Sábado, 3 de mayo de 2014 | Hoy
LITERATURA › MIGUEL REP, DIEGO CAPUSOTTO Y PEDRO SABORIDO
El dibujante presentó una nueva edición de Y Rep hizo los barrios –Buenos Aires dibujada– acompañado por el actor y por el guionista. La charla estuvo plagada de anécdotas barriales, que incluyeron chistes, comentarios filosos y complicidad con el público.
Por Andrés Valenzuela
“Estamos un poco conmocionados por el recital de Violetta, que es vasca”, arrancó Diego Capusotto. “Desde ya reivindicamos a la ETA”, autorizó la primera de muchísimas carcajadas que atravesaron la hora y cuarto que Miguel Rep compartió junto al humorista y su camarada Pedro Saborido para presentar la nueva edición de Planeta de Y Rep hizo los barrios –Buenos Aires dibujada– en una sala Javier Villafañe colmada y dispuesta a todo el delirio posible. Uno, intentando recordar la hechura de un libro rehecho y actualizado ya dos veces. Otro, lanzando chascarrillos a cada ocasión y el guionista Saborido aportando dosis iguales de reflexión y de su propio humor. Lo difícil del caso es capturar cada inflexión de voz del actor, cada risa sin filtro de Rep, cada cambio de tono de Saborido, para saltar de la seriedad a la risa. Es más fácil contar del espectador que explicó cómo salir de Parque Chas, de los chistes con la palabra barrio o del proceso creativo del autor, antes que cada chiste.
En cierto modo, la charla se guió a través de dos ejes: las preguntas de Saborido y la proyección de los 48 barrios dibujados por Rep, que disparaban anécdotas del trabajo, recuerdos de juventud de Capusotto y afirmaciones de Saborido como “hay barrios que son como la pampa, no hay nada” o que “todos los barrios que están junto al Riachuelo te preparan para el conurbano”.
“El libro está dedicado a mi viejo, que era taxista, y a mis dos hermanos, que también lo fueron, ellos me pasearon mucho, y también algunos amigos”, contó el dibujante. Algunos barrios, como Boedo, donde pasó su infancia, los dibujó “de memoria”. A otros tenía que ir. “Agarraba una Filcar chiquitita y le ponía los límites de las avenidas, entonces iba, miraba y buscaba cualquier cosa para hacer chistes, en ese sentido es totalmente amoral, no busca bajar línea, todo servía.”
D. C.: –¡Hay que decirle a alguien que te paseé por Pompeya! ¿Y si es el amigo equivocado?
M. R.: –Cuando salieron los barrios me llamaron de un banco para que hiciera lo mismo con el conurbano, y eran barrios muy parecidos.
P. S.: –La diferencia, sobre todo en Lanús y Avellaneda, es que son como barrios de Capital, pero hay un hueco, como algo que no terminaron de hacer. Y no hay muchas cosas notables, quizá, las canchas de fútbol.
La cancha, coincidieron los tres, es fundamental para generar identidad en un barrio. Tanto que algunos barrios confunden su nombre porque albergan la cancha de un club que nació en el barrio de al lado. O incluso en barrios ignotos en los que nadie admitiría vivir, como Villa General Mitre. “Cuando uno es chico, hacer tres cuadras hasta el barrio de al lado tenía una cosa épica –recordó Capusotto– y eso de la infancia es lo único que recordás del barrio, porque después el pelotudo con el que jugabas labura en el banco y lo querés matar para que no quede ningún recuerdo suyo. ¿Con este pelotudo jugaba?”
Al meterse con algo tan preciado como la identidad barrial, Rep asegura que aún hoy muchos lo amonestan por haberse salteado algún hito supuestamente relevante. “Alguno te dice ‘no dibujaste el club de los titanes’, ¡y no lo encontré! ¡Es un quilombo dibujar esto!, pero al mismo tiempo otros te preguntan cómo hiciste para acertar con la esquina de su casa... a algunos les pega y otros te reclaman la deuda.”
“Cuanto menos tránsito tiene el barrio, más pertenencia genera, me parece”, reflexionó Saborido, “una persona que vive en Talcahuano y Lavalle, ¿cómo hace para saber cuál es su barrio?” La respuesta, explica Rep, es el sábado: “Vivo en Retiro y los fines de semana sabés cuáles son los que se quedan”.
“Hay gente que es muy patria de su barrio, que nació, se casó, murió y resucitó para mostrártelo”, explica Rep. “Lo que sí quise hacer es los chistes desde adentro, no como turista, laburaba como un vecino y para el vecino, no para un lector abstracto.” Es que originalmente los Barrios acompañaban una sección de un suplemento que publicaba una reseña histórica de cada sector de la ciudad, que iba acompañada por su ilustración. “No había sed de notoriedad ni de trascendencia, pero se hizo un laburo muy conocido”, rememoró Rep. La primera edición recopilatoria, allá lejos y hace tiempo, señaló, se realizó en otra Feria del Libro, pero en la sede del Centro Municipal de Exposiciones, en el stand de Página/12. “Se vendió cualquier cantidad, se agotó, y muchos me conocen por los barrios”, admite el humorista.
Antes de amenazar con la llegada de Violetta –que, en rigor, visitará la Feria del Libro hoy–, Saborido preguntó por la inclusión del Checho Batista, personaje recurrente del libro. “Necesitaba un Virgilio, un personaje que uniera”, explicó Rep. “El año anterior había cubierto el Mundial del ’90 para Página/12 y lo dibujé en el primer partido como una momia, porque ya no era el del ’86, y quedó, es que me causa mucho placer dibujar momias.” Las risas de sus acompañantes (y los chistes subidos de tono, claro) dieron por concluida la charla. Y que cada uno, claro, vuelva al barrio.
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