LITERATURA › MORI PONSOWY GANó EL PREMIO LETRA SUR CON SU NOVELA ABUNDANCIA
La autora, que obtuvo el galardón más federal de la Argentina, nació en el país, pero vivió 25 años en Venezuela. El jurado que la eligió estuvo integrado por Juan Sasturain, Claudia Piñeiro y Martín Kohan. Y ella dijo que su libro “tiene partes bastante escabrosas”.
› Por Silvina Friera
Desde Trelew
Los más asombrosos contrastes se desplegaban por el suelo y el aire de Trelew. Al mediodía, un puñado de gaviotas silabeaba el horizonte con sus alas y se perdía en un más allá donde el cielo y el mar se confundían. O donde el sol –una ráfaga inclemente, como si se hubiera anticipado al verano– no permitía discernir el paisaje. De tanto en tanto, al promediar la tarde, el viento lanzaba zancadillas en los tobillos y despeinaba cabezas. Más de uno, impresionado, temió tropezarse y caerse de bruces sobre el asfalto de la 25 de Mayo, la calle del teatro Español, donde la escritora Mori Ponsowy recibió el premio más federal del país, el Letra Sur, por Abundancia, un texto desmesurado, desbocado, narrado en primera persona por una mujer que trabaja en una agencia de publicidad, que viene, según parece, con el pan de la polémica bajo el brazo. ¡Enhorabuena! La novela elegida por unanimidad por el jurado integrado por Juan Sasturain, Claudia Piñeiro y Martín Kohan parte de una pregunta mayúscula: ¿uno es libre cuando hace las cosas que hace? ¿Cuánto hay de azar en la vida y cuánto de destino que viene predeterminado de antemano? El tono extraño de la flamante ganadora –todavía surcado por el modo, los vocablos y el habla de Venezuela, país en el que vivió casi 25 años– potenció su rareza cuando reconoció con una sonrisa, que eclipsó alguna que otra nube, que la novela “tiene partes bastante escabrosas”, “muy cochinas”.
La incógnita se develará cuando Abundancia esté en las librerías de todo el país, publicada por la editorial El Ateneo. Antes de que se despeje el enigma –el próximo mes–, Ponsowy admitió que le cuesta mucho contar de qué se trata. La pregunta que motorizó la escritura, el eterno interrogante sobre la libertad, es una discusión que se originó, como casi todo, en los filósofos griegos. “Pero hoy en día pareciera que la ciencia tiende a decirnos cada vez más que la libertad humana no existe”, deslizó la escritora, periodista y traductora. Antes, mucho antes de que un avión la trajera hasta Trelew para coronarse como la tercera ganadora del Letra Sur, leyó el libro Memorias de un primate, del neurobiólogo Robert Sapolsky, que vivió en una tribu de mandriles en Africa. “Les puso nombres para identificarlos y los mandriles parecen personas. Hay mandriles tímidos, inseguros, que maltratan a los demás”, repasó, contagiando su entusiasmo por esa lectura. “Imagínense que hay un mandril que se sube a un árbol y mea a un mandril que está abajo porque le cae mal.” Para terminar de dar su dulce estocada, la ganadora reveló que quedó impresionada por cuánto se parecían esos mandriles a ella misma y a gente que ella conocía.
Ponsowy entrevistó al neurobiólogo y le preguntó si creía en la libertad humana. “Me dijo que la libertad humana no existía; que eso era un espejismo de los seres humanos para poder vivir más tranquilos. Eso me impactó muchísimo y creo que ése es uno de los puntos de la novela. No es que sea una novela filosófica –aclaró–, pero es algo que el personaje principal se plantea todo el tiempo. Ella tiene muchas obsesiones, y piensa que cuando realmente lo desee va a dejar de hacer eso que hace y que no le gusta hacer. Entonces se lo propone a cada rato; pero no les voy a contar si lo logra o no.” La disyuntiva está en saber si la protagonista de la novela –que trabaja en una agencia de publicidad y piensa lo que le pasa a través de slogans– es libre o esclava de sus pulsiones.
La escritora no dudó en afirmar por qué su protagonista trabaja en una agencia de publicidad. “La publicidad es un condicionante fundamental del mundo contemporáneo; apela a instintos más básicos y ahí es donde creo que no somos libres.” Ponsowy nació en Buenos Aires en 1967, pero al año se fue a Perú. Ahí vivió siete años; después rumbeó hacia Venezuela, donde estuvo casi 25. Luego hizo una breve escala en Estados Unidos, hasta que volvió al país hace diez años. La lengua de esta escritora está conformada por capas de tonos ensamblados por la gracia venezolana. “No puedo escribir una novela de vos. Yo pienso así. De hecho, a la novela había empezado a imaginármela cuando me fui de Venezuela y muchos de los paisajes son venezolanos; hay como otra cosa exótica, más de país tropical. La publicidad está en todas partes, tiene que ver más con el mundo globalizado que con el trópico. Pero mis personajes hablan de tú.”
La protagonista de Abundancia está disconforme consigo misma; cualquier cosa le crea “una ansiedad tremenda. Otra vez la ganadora apeló a esa especie de Biblia personal que es el libro de Sapolsky. “Los mandriles que estaban peor de salud eran los sometidos. Si eres un mandril despreocupado, vives más; tus hormonas de estrés están más bajas, tu salud está mejor y tienes menos problemas cardíacos.” La desmesura es el modo en que se conjuga esta novela. “Hay otro personaje que piensa que el agua del planeta se va a acabar, entonces junta el agua de los grifos. Obviamente, está loco, piensa que de esa manera cuando falte agua, él no se va a morir de sed”, anticipó la escritora. “Llega a tal exceso que tapona todos los grifos para no desperdiciar agua.” Ese personaje lo sacó de un libro de Elías Canetti, El testigo escuchón, donde hay un hidrómano.
Tenía más confianza con este premio por el jurado. A Martín Kohan le podía gustar la novela. Esa sensación le quedó a Ponsowi después de leer Ciencias morales. “Mi novela tiene partes bastantes escabrosas, pero Martín no se iba a horrorizar. Imaginé que le podía gustar; también a Claudia. En cambio, Sasturain era una incógnita”, confesó la autora del poemario Enemigos afuera y la novela Los colores de Inmaculada (publicada en España), que pasó por el fecundo taller de formación de Liliana Heker. “Aprendí un montón con Liliana y también sufrí mucho. Y creo que por eso dejé de ir, porque soy más como los mandriles que se asustan.”
–Entonces no se sorprendió tanto cuando le avisaron que ganó...
–Me recontra sorprendió. No veía la novela dentro de esta colección porque tiene unas partes muy cochinas... y me parece que no va con una tapa tan sobria.
–¿Qué quiere decir con “partes muy cochinas”?
–No, no lo puedo decir, me da impresión... Tiene unos capítulos con una sexualidad muy explícita y no de personas que están profundamente enamoradas. No es como para una mamá de 75 años...
“Cuando escribimos es cuando somos menos libres”, disparó Ponsowy. “No sé si uno elige los temas o los temas lo eligen a uno. Preferiría escribir una novela de Claudia Piñeiro o una novela que sé que va a funcionar recontra bien. Pero esta novela, qué sé yo...” De la protagonista agregó que no tiene nombre. “En todo caso, el nombre se descubre al final. Pero no lo voy a decir; compren la novela.”
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