“El intelectual no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy peligrosas.” Con estas palabras, el escritor y filósofo italiano Umberto Eco define el rumbo de su última novela, Número cero, en la que critica el mal periodismo, la mentira y la manipulación de la historia. La novela comienza con la creación, por parte de un empresario italiano (que hace pensar en Silvio Berlusconi), de Número cero, un ejemplar de un periódico en pruebas que se desarrolla en 1992. Este periódico quiere salir no para informar sino como herramienta de poder para meter presión, desacreditar a políticos y rivales o crear informes, noticias falsas y complots. “Una vez escribí que el intelectual verdadero no es el que habla a favor de su partido, sino en contra de su partido”, dijo el autor de El nombre de la rosa en una entrevista que concedió en su casa de Milán, frente al castillo Sforzesco. En los pasillos y habitaciones de su casa, Eco posee hoy más de 35.000 libros ordenados por temas, acompañados de paredes cubiertas por obras de arte. A sus 83 años ha abierto sus puertas para hablar con los periodistas sobre Número cero, que ya ha sido editado en 35 países. En español, el libro será publicado por Editorial Lumen y saldrá a la calle el próximo jueves. Considerado uno de los semiólogos e intelectuales europeos de máxima referencia, Eco posee títulos simbólicos y exitosos como las novelas El nombre de la rosa (1982), El péndulo de Foucault (1988) y El cementerio de Praga (2010), o como sus ensayos El problema estético (1956), El signo (1973), Tratado de la semiótica general (1975) y el famoso Apocalípticos e integrados (1964). Para su última novela, algo más corta que las anteriores –que solían tener 600 páginas–, Eco asegura haber escrito “con ritmo de jazz” debido a su argumento, que trata “temas más rápidos, como es el periodismo”, mientras que considera a sus anteriores trabajos literarios como “una sinfonía de Mahler”. El periodismo es un oficio que el autor conoce bien. Desde 1960 Eco escribió muchos artículos y ensayos en prensa también sobre los mass media, por eso siente hacer esta crítica desde “el interior de la profesión”.