Jueves, 21 de enero de 2010 | Hoy
LITERATURA › LA COLECCIóN PíPALA PROPONE OTRA CLASE DE LIBROS INFANTILES
Se trata de libros álbum de editorial Adriana Hidalgo, objetos bellos que atraen a grandes y chicos, y con textos que le dan giros inesperados a historias de monstruos debajo de la cama, hurones perezosos y demás personajes entrañables.
Por Silvina Friera
La media docena de libros que lanzó Pípala, la flamante y bienvenida colección de literatura infantil de la editorial Adriana Hidalgo, es como un viaje inesperado en el que padres e hijos acarician, con todo el cuerpo, bellísimos objetos. Las manos y los ojos son la vanguardia del ritual de la lectura, pero hasta el oído se abre a los sonidos que sugiere el maravilloso ensamblaje de las ilustraciones con un puñado de historias en las que los personajes, lejos de ser héroes impolutos, se recortan con una batería de defectos que no los dejan bien parados. El protagonista de Romeo nunca está contento es un hurón blanco que cuando se despierta por la mañana lo primero que hace es irse a dormir de nuevo. Salvo honrosas excepciones, ¿quién no siente que levantarse es la peor parte del día? El primer guiño visual-sonoro consigue que chicos y adultos se enganchen al vagón de las peripecias de este pequeño huroncito malhumorado, mentiroso y, para colmo, sabelotodo e incapaz de pedir perdón. Eso sí, tiene algo a favor: es muy coqueto. En Pinzón en la tormenta, un hombre se queda sin leña para prender el fuego y mantener la casa caliente, justo en el momento en que se desata un diluvio. Pinzón no quiere asomar el hocico y le pide a su pequeño perro, Tungsteno, que vaya a recoger leña. Pero el perrito se demora más de la cuenta y su dueño, desesperado y preocupado, sale a buscarlo. Ruidos bajo la cama es un diálogo imperdible entre un niño y un monstruo horripilante, con aliento a huevo podrido, que vive bajo su cama. ¿Por qué el monstruo, por más que se esfuerce en hacerle creer al niño que es feroz y espantoso, no consigue asustarlo? Una sombra, sujeto de terror de muchos, será la respuesta.
Clara Huffman, directora de Pípala, cuenta que esta colección de literatura infantil es un proyecto de largo aliento. “Que fuera creada a los diez años del nacimiento de Adriana Hidalgo fue un poco una feliz casualidad. Cuando se comenzó a pensar el proyecto, íbamos por los ocho años. Entre la preparación y la concreción sabíamos que más o menos caería en los diez años. Simbólicamente fue muy positivo; con la sección infantil completamos el trabajo editorial”, dice la directora. “Sé qué libros me gustan, pero necesitaba conocer mejor el mercado; de modo que me dispuse a recorrer librerías y tuve la posibilidad de ir a la Feria de Bologna, la feria de libros infantiles más importante del mundo. Así pude ver todo lo que anda dando vueltas, y pude definir más claramente qué tipo de libros me interesan, y cuáles no”, revela Huffman el backstage, previo al lanzamiento. “De a poco la colección comenzó a tomar un perfil; los libros que me interesaban eran los álbumes, y los que estéticamente me parecían más novedosos. Es decir, libros álbum que no fueran previsibles; que saltaran a la vista por su particularidad. Luego, por supuesto, el texto interior debía sostener esa particularidad estética”. Mientras revolvía por todas partes, dio con Ruidos bajo la cama, del francés Mathis; La isla del pequeño monstruo negro-negro, de Davide Cali y Philip Giordano; Pinzón en la tormenta, de Wouter van Reek, y Romeo nunca está contento, de Hiroko Ohmori. “De algún modo, éstos fueron los títulos que le dieron la identidad inicial a la colección”, agrega la directora.
El nombre, Pípala, surgió después de mucho pensar. “Había varias personas barajando nombres; de a poco fui acotando lo que me parecía que tenía que ver con el proyecto, porque tenía que ser un nombre que tuviera una sonoridad lúdica”, subraya Huffman. “Un día estaba conversando con mi mamá y mi hermano, estábamos proponiendo nombres y justo traía el libro que estaba leyendo en ese momento, la vida de Buda en comics por Osamu Tezuka, creador de Astroboy. Estaba por la parte en que Buda se ilumina bajo un árbol. El nombre del árbol era Pipalla tree. Lo dije en voz alta, un poco en broma, y mi hermano dijo ‘pípala’ y quedó”. Ante un panorama editorial en que la literatura infantil se multiplica en diversas propuestas, Huffman señala que esta colección debe tener una línea clara y un perfil definido. “Con Pípala intentamos salirnos de los márgenes de lo que se suele entender por literatura infantil. Intentamos que cada libro sea un pequeño mundo, donde la imaginación sea estimulada y la previsibilidad no exista, para que incluso los padres se sorprendan con cada libro y estén interesados en leerles a sus hijos”, precisa la directora. “Me gustan muchísimo las historias y las ilustraciones de cada libro. Son las que disfruto y que me gusta compartir con mis primos menores, mi sobrino y los hijos de mis amigos, porque hijos propios todavía no tengo”, aclara. “Además está la materialidad de los libros, que es fundamental. Las tapas duras, el alto gramaje del papel; todo es muy de ‘antes’. Esto, que parece poco importante, para mí es central: que cada libro sea un objeto hermoso y que atraiga al lector desde su confección. Y que pueda pasarse de una generación a otra.”
De los seis libros publicados (además de los mencionados están La guerra de almohadas más grande del mundo y Héctor, el hombre extraordinariamente fuerte, el “best seller” de Pípala es Ruidos bajo la cama. “Supongo que se debe a que fue uno de los primeros libros en salir al mercado –sugiere Huffman–, pero sin duda también tiene que ver con la temática, porque todos nos sentimos identificados, en mayor o menos medida, con el nene: el miedo, los monstruos bajo la cama, la idealización de nuestros padres y, finalmente, la pérdida del miedo.” Otro que gusta mucho es que trae la historia de Romeo. Aunque el libro que tiene como protagonista a Héctor es muy nuevo, la directora de la colección cuenta que tuvo una muy buena recepción por la estética y el texto, que tiene bastante rima: “Los chicos se lo aprenden rápido y lo recitan aunque no sepan leer”, añade aún sorprendida.
Los próximos libros son Pinzón y los inventos, de Wouter van Reek y Rosa (y Romeo también), de Hiroko Ohmori, con dos personajes ya conocidos para el club de fans de Pípala, pero en situaciones muy distintas. El primero comienza cuando Pinzón dibuja un ambicioso invento en un papel. Pero el invento dejará de ser solamente un dibujo y atrapará al protagonista, que sólo podrá ser rescatado por su fiel amigo Tungsteno. La otra novedad implica un cambio de eje: Rosa, la vecina del hurón, se convierte en el centro de atención, y sin que Romeo se dé cuenta, ella saca lo mejor de él y se complementan a la perfección. Para este año habrá más sorpresas: dos novelas breves, ilustradas. “Esto es una novedad porque hasta el momento sólo hemos publicado libros álbum”, pondera Huffman. Una de las novelas se titula Princesas, dragones y otras ensaladas, “que no tiene nada que ver con las historias de princesas a las que estamos acostumbrados”, advierte. “La princesa Escarola es realmente insoportable, engreída y caprichosa. En su reino, la tradición es que a los quince años, las princesas son raptadas por un dragón para luego ser rescatadas por un príncipe y casarse. Hasta ahí, lo de siempre. La cuestión es que a Escarola no la rapta el dragón porque no quiere verse obligado a tolerarla. Entonces Escarola sale en busca del dragón, para que algún príncipe vaya a rescatarla y deba casarse con ella”, resume la directora. El viaje de Pípala, afortunadamente, continuará.
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