LITERATURA › MARIANO QUIROS GANO UN PREMIO EN LA SEMANA NEGRA DE GIJON
El escritor chaqueño obtuvo el premio a la primera novela de género negro por No llores, hombre duro, pero no en España: se quedó a ver el Mundial. “Si vas a escribir policial, no te queda más remedio que hacer algún disparate en el medio”, dice.
› Por Silvina Friera
La final de dos mundiales coinciden. Mañana al mediodía termina la XXVII Semana Negra de Gijón, una gran fiesta de la literatura policial que en esta edición contó con Argentina como país invitado de honor. El “pavote” de acento chaqueño –difícil transmitir la gracia con la que se denigra– decidió no viajar a Asturias por una razón: quería ver los partidos de la Selección nacional en Resistencia, donde nació y vive. Hace dos meses, cuando su mujer escuchó la explicación, lo fulminó con un adjetivo: “Estúpido”, le dijo. Mariano Quirós obtuvo por unanimidad uno de los reconocimientos que entrega anualmente este festival, el Premio Memorial Silverio Cañada a la primera mejor novela de género negro por No llores, hombre duro (Eduvim). “‘Es como dicen de los esquimales: sólo ellos, que han nacido en el frío, pueden vivir en el frío sin volverse locos. Acá pasa igual, pero al revés’, piensa Emilio Reyna y se limpia con una mano el sudor del cuello. Acá es Laguna Fría, un pueblo perdido en medio del Chaco.” Así empieza esta novela que el autor define como un “gótico chaqueño”.
Quirós cuenta que su amigo, el escritor Miguel Angel Molfino, vía correo electrónico desde Gijón, le dio la buena noticia. “Que me haya avisado Molfino, que es una especie de gran maestro zen literario de Resistencia y de todo el Chaco, me emocionó más aún. Como los saludos de Leo Oyola y de Juan Sasturain, con tanta sinceridad y buena onda, que me ponen más contento.” Nunca había escrito una novela policial. Lo hizo por insistencia de su maestro zen. “Molfino me insistía que me abocara a escribir un policial porque era lo más divertido de escribir. Entonces le dije: ‘Voy a ver qué puedo hacer’. En realidad no fue nada divertido, fue horrible porque me costó más de lo que me imaginé. Por suerte al mismo tiempo estaba escribiendo la novela Tanto correr, donde me sentía más cómodo.” Una película de Michael Winterbottom, inspirada en El asesino dentro de mí de Jim Thompson, le sirvió como brújula ambiental. “Tiene unas escenas de gótico sureño, una atmósfera medio opresiva de los paisajes calurosos, que asimilo mucho al paisaje chaqueño, que es espantoso. Pero dentro de ese espanto tiene una especie de belleza espantosa”, plantea el narrador, autor de Robles (2008), Torrente (2010) y Río Negro (2011), entre otros títulos.
“El policial puede llegar a ser aburrido por reiterativo. Si vas a escribir policial, no te queda más remedio que hacer algún disparate en el medio. Lo que me costó de la novela fue salir de ese margen que te marca el género con las cuestiones violentas, la temática sexual, los personajes perdedores y el encontronazo con la ley. Todas estas cosas las fui buscando más por un costado desopilante, con un poco más de humor”, recuerda Quirós y agrega que Emilio Reyna, el protagonista, es “un homenaje involuntario” a Emilio Renzi, personaje de Ricardo Piglia. “El año pasado leí El camino de Ida, que es una de las novelas de la década. Yo sentía que mi novela era como una especie de lado B de esta novela de Piglia. Emilio Reyna es un periodista perdedor, para colmo impotente –de ahí el chiste del título, No llores, hombre duro–, que su mujer lo abandona y él se va a hacer un vía crucis al interior del Chaco, a un pueblo que inventé que se llama Laguna Fría. En este pueblo perdido, Reyna investiga la desaparición de dos miembros de una fundación ambientalista –un hombre y una mujer– y se enamora de Sara, una prostituta. Sara aparecerá muerta y la historia girará también en torno de su muerte y de los ambientalistas que no aparecen. Conoce al intendente de Laguna Fría, Ibáñez, y a tres policías que se enamoran entre sí, que son los personajes que más me gustó crear”, confiesa Quirós. Reyna le dictará un taller literario a Bebo, el hijo del intendente, que se cree poeta y escribe una chacarera: “Mi pueblo es un silencio que por las noches se siente/ Mis cicatrices son formas de un alma doliente/ Mi pueblo y mi cicatriz son mi manera de sentir.// Hay que saber mirar para encontrar la belleza/ Aquí donde yo nací eso se llama proeza/ Mis ojos ven más allá y más allá quiero llegar”.
En No llores, hombre duro, Premio Azabache 2013 –publicada en la colección Tinta Roja de Eduvim, editorial cordobesa de Villa María–, emerge el fuerte racismo hacia las comunidades indígenas, tan frecuente en el interior del Chaco. “Todavía a las comunidades indígenas se las sigue discriminando y con ganas. Nuestro gobernador actual (Juan Carlos Bacileff Ivanoff) no tiene problemas en manifestar su racismo. Si lo tenés lejos, puede resultar divertido. Pero de cerca, no –subraya Quirós–. No es el policial en sí lo que más me moviliza, porque leo de todo. El policial es interesante cuando tiene una vuelta de tuerca, cuando se nota que hay un escritor detrás. El camino de Ida es la expresión literariamente más alta, pero hay muchos policiales que desbordan los límites del género. Molfino o el formoseño Orlando van Bredam, por más que ellos pongan el empeño en hablarte del policial, lo que hacen en definitiva es literatura. Me interesa menos cuando se habla del policial como lo que hay que escribir hoy porque ahí se reflejan las cuestiones sociales o es el género que mejor puede denunciar. No sé si me interesa eso, pero sí cuando se percibe que hay un trabajo literario. Cuando es un lector el que escribe.” ¿Un pronóstico para el partido de mañana?, pregunta Página/12. “Ni me animo a hablar, me tiemblan las piernas.”
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