Desde Guadalajara

El periodista e historiador fue recordado por colegas.

El hombre que guardaba papeles y tejía memorias para América latina fue homenajeado en la 28ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). El periodista e historiador Gregorio Selser –de él se trata– fue recordado por los escritores Sergio Ramírez, Paco Ignacio Taibo II y Jorge Boccanera, su hija Irene Selser, la periodista Blanche Petrich y la investigadora Tania Rodríguez. Irene agradeció a Beatriz Torres, la responsable de mantener vivo el archivo de su padre, integrado por 2,5 millones de documentos que fueron adquiridos por la Universidad Autónoma de México (UNAM) hace casi una década. “Con 69 años de vida y casi 50 libros, Selser lo entregó todo por la liberación de América latina”, destacó la hija del autor de Sandino, general de hombres libres. “Cómo no ser hoy 43, cuando México fue también nuestros millares de desaparecidos, que son nuestros agujeros de encarcelados y expatriados. En esta matemática del horror y del dolor, si hacemos cuentas aún le estamos debiendo a México, por eso no vamos a dejar de marchar con los padres como ya lo hemos hecho. Todos somos 43 porque México fue 30 mil. Democracia es también poder estar aquí en la FIL y en las calles de México coreando y repitiendo que todos somos los 43, esa gota que derramó el vaso de sangre en México”, añadió Irene.

“El periodismo serio y documentado está en peligro de extinción”, aseguró Petrich porque en tiempos globalizados la industria de la información ha acrecentado la concentración de los medios de comunicación en manos de empresarios que reducen la laborar periodística a “vender noticias”.

La periodista y docente mexicana ponderó el rigor de los artículos de Selser en la reconstrucción de lo que sucedía en Honduras, Argentina, Bolivia, Cuba, Chile, Panamá y Guatemala, entre otros países; un periodismo que exponía “no sólo los hechos sino las causas”, además de sembrar la semilla de la vocación latinoamericanista en toda una generación de periodistas que se formaron con el autor de El Guatemalazo. “La brújula de Selser nos permitió entender lo que significó la experiencia sandinista de los años ’80 como una lucha por la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, dos términos que hoy languidecen en los cajones de lo pasado de moda”, advirtió la periodista mexicana.

Boccanera mencionó que Juan Gelman se había conmovido con los libros de Selser. “Muchos escritores como (Eduardo) Galeano o incluso (Noam) Chomsky abrevaron en la obra de Selser, un formador de conciencias, una especie de despertador que logró fisurar la piedra del letargo que han tratado de colocarnos siempre a los pueblos latinoamericanos los poderosos”, planteó el poeta argentino. “A Gregorio lo conocí en 1976 en Panamá, a escasos meses del golpe militar argentino, en el marco de un encuentro de escritores en el que denunciamos la represión desatada por el régimen. Volví a encontrarlo en este México hospitalario y luego me lo crucé en Nicaragua, cuando le dieron la orden Rubén Darío a la Independencia Cultural”, recordó Boccanera y precisó que entre los muchos oficios de Selser estuvo el armar y desarmar relojes. “Quizás un poco de ese ejercicio de relojería lo trasladó a su trabajo periodístico. Selser pone al descubierto la entretela de los discursos políticos, los pliegues ocultos de un accionar desembozado que se mueve siempre entre la advertencia y la acción hostil. Lo que hace es trabajar contra los eufemismos y contra las palabras camufladas; llama a la política neocolonial ‘la democracia a palos’, una frase que resume doctrinas de nombres pomposos como la Alianza para El Progreso.”

Rodríguez resaltó la importancia de Selser para las ciencias sociales de la región. “La vigencia de su trabajo intelectual lo posiciona como uno de los grandes intelectuales del siglo XX. En el registro cotidiano de su presente, construyó historias que hoy relampaguean, para usar una metáfora de Walter Benjamin, y nos iluminan con lo que de riesgoso y potente tiene nuestro tiempo presente”, subrayó la investigadora de la UNAM. La obra del historiador argentino muestra “cómo la intervención de potencias extranjeras en nuestras sociedades es una regla”. Rodríguez advierte sobre la urgencia de pensar el intervencionismo para actualizar el viejo debate sobre el imperialismo. “En tiempos políticos del nada vale la pena es indispensable seguir haciendo historia viva de las resistencias y las luchas del pasado y del presente desde una perspectiva que vaya más allá de una interpretación en términos de derrotas y victoria, para poner en el centro de la historia los sujetos con sus potencias contradictorias.”

Ramírez habló sobre la deuda que tiene Nicaragua con el historiador argentino. “Cuando era un adolescente, estaba prohibido hablar de Sandino. Sólo había un texto permitido que trataba de mostrar que Sandino era un bandido que había querido dividir a Nicaragua; ése era el pensamiento oficial retractor –evocó el narrador nicaragüense–. Sandino, general de hombres libres y El pequeño ejército loco son libros que circulaban clandestinamente entre los jóvenes.”

El autor de Mil y una muertes dijo que Selser hizo “una gran labor patriótica para presentar en toda su dimensión la figura de Sandino y su lucha por la soberanía nacional”; por eso le extraña que hoy en día no exista una plaza, una calle o una escuela con el nombre de Gregorio Selser.

Aunque Taibo II no conoció personalmente a Selser, un “intermediario argentino” le comentó que Marta Ventura, la viuda del historiador argentino, quería entregarle algo. Después de visitarla se llevó dos carpetas con materiales sobre el Che Guevara. “Entendí muy bien por qué Selser quería que llegara ese material a mis manos. La información es de todos, tuyo es sólo la manera cómo la cuentas o la interpretas”, remató el narrador mexicano.