yo no creo que la música pueda ser propiedad de alguien que con un baúl bajo llave te dice: no lo toques, esto es mío. Es una música super abierta, se presta a mezclarse fácilmente. Mientras uno lo sienta como una manera de expresarse y evocar sentimientos, todo está bien.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux