Jue 15.01.2009
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LITERATURA › PLANTA EDITORA, UN NUEVO SELLO ORIENTADO HACIA LOS CHICOS

Libros que enseñan a crecer

La editorial independiente creada por Luciana Delfabro centra su búsqueda en el rescate de buenos cuentos perdidos o inhallables. Acompañados con excelentes ilustraciones, cobraron renovada vida textos poco conocidos de Oesterheld, Saki y Sara Gallardo.

› Por Silvina Friera

Muchos escritores argentinos publicaron cuentos para chicos entre principios de los cincuenta y mediados de los setenta. La industria del libro celebraba su belle époque y una alfombra de optimismo, cincelada por la sensación de bienestar y prosperidad ilimitada, se extendía entre las “utopías” y los hechos: un libro llegó a costar lo mismo que un kilo de pan; Eudeba, la primera editorial universitaria del país, abrazaba el eslogan “libros para todos”. Pero La Noche de los Bastones Largos y la dictadura echaron sus mantos de sombra sobre ese panorama tan esperanzador, desaparecieron personas, se quemaron libros y se interrumpió esa aceitada máquina editorial que parecía funcionar casi en piloto automático. Hace dos años, la bulliciosa cabeza de Luciana Delfabro empezó a tirar de un hilo que asomaba con insistencia –tal vez intuía que todo comienza por suturar las heridas que dejan lo que se quebró–: crear una editorial para chicos, que se centrara en el rescate de esos buenos cuentos perdidos o inhallables, que no se volvieron a editar, y con buenas ilustraciones. Autores “de acá” y “de allá” porque, afortunadamente, la literatura no digiere ninguna nacionalidad, o las fagocita a todas. Menudo trabajo de hormiga el de esta muchacha que, a los 28 años, ya puede decir, en parte, “misión cumplida”. Desde septiembre del año pasado, Planta Editora está lanzando a la calle las joyas de la abuela.

La planta se puso de pie con Eran tres amigos, de Héctor Oesterheld (firmado originalmente como Héctor Sánchez Puyol, el seudónimo que usaba cuando escribía para chicos, publicado en Codex en 1947), ilustrado por Mariano Gra-ssi; dio unos pasos más allá con El contador de cuentos y otras historias de miedo, de Héctor H. Munro, el entrañable Saki, ilustrado por Pablo Carrera; y pegó el estirón con el último que acaba de presentar, Las siete puertas seguido de Dos amigos, de Sara Gallardo, ilustrado por Silvia Lenardón. “Cuando empezamos este proyecto no tenía una idea ciento por ciento clara de lo que iba a hacer”, admite Delfabro a Página/12. “Sí tenía claro que quería publicar cuentos para chicos, pero todavía no había definido la política editorial. Cuando comencé a armar la selección de textos, me encontré con que muchos escritores argentinos que a mí me encantan, o que tienen un nombre importante en la tradición literaria, habían escrito cuentos para chicos. Entonces decidí rescatar esos cuentos, y que tanto los dibujantes como yo fuéramos el puente entre esas dos generaciones que perdieron contacto”, revela la directora editorial.

A veces por obra del azar los proyectos adquieren un impulso inusitado. Delfabro desmenuza varios encuentros azarosos que permitieron que Planta Editora hoy esté en todas las librerías. El primero fue conocer a Pablo Medina de la Asociación La Nube, “el principal lugar donde nosotros nos documentamos de todo este material inhallable”. Se sabe de los cortocircuitos que viuda/os e hijos/as generan para que una obra circule y se reedite. Precisamente por eso, la segunda circunstancia atípica fue la ayuda que recibió de los herederos de los autores, especialmente de Martín Oesterheld y de Paula Pico Estrada, la hija de Gallardo. “Todo resultó realmente muy bien porque ellos estaban en el mismo lugar que nosotros: una generación intermedia entre los autores y los chicos con muchas ganas de hacer cosas”, señala la directora editorial. “Me puse en contacto con Martín, por el cuento de Oesterheld, y me dijo que cuando tuviéramos el proyecto un poco desarrollado lo llamáramos para ver qué pasaba. Y en ese ínterin se dio una casualidad: Martín y su familia se mudaron debajo de la casa de mi familia materna. Con la vecindad fluyó todo muy fácilmente.”

Los cuentos de Sara Gallardo (1931-1988), Las siete puertas y Dos amigos, se publicaron originalmente en la editorial Angel Estrada entre 1974 y 1975. “La primera vez que los leí me encantaron porque mantenían ese uso tan particular de la gramática, la construcción de oraciones –plantea Delfabro–. También recuerdo aquello que Victoria Ocampo dijo una vez: que Sara Gallardo es la autora que mejor describe los animales y las plantas; y podemos agregar que anima a los objetos con la misma lírica. Esa es la razón por la que sus cuentos para chicos son tan hermosos.” La muchacha, inflamada por el fervor de los rescates, no se detiene. Este año saldrá Las mil y una noches, ilustrada por Julián Gatton. “Queremos que el dibujo conserve el estilo árabe y estamos trabajando con mucho esmero en la adaptación”, dice Delfabro. En los próximos meses aparecerá La estrella de madera, de Marcel Schwob, y tienen ganas de publicar unos textos de Conrado Nalé Roxlo. Apelando a la solidaridad de quienes lean esta nota, Delfabro cuenta que no consiguen dar con los herederos de Roxlo. “¡Hace más de un año que estamos tras esa pista!”, aclara. Planta Editora sigue creciendo.

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