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Jueves, 18 de diciembre de 2014

LITERATURA › JUAN CáRDENAS, GANADOR DEL PREMIO OTRAS VOCES, OTROS AMBITOS

Un estímulo para letras en el margen

El escritor colombiano fue distinguido por Los estratos. El premio busca visibilizar obras que merecen más y mejor difusión.

 Por Silvina Friera

Un bellísimo texto, preñado de su secreto futuro, ajusta las cuentas con la desidia cultural. Hay frases que, como el vino, fermentan mejor con el tiempo. “Así como el vaquero no entiende al indio, cualquiera que esté rodeado de electricidad es incapaz de comprender el estado de ánimo de alguien que se encuentra a oscuras”, dice el narrador, un hombre huérfano de horizontes, con un matrimonio en descomposición y una empresa al borde de la bancarrota, que emprenderá un viaje en busca de la mujer que lo cuidó cuando era niño. Quizá nada sea más “actual” que bucear en el pasado. La novela Los estratos, del narrador y traductor colombiano Juan Cárdenas, una trama que pone la lupa sobre la brutal desigualdad social desde una concepción política y estética vinculada con el barroco, ganó la sexta edición del premio Otras Voces, Otros Ambitos, que se concede a la mejor novela de culto publicada en castellano en España en 2013. El propósito de este premio, convocado por Ambito Cultural de El Corte Inglés y la escuela de creadores Hotel Kafka, es dar una segunda oportunidad a las obras que merecen ser reconocidas y que han pasado inadvertidas para el gran público. La novela de Cárdenas, publicada por la editorial española Periférica, contará con un nuevo canal de distribución a través de las 85 librerías de El Corte Inglés y de todas aquellas que quieran apoyar la propuesta y sumarse a la tarea de darle nueva visibilidad.

El jurado de Otras Voces, Otros Ambitos está constituido por casi cien profesionales del sector del libro –editores, escritores, libreros, periodistas, críticos y lectores– que selecciona cada año la mejor novela entre las que consideran que no recibieron la visibilidad que merecían por su calidad. Los libros reconocidos en anteriores ediciones son El cielo árido, del mexicano Emiliano Monge (Mondadori, 2012); Padres, hijos y primates, del asturiano Jon Bilbao (Salto de Página, 2011); Habitación doble, del español Luis Magrinyà (Anagrama, 2010); Las primas, de la platense Aurora Venturini (Caballo de Troya, 2009), que obtuvo el Premio Nueva Novela Página/12 en 2007; y Trabajos del reino, del mexicano Yuri Herrera (Periférica, 2008). Cárdenas, el hombre que nació en Popayán (Colombia) en 1978, vivió catorce años en España, donde trabajó como camarero, valet de autos, dependiente en cadenas de almacenes, pinche de cocinas, hasta que poco a poco, como comentó en una entrevista reciente de este diario, pasó de ser “un obrero de los servicios” a “un obrero de la industria cultural” cuando empezó a traducir a autores como Jack London, William Faulkner, Henry James, Gordon Lish, Muriel Spark, Norman Mailer, Nathaniel Hawthorne, Thomas Wolfe, Eça de Queirós o Machado de Assis. En simultáneo con las traducciones, llegaría la escritura y la publicación de los relatos de Carreras delictivas (2008) y la novela Zumbido (2010).

Cárdenas, que sigue con interés crítico los procesos políticos de Argentina, Ecuador y Bolivia y considera que América latina es “un laboratorio político y estético increíble”, supo que era la hora de regresar a su país y desde 2013 vive en Bogotá. “Por el modo en que se ejecuta la votación, entre 100 profesionales del sector del libro, este premio significa un reconocimiento muy importante de los compañeros. Somos todos trabajadores, y para mí, es como si un sindicato inexistente, el sindicato desconocido, me condecorara. Me enteré por mis editores, que me transmitieron la noticia en cuanto supieron el fallo. También es un triunfo para mi editorial, un reconocimiento al tipo de riesgo que Julián Rodríguez y Paca Flores vienen corriendo al apostar por literaturas no convencionales”, subraya el narrador colombiano a Página/12.

El próximo año, Periférica publicará la tercera novela de Cárdenas, Ornamento, “una cosa entre la literatura fantástica y el manifiesto des-artístico; un desvío, una manera chueca de continuar con los interrogantes y procedimientos abiertos en mis libros anteriores”, intenta definirla el escritor colombiano, un narrador que explicita su voluntad de trabajar el lenguaje porque en la línea de escritores que él considera sus maestros hay una tensión “muy curiosa” entre una especie de apariencia sobria y un fondo barroco. “Eso pasa mucho en las novelas de (Antonio) Di Benedetto, uno de mis escritores de cabecera. En Zama se ve perfecto; parece un lenguaje muy pulido, pero cuando te metés dentro de la frase, hay vueltas semánticas casi invisibles, hay desplazamientos, encabalgamientos, hay un juego típicamente barroco, disfrazado con un acabado clásico”, plantea Cárdenas. “Me interesa esa dialéctica porque también es política y refleja una situación paradójica del lenguaje: instrumentador por un lado, emancipador por el otro.”

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“Somos todos trabajadores, y para mí, es como si el sindicato desconocido me condecorara.”
 
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